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Cuando hace apenas unos días exploramos la ficticia posibilidad de una “potente interposición sacra” por parte del Sumo Pontífice León XVI en la zona del conflicto bélico, nos adentramos en el reino de lo trascendente, en la esperanza de que lo divino pudiera manifestarse con fuerza transformadora en el curso de los eventos humanos. Hoy, esta noble aspiración se estrella contra la brutal realidad de Gaza.
Hay dos cultos globales que superficialmente han reflejado cierta autonomía, dos instituciones malleras con las sensibles fibras de la pasión. Una, bastante más reciente, ha tejido lúdicamente un rico planeta paralelo, en tanto que la otra genera admiración mediante su perdurabilidad: el Estado más pequeño del mundo proyecta una sombra ubicua.
Los Peregrinos de la Eucaristía conforman una comunidad católica de vida consagrada que nació en Colombia en el año 2005 con una misión clara: reproducir en sus vidas la entrega total de Jesús en el Sacramento de la Eucaristía, convirtiéndose ellos también en alimento espiritual para el mundo. Formada por sacerdotes, consagrados y laicos, esta familia espiritual se ha ido consolidando como un movimiento de carácter internacional.
El Concilio de Nicea fue el primer concilio ecuménico de la historia de la Iglesia cristiana. Se celebró en el año 325 d.C. en la ciudad de Nicea, en la actual Turquía y fue convocado por el emperador Constantino I. Marcó un antes y un después en la historia del cristianismo. Su objetivo principal fue resolver conflictos doctrinales que estaban dividiendo a la Iglesia.
No todos fueron mísicos, no todos fueron mártires, no todos fueron héroes, también hay místicas, mujeres mártires y heroínas; y entre todas ella la Doncella de Orleans, Patrona de Francia y de los soldados. Santa Juana de Arco constituye una de las figuras más singulares y paradigmáticas de la historia de la Iglesia y de Francia.
El nuevo papa, León XIV, ha recibido el pasado sábado —puertas cerradas, Aula del Sínodo, liturgia intacta— a los cardenales de toda estirpe y procedencia, no sólo a los que alzaron la mano en su favor. Entre cirios, anillos y latinajos, les ha explicado por qué ha escogido un nombre con más hierro que incienso: en honor a León XIII, el pontífice que se atrevió con la cuestión obrera cuando la Iglesia aún olía más a incienso que a fábrica.
El 25 de abril escribí y publiqué un artículo sobre el fallecimiento del papa Francisco, otro tanto hice el 2 de Mayo sobre la preparación del cónclave para la elección del nuevo papa que se celebró el 7 de mayo, y concluyó con la elección de León XIV. Por lo tanto era obligado cerrar esta trilogía, con quien ahora le corresponde gobernar la Barca de Pedro.
El nuevo papa forma parte de la congregación de los agustinos, una orden muy antigua de la iglesia católica que se inspira en la filosofía y la ética de San Agustín de Hipona, un religioso africano, seguramente berebere y casi con seguridad portador de rasgos físicos muy diferentes de aquellos con los que lo ha inmortalizado con el curso del tiempo la institucionalidad de Roma.
La elección del cardenal Robert Francis Prevost como nuevo papa, bajo el nombre de León XIV, marca el inicio de una nueva etapa para la Iglesia católica. El nombre elegido no es inocente: evoca el largo y significativo pontificado de León XIII, un papa recordado por su inteligencia diplomática, su sensibilidad social y su capacidad de acción sin grandes estridencias.
La elección de un nuevo sumo pontífice constituye un 'kairos', es decir, un tiempo de gracia y discernimiento para la Iglesia Católica. No sólo representa la sucesión apostólica de Pedro, fundamento de la unidad y la misión eclesial (cf. Mateo 16:18-19; “Lumen Gentium”, n. 20), sino que también inaugura una nueva etapa marcada por la singularidad del nuevo pastor y sus respuestas a los desafíos de nuestra época.
