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¿Por qué vuelvo a deprimirme si ya me sentía bien?

La respuesta podría estar en tus creencias silenciosas
Llucià Pou Sabaté
martes, 3 de junio de 2025, 08:45 h (CET)

Muchas personas que han pasado por una depresión describen con alivio el momento en que todo empieza a mejorar: el ánimo sube, la motivación regresa, la mente parece más clara. Sin embargo, no son pocos los casos en que, meses después, sin una razón clara, la depresión vuelve.


Y entonces surge la pregunta inquietante: ¿Por qué recaigo si ya estaba bien?


Danie franco 7KHCNCddn2U unsplash


El psiquiatra David D. Burns, autor del célebre libro Sentirse bien, ofrece una explicación tan simple como profunda: cuando los síntomas desaparecen, puede quedar un “residuo invisible”. No hablamos de tristeza o ansiedad evidentes. Hablamos de algo más sutil: creencias disfuncionales que siguen activas en el fondo de nuestra mente, y que se reactivan en cuanto algo nos hiere o desafía.


Estas creencias, aprendidas muchas veces en la infancia o reforzadas por la cultura, actúan como filtros que distorsionan la realidad y alimentan el malestar emocional. Según Burns, estas son las siete áreas más frecuentes en las que nos volvemos vulnerables:


1. Aprobación

"Necesito que me acepten para tener valor."
Cuando el juicio de los demás se convierte en la medida de nuestro valor, cualquier crítica o indiferencia puede herir como un rechazo vital.


2. Amor

"Si no me quieren, no soy nada."
Confundir afecto con identidad lleva a vínculos dependientes y a una autoestima frágil, que se tambalea si el amor no está.


3. Éxito

"Mi valor depende de mis logros."
El logro es importante, pero si creemos que solo valemos cuando triunfamos, cada error puede convertirse en una condena.


4. Perfección

"Si me equivoco, soy un fracaso."
Esta trampa convierte cada fallo en una humillación, y cada logro, en insuficiente. Vivir así es agotador.


5. Expectativas rígidas

"Merezco todo lo que deseo."
Cuando confundimos deseos con derechos absolutos, el mundo nos decepciona constantemente… y crece la frustración.


6. Omnipotencia

"Todo lo malo es culpa mía."
Una autoexigencia extrema lleva a asumir responsabilidades que no nos corresponden, generando culpa tóxica y desgaste emocional.


7. Autonomía emocional

"Solo seré feliz si los demás están bien."
La empatía mal entendida nos hace dependientes del bienestar ajeno, olvidando que nuestra paz también importa.


Estas actitudes no suelen ser conscientes. Funcionan como un guion interno silencioso, que se activa especialmente en situaciones de estrés, rechazo o pérdida. Por eso, incluso si "nos sentíamos bien", basta un pequeño detonante para que ese guion retome el control… y arrastre consigo de nuevo a la depresión.


La buena noticia


Estas creencias se pueden identificar, cuestionar y transformar. Herramientas como la Escala de Actitudes Disfuncionales (EAD) ayudan a detectarlas. Y la práctica constante de una nueva forma de pensar —más realista, compasiva y flexible— permite escribir un nuevo guion vital.


Como dice el propio David D. Burns: “No basta con sentirse mejor. Hay que aprender a estar mejor”.


Ese es el camino: entenderse mejor, hablarse con más amabilidad y vivir con menos miedo a fallar. Porque prevenir una recaída empieza por transformar lo que nos decimos… incluso cuando creemos que ya estamos bien.

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"Nada de lo que he hecho tiene valor", "Mi vida no tiene sentido", "Todo lo que toco se arruina". Frases como estas no son solo síntomas de malestar emocional: son generadoras activas de sufrimiento. Cuando no las identificamos a tiempo, pueden formar un bucle de pensamiento negativo que coloniza toda nuestra experiencia interior, como un virus informático que colapsa el sistema operativo de nuestra mente.

¿Te atrajo lo que viste o lo que no viste? Los humanos no se conocen por casualidad; la mayoría de las veces, creen que algo especial generó atracción y afinidad. Sin embargo, no tienen idea de que pudieron haber sido atraídos por dolores y necesidades inconscientes, silenciosas u ocultas.

El término proviene del personaje mitológico Narciso, en griego, Nárkissos, un joven de extraordinaria belleza. Según la leyenda, especialmente en la versión de Ovidio, en sus Metamorfosis, Narciso despreciaba a quienes se enamoraban de él. Como castigo, los dioses lo hicieron enamorarse de su propio reflejo en el agua. Incapaz de separarse de su imagen, terminó muriendo por hambre, desesperación o suicidio y en el lugar donde cayó creció la flor del narciso.

 
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