En el tratamiento de la ansiedad y