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Estudié periodismo con la única idea de conocer las diversas realidades de una sociedad y aprender a difundirlas con la objetividad del profesional. Todo lo que no sea eso es traicionar la profesión, traicionar mis ideales y engañar al pueblo llano que no tiene las facilidades que me ha dado a mí la vida.
Escribió en cierta ocasión Rafael Chirbes, en uno de sus Diarios que «ahora hay que mecer el territorio y pisotear al contrario. Anular las conciencias críticas y fomentar el sentido de pertenencia». Esa es la clave para seguir en el poder. Fomentar la incultura. Convertir a los ciudadanos en repetidores de consignas y por supuesto acabar con la individualidad.
En España, en la que no nos enseñaron y en la que conocemos, siempre han existido problemas de honradez, antiguamente llamados pícaros, hoy aprovechados, pringados, ladrones, mafiosos, colocados para, inmorales y, si se quiere hablar más claro, “clase política”...
Durante años hemos conocido las gestas de Juan Carlos Unzúe como portero y entrenador destacado de futbol de la primera división española. Su vida deportiva se vio truncada en el año 2020 al conocer su padecimiento como enfermo de ELA, una enfermedad degenerativa que provoca una parálisis muscular progresiva con un futuro un tanto incierto.
El pecado más grave en los políticos actuales es pensar que se deben al partido que les aupó al cargo. Por encima de ese pecado está la deformación autócrata, el partido es mío y yo elijo, no un equipo coherente, sino un equipo obediente. La escala, a todos los niveles de la administración, es una imagen fiel de la primera escalera... Servicio, es esclavitud moral y formal.
En la política, en la española en especial, existe un defecto o enfermedad congénita, conocida con el nombre científico de incapacidad de dimitir. Lo más grave de esa situación es que dicha enfermedad es conocida por todos antes de tomar la decisión de dedicarse a la política y comenzar a ser político.
Todos vienen a ser lo mismo respecto a el destino de los humanos, lo rigen y lo manipulan de manera tal que no hay quien pueda oponerse a su labor de controlarlos. Cosa parecida a los políticos que hoy nos gobiernan. Los enunciados en el título administraban la vida de las personas, las Parcas para los latinos eran Nona, Décima y Morta las moiras para los griegos eran Cloto, Láquesis y Átropos ('inexorable' o 'inevitable, la que cortaba el hilo de la vida de los humanos.
Y así es. De pronto oigo truenos en el cielo y aquello que eran suposiciones mal intencionadas se convierten en realidades. Escucho en los noticieros que los que han mostrado su mayor oposición a prostituir la separación de poderes con indultos y amnistías a la carta, el PP, resulta que ahora estarían dispuestos a dar el indulto a Puigdemont. Con condiciones según ellos.
Cuando he escuchado las noticias de esta mañana en la radio, he sentido una sensación tan desagradable, tan llena de estupor, de pena y asco que he tenido que hacer un verdadero esfuerzo para empezar con normalidad el día. Aún así, mi corazón está dolido, muy dolido, por lo ocurrido anoche a una patrullera de la mil veces benemérita Guardia Civil, cuando fue embestida en Barbate por una narcolancha que produjo la muerte de dos guardias y otros dos heridos, uno de ellos muy grave.
“Caigo yo pero caéis todos”. Confidencia. Protegiendo fuente y seguridad, solo la frase. Entrecomillada. Sin sexo, lugar de trabajo, quiénes pudieron oirla y pormenores que pongan en evidencia al confidente. La dijo Pedro Sánchez, en el Palacio de la Moncloa, a un grupo de ‘próximos’. Gritando. Con el tono que usa para dirigirse a subordinados. Se dolía de los nueve reveses del momento.
Y va el triministro Bolaños y da la cara, ¡qué tío! Él personalmente ha asumido ser el rostro, el caradura, el fantasmón explicador “técnico” de la proyectada ley de amnistía. Y lo hace con su siempre detestable objetivo de engañar a zoquetes, pánfilos ilusos y todos los zurumbáticos para los que habla, desde la TVE gubernativa, para todos los medios mundiales comprados.
