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Te encuentras a alguien por la calle y te dice: “llevo unos días con una profunda tristeza”, “me levanto con tristeza y pena”, “no sé cómo quitarme esta tristeza y pena y desaliento”. Y, tú, te encuentras frente al espejo de la realidad.
La aceptación es el primer paso hacia la curación. La psicoterapia es una herramienta fundamental y transformadora. La medicación o la fisioterapia pueden aliviar síntomas durante un tiempo, pero solo el trabajo psicológico aborda las raíces del malestar. Salir de un episodio de ansiedad o depresión no es el final del camino, sino el inicio de una nueva etapa: la del cuidado consciente para prevenir recaídas.
La salud mental cobra cada vez mayor protagonismo en la vida moderna, especialmente en el abordaje integral de los trastornos de ansiedad y depresión. Uno de los retos más relevantes tras el tratamiento clínico es evitar las recaídas y sostener el bienestar emocional a largo plazo. Aquí, el autocuidado y la prevención juegan un papel esencial.
Hoy estaba meditando, y mientras escuchaba una música suave y melódica, sentí que el mundo era bonito, entonces, en medio de mi meditación saltó en Spotify un anuncio de una cerveza que interrumpió mi momento zen de alta vibración con el universo y esos segundos me hicieron recordar un poema de mi último poemario que hablaba de juguetes rotos.
“Ya lo pensaré mañana”. Esa es mi frase preferida, la que, desde que vi Lo que el viento se llevó, convertí en guía de mi vida, en un dogma de supervivencia. Cuando tengo un problema o algo me agobia, siempre digo: “ya lo pensaré mañana”, e imagino una caja en el desván más oculto de mi alma, donde guardo aquello que me causa malestar.
La "Encuesta sobre necesidades emocionales y sociales de personas con hemofilia y sus cuidadores/as en España” evidencia el impacto de la enfermedad sobre el estado emocional y social tanto de las personas con hemofilia y otras coagulopatías, como de quienes les cuidan diariamente. Ante esta realidad, el apoyo psicosocial debe abordarse como un componente esencial del tratamiento integral.
La Federación Española de Hemofilia (Fedhemo), en colaboración con Novo Nordisk, ha realizado la "Encuesta sobre necesidades emocionales y sociales de personas con hemofilia y sus cuidadores/as en España”. El estudio evidencia el impacto de la enfermedad sobre el estado emocional y social tanto de las personas con hemofilia y otras coagulopatías, como de quienes les cuidan diariamente.
La depresión no solo nubla los pensamientos. También desconecta a la persona de sus emociones, de su cuerpo y de la vida cotidiana. Aunque pueda parecer que todo se reduce a terapias o medicamentos, la recuperación suele comenzar en gestos pequeños y cotidianos. Cuidarse y aprender a habitar el presente son formas poderosas de terapia.
En el tratamiento de la ansiedad y la depresión, resulta crucial distinguir entre intervenciones que promueven un cambio profundo y aquellas que, si bien pueden aliviar los síntomas a corto plazo, no abordan las raíces del sufrimiento emocional.
A medida que la población mundial envejece, la salud mental de nuestros mayores emerge como una cuestión de creciente importancia y urgencia. A menudo, la conversación sobre el envejecimiento se centra en aspectos físicos, dejando en un segundo plano las complejidades psicológicas y emocionales que pueden acompañar esta etapa de la vida. Es fundamental abordar de frente la depresión, la ansiedad y el aislamiento social para garantizar una vejez digna y plena.
La depresión no tiene una única causa. En su origen y evolución intervienen múltiples factores que se interrelacionan entre sí. Por ello, el modelo más aceptado actualmente para comprender este trastorno es el modelo biopsicosocial, que reconoce la interacción dinámica entre aspectos biológicos, psicológicos y sociales en el desarrollo y mantenimiento de la enfermedad.
La depresión no siempre se manifiesta como una tristeza visible. A veces es una ausencia: de sentido, de energía, de palabras. Hay quienes conviven con un dolor sordo, un deseo de desaparecer, y sin embargo… siguen aquí. ¿Por qué? ¿Cómo? A veces por algo tan simple —y tan complejo— como una excusa, una canción, una conversación. A veces quedarse con vida ya es, en sí mismo, un acto de esperanza.
La TCC es uno de los tratamientos más eficaces y respaldados para la depresión. Se basa en la idea de que nuestros pensamientos, emociones y conductas están interconectados, y que al modificar patrones de pensamiento negativos podemos cambiar también cómo nos sentimos y actuamos.
El capítulo 10 del libro "Sentirse bien", del psiquiatra David D. Burns, lleva un título tan breve como decisivo: “La causa de todo”. Y no es una exageración. En pocas páginas, el autor condensa la raíz del sufrimiento emocional disfuncional, más allá de los síntomas o circunstancias dolorosas que lo detonan. El mensaje es claro: no es lo que vives, sino cómo lo piensas.
Muchas personas que han pasado por una depresión describen con alivio el momento en que todo empieza a mejorar: el ánimo sube, la motivación regresa, la mente parece más clara. Sin embargo, no son pocos los casos en que, meses después, sin una razón clara, la depresión vuelve.
Durante décadas, la psicología cognitiva ha defendido una idea poderosa y sencilla: lo que pensamos determina cómo nos sentimos. Esta premisa, que ha dado origen a terapias tan efectivas como la cognitivo-conductual, ha ayudado a miles de personas a enfrentar la depresión, la ansiedad o los estados de ánimo negativos. Pero, como toda idea fuerte, también necesita matices.
La depresión no se manifiesta de una sola manera. Es una condición compleja que afecta a la persona en múltiples dimensiones: emocional, cognitiva, conductual y física. Reconocer sus distintos síntomas es clave para comprender el alcance del trastorno y dar los primeros pasos hacia una intervención adecuada.
En una época marcada por el bienestar material, el desarrollo personal y la hiperconexión social, resulta desconcertante ver que muchas personas, incluso aquellas que “lo tienen todo”, atraviesan profundas crisis emocionales. ¿Cómo es posible que alguien con éxito, reconocimiento y afecto pueda caer en una depresión severa? La respuesta, aunque incómoda, nos obliga a revisar nuestras ideas sobre el valor personal y la salud mental.
Muchas personas que sufren depresión no lo hacen por falta de amor, ni de logros, ni de inteligencia. Algunas de ellas son personas queridas, con carreras admiradas, con familias que las apoyan. Y sin embargo, se sienten como si su vida no tuviera sentido, como si no merecieran existir.
El ser humano sufre frío y sufre calor, el ser humano sufre el día y sufre la noche, el ser humano sufre la alegría y sufre la tristeza, pero a veces, existe profunda tristeza: cómo curarla. Este artículo no podrá darle la solución, este escribiente no es tan sabio ni tan prudente para dar una solución, pero sí hago referencia a una entrevista y a un libro escrito por un catedrático de ética, que nos cuenta su experiencia personal.
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