Con gran satisfacción acabo de presenciar en directo, el saludo desde la Plaza de San Pedro de Roma, del nuevo papa de la Iglesia Católica Robert Prevost, que llevará el nombre de León XIV. Tiene nacionalidad norteamericana y peruana y, al parecer, lleva sangre española, porque una de sus abuelas nació en España.
La sede de Pedro yace vacante y el mundo contiene el aliento. Mientras los medios y las redes sociales calculan votos y afinidades, y las cámaras enfocan la chimenea de la Capilla Sixtina —donde Miguel Ángel dejó su visión de la grandeza y la fragilidad humana—, los cardenales se recogen para dar continuidad a un rito que, mirando al futuro, encuentra sus raíces en la solemnidad del pasado.
Este 7 de mayo, 133 cardenales se encierran en la Capilla Sixtina para elegir al sucesor del papa Francisco. Este evento, marcado por el hermetismo y la tradición, ha capturado la imaginación del cine durante décadas. A la espera del humo blanco que anunciará al nuevo pontífice, repasamos siete películas que exploran el universo papal, desde dramas históricos hasta thrillers contemporáneos, films que invitan a reflexionar sobre esta institución divina y humana.
Este siete de mayo, se inicia el cónclave para proceder a la elección del nuevo papa, gestor universal de la Iglesia y representante de Cristo, Mesías, Hijo de Dios, enviado para la salvación del hombre y refugio de todos los que no tienen ni hogar, ni ilusión, ni futuro donde acudir.
El poder detrás del trono. El imperio del capital mundial es el único y verdadero imperio que ha existido. Se colige es una “sociedad u organización secreta”, ojalá, este imperio no se entrometan en la elección del nuevo Papa. Siempre existen intereses de capitales, de orden social, político, militar, económico, laboral y etc. Este, imperio como organización que todo lo quiere administrar para su lado, seguro están jalando agua para su molino.
Este miércoles, 7 de mayo de 2025, comenzará en el Vaticano uno de los procesos más enigmáticos y trascendentales de la Iglesia Católica: el cónclave para elegir al sucesor del papa Francisco, fallecido el 21 de abril a los 88 años. Con la Capilla Sixtina como escenario y bajo estrictas normas de seguridad y secreto, 133 cardenales de 70 países deliberarán hasta alcanzar un consenso sobre quién guiará a la institución.
Tucídides, conservador y coetáneo de Pericles, fue un historiador griego que descubrió la historiografía científica para, desde el realismo político, ver el binomio causa-efecto que incide en las relaciones entre naciones. En su obra (Siglo a.c.), ‘La historia de las guerras del Peloponeso’, afirma que el motivo del conflicto Esparta-Atenas fue debido a la trampa, desafío y miedo entre polis griegas, Atenas en ascenso y Esparta en retroceso.
Soy consciente de que el «cónclave» del próximo 07/05/25 (en latín, ‘habitación cerrada con llave‘) para la elección del nuevo Papa, sucesor de Francisco, no interesa a muchísima gente. Entre otras cosas porque un cónclave o reunión de «príncipes de la Iglesia» para elegir a la persona que va a regir el destino de más de 1000 millones de católicos es algo medieval, oscurantista y, todo lo contrario de lo que debería ser una democracia.
El cónclave que se iniciará el 7 de mayo, se ha convertido en una campaña electoral al uso, tratando inútilmente de influir en los 133 cardenales electores. Están ocurriendo en España y en el mundo sucesos tan relevantes y vertiginosos, que para quienes nos dedicamos a opinar sobre los mismos se convierten por su gravedad y trascendencia en algo más que un entretenimiento o un ejercicio intelectual.
El pontificado de Francisco I ejercido desde mediados de abril de 2013 hasta el 21 de abril 2025 ha sido uno de los pontificados mejor representados con el liderazgo y visión de Jorge Mario Bergolio, sacerdote de origen argentino que ha marcado verdadero parteaguas en la historia reciente de una de las instituciones más longevas del mundo: la Iglesia.
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