Aunque la fecha consensuada del inicio de la última guerra civil española se fija en el 17/18 de julio de 1936, hay autores que defienden la idea de que la contienda dio comienzo en realidad durante la primera semana de octubre de 1934, cuando aguantó durante quince días la revolución izquierdista, sobre todo en Asturias. Y aunque en el resto del país fracasó el llamamiento a la insurrección contra la República, en la mitad de las provincias hubo al menos un muerto a causa de la refriega. Ninguna broma.
Las mentiras del presidente Sánchez, representado en el Pe-le-le que algunos energúmenos apalearon en Ferraz, ya no calan, ni siquiera en el pomposo Davos recientemente celebrado. Hoy Sánchez es un cero a la izquierda en la política europea, un «chuleta de sacristía», como demostró en su huida del Parlamento Europeo sin esperar a la contestación a sus vacías palabras. Tiene menos credibilidad que las muñecas de Famosa cuando se dirigen al Portal.
Todo vale. La hipocresía como arma, la mentira como ensoñación, las bodas de compromiso, las promesas como edulcorantes, el nepotismo como ejército, la palabra como embobamiento, los incumplimientos como circunstancias, la transparencia como inocentada irónica, la ética como asignatura trasnochada, las víctimas sin memoria, las conciencias para obediencia y ascenso...
Parece, a la vista de lo que se pone en escena, que la sinarquía que conduce la marcha del sistema —llamada por algunos el poder en las sombras—, para asegurar el negocio base —el mercado—, ha mudado en parte su estrategia política. Tímidamente empieza a colocar nuevamente en el teatro de operaciones visibles, haciendo uso del voto controlado, a los que, en otro tiempo, fueron fieles servidores del orden capitalista en el marco conservador.
Debo decir una vez más a Sánchez que «me gusta la fruta». Lo digo en voz alta y sincera. A nadie se le oculta que este fantasma es un peligroso psicópata y, si alguien tiene dudas, que lea el libro de Rosa Díaz: «Caudillo Sánchez». Los sentimientos de este personaje son muy enrevesados y difíciles de explicar.
La noticia de la mañana del viernes era el aviso, a las 6,45, de Diario Público: “Sumar se querella por prevaricación contra nueve vocales y el presidente del CGPJ por la declaración sobre la amnistía. El grupo plurinacional atribuye a los consejeros conservadores que suscribieron el acuerdo institucional la vulneración del principio de separación de poderes al posicionarse contra una iniciativa legislativa”. Titular leído en la Puerta del Sol y subtitulo en la calle de Alcalá.
Cuando se van agotando los cursos de enseñanza obligatoria, los jóvenes van preguntándose cuántas carreras existen, sus dificultades, sus salidas profesionales y sus posibles emolumentos. Cuando los políticos comienzan a dar los primeros pasos de la larga andadura de esa profesión, nunca imaginan que, pasados los años colmados de experiencia, su carrera se convierte en un sinvivir angustioso.
En toda esta amalgama de concesiones a favor de los que se levantaron contra la unidad de España, a favor de los que destrozaron la convivencia ciudadana, a favor de los falsificadores de datos, a favor de los fugados, a favor de los despilfarradores, a favor de los CDR, a favor de todo aquel que diga soy catalán y quiero “ESTO”, nos encontramos, por parte de la oposición constitucionalista, con actuaciones “prudentísimas”, “protocolarias” y sobre todo “muy opacas”, como aquel que no quiere hacer ruido.
Lo fácil es atacar al contrario, ridiculizarlo y desvestirlo de dignidad, lo difícil es construir algo útil con los que piensan diferente. La ciudadanía echa de menos una corriente de opinión fundamentada y contrastada por la que puedan transitar la convivencia, la tolerancia y el buen talante.
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