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La depresión no siempre se manifiesta como una tristeza visible. A veces es una ausencia: de sentido, de energía, de palabras. Hay quienes conviven con un dolor sordo, un deseo de desaparecer, y sin embargo… siguen aquí. ¿Por qué? ¿Cómo? A veces por algo tan simple —y tan complejo— como una excusa, una canción, una conversación. A veces quedarse con vida ya es, en sí mismo, un acto de esperanza.
La TCC es uno de los tratamientos más eficaces y respaldados para la depresión. Se basa en la idea de que nuestros pensamientos, emociones y conductas están interconectados, y que al modificar patrones de pensamiento negativos podemos cambiar también cómo nos sentimos y actuamos.
El capítulo 10 del libro "Sentirse bien", del psiquiatra David D. Burns, lleva un título tan breve como decisivo: “La causa de todo”. Y no es una exageración. En pocas páginas, el autor condensa la raíz del sufrimiento emocional disfuncional, más allá de los síntomas o circunstancias dolorosas que lo detonan. El mensaje es claro: no es lo que vives, sino cómo lo piensas.
Muchas personas que han pasado por una depresión describen con alivio el momento en que todo empieza a mejorar: el ánimo sube, la motivación regresa, la mente parece más clara. Sin embargo, no son pocos los casos en que, meses después, sin una razón clara, la depresión vuelve.
Durante décadas, la psicología cognitiva ha defendido una idea poderosa y sencilla: lo que pensamos determina cómo nos sentimos. Esta premisa, que ha dado origen a terapias tan efectivas como la cognitivo-conductual, ha ayudado a miles de personas a enfrentar la depresión, la ansiedad o los estados de ánimo negativos. Pero, como toda idea fuerte, también necesita matices.
La depresión no se manifiesta de una sola manera. Es una condición compleja que afecta a la persona en múltiples dimensiones: emocional, cognitiva, conductual y física. Reconocer sus distintos síntomas es clave para comprender el alcance del trastorno y dar los primeros pasos hacia una intervención adecuada.
En una época marcada por el bienestar material, el desarrollo personal y la hiperconexión social, resulta desconcertante ver que muchas personas, incluso aquellas que “lo tienen todo”, atraviesan profundas crisis emocionales. ¿Cómo es posible que alguien con éxito, reconocimiento y afecto pueda caer en una depresión severa? La respuesta, aunque incómoda, nos obliga a revisar nuestras ideas sobre el valor personal y la salud mental.
Muchas personas que sufren depresión no lo hacen por falta de amor, ni de logros, ni de inteligencia. Algunas de ellas son personas queridas, con carreras admiradas, con familias que las apoyan. Y sin embargo, se sienten como si su vida no tuviera sentido, como si no merecieran existir.
El ser humano sufre frío y sufre calor, el ser humano sufre el día y sufre la noche, el ser humano sufre la alegría y sufre la tristeza, pero a veces, existe profunda tristeza: cómo curarla. Este artículo no podrá darle la solución, este escribiente no es tan sabio ni tan prudente para dar una solución, pero sí hago referencia a una entrevista y a un libro escrito por un catedrático de ética, que nos cuenta su experiencia personal.
Prácticamente seis de cada 10 personas en España dicen sufrir estrés, la mitad depresión (en alguno de sus grados) casi una cuarta parte ansiedad, según los últimos datos del estudio internacional de Salud Mental del Grupo AXA presentado esta mañana por la Fundación AXA. Un problema que se agudiza si consideramos que el 64% de la población considera que está “potencialmente afectado” con cualquiera de estos trastornos de salud mental y un 63% dice que no es capaz de relajarse.
En España, la prevalencia de soledad frecuente o crónica se estima en un 6,5% para personas en edad adulta (30-59 años), un 4,4% para personas menores de 30 años y un 11,5% para personas mayores de 60 años. La soledad de manera prolongada puede tener graves consecuencias en la salud mental, siendo la depresión (39%) y la ansiedad (38%) las enfermedades relacionadas más frecuentes.
El 17 de febrero, marcado como el Día Internacional del Juego Responsable, nos invita a reflexionar sobre la ludopatía, un desafío de salud pública que afecta a miles de personas. En España, los datos más recientes revelan una cifra alarmante de aproximadamente 670.000 personas afectadas por trastornos relacionados con el juego, de las cuales solo 14.000 están recibiendo algún tipo de tratamiento especializado.
El 13 de enero, marcado como el Día Mundial de Lucha contra la Depresión, nos recuerda la importancia de combatir este trastorno que afecta a millones de personas en todo el mundo. Con una prevalencia que alcanza hasta el 5.7% en algunos países europeos, como Portugal y Grecia, y un promedio del 5.1% en España, la depresión se presenta como una crisis silenciosa que requiere de atención continua y comprensión profunda.
Concienciar sobre los problemas que sufren muchas personas en todo el planeta para fortalecer un sistema que los comprenda y apoye, es básico, es fundamental. No soy un entendido en el tema, pero creo que un gran paso para lograrlo, es desestigmatizar el diálogo sobre la depresión.
La salud mental repercute directamente en el rendimiento, satisfacción y motivación de los trabajadores. Esta problemática es la principal causa del absentismo laboral por enfermedad en España y representa el 51% del total de las bajas. Los problemas mentales más comunes en España son la ansiedad, que afecta a más de 4 millones de personas, y la depresión, con más de 2,5 millones de diagnosticados, según datos del Ministerio de Sanidad.
En los últimos años, los trastornos mentales han adquirido una creciente visibilidad en España, reflejando una preocupación urgente por la salud emocional de los ciudadanos. Según la Encuesta Nacional de Salud, aproximadamente el 10% de la población española ha sido diagnosticada con algún tipo de trastorno mental. Los trastornos de ansiedad, la depresión y el trastorno bipolar son los más prevalentes.
El Día Mundial de la Salud Mental (10 de octubre) tiene este año un enfoque claro: "Trabajo y salud mental, un vínculo fundamental". Este lema destaca la relación entre el bienestar emocional y las condiciones laborales, un aspecto que a menudo pasa desapercibido pero que afecta a millones de personas en todo el mundo. En España, el 60% de los trabajadores experimenta estrés relacionado con el trabajo. La salud mental es la causa de Grupo Siglo XXI en este mes de octubre.
La vuelta al cole y la rutina siempre ha sido el momento escogido por los españoles para hacer balance del año en términos de salud. Tras el verano, las personas tienden a encontrarse más descansadas, situación que repercute directamente en el trabajo. Sin embargo, con la vuelta al trabajo, los empleados y empleadas vuelven a ver afectada su salud por problemas en el entorno laboral y el estrés del día a día.
Debido a la disminución en la producción de estrógenos durante el climaterio, las mujeres en esta etapa son más propensas a los desequilibrios emocionales y psicológicos y a padecer tristeza y ansiedad. Los estrógenos actúan sobre el sistema nervioso central regulando las hormonas del estrés y los neurotransmisores de la felicidad, por lo que una reducción de los mismos altera el estado de ánimo de la mujer.
El regreso al trabajo tras las vacaciones de verano, lejos de ser un simple trámite, puede convertirse en una verdadera prueba emocional para muchos. Según expertos en este ámbito, seis de cada diez españoles experimentarán estrés al reincorporarse a sus puestos de trabajo, y hasta un 38% podría sufrir lo que se conoce como depresión postvacacional. Esta situación, que puede parecer pasajera, podría tener consecuencias mucho más graves de lo que se suele pensar.
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