La concreción en muchos políticos es como el bidé en España, se tiene pero se usa poco. Las técnicas de discurso que usan actualmente muchas formaciones políticas permiten hablar horas sin decir nada, dando vueltas sobre conceptos vacíos, que cada uno puede definir con lo que quiere o lo que le interesa. Los partidos políticos nos bombardean con la retórica de la fiesta de la democracia, del diálogo y de la confrontación de ideas, y nos insisten en lo regenerativo y sano que es votar o votarles, y lo necesaria que es la participación en los asuntos públicos. Pero con los debates que se organizan se puede comprobar, y cada vez más, que su actuación a la hora de confrontar, de proponer, o de debatir, deja mucho que desear la mayor parte de las veces. Sus intervenciones están muy sujetas a los idearios de partido, son intervenciones cerradas, y aprovechadas muchas veces para el discurso. Y todo ello llama más la atención cuando se trata de un ámbito mucho más cercano que el estatal, es decir, el regional o el municipal, ya que ni siquiera en un coloquio entre por ejemplo candidaturas provinciales son capaces de concretar, y eso que los intervinientes no están sujetos a tanta presión, pero parece que no les interesa salirse mucho de lo que les dicen desde Madrid, ya que podrían aprovechar para intentar acercarse a los ciudadanos con lo más cercano que tienen. Pero no, muy pocos lo hacen: la mayoría de los componentes de los debates que se celebran hablan casi siempre en términos nacionales.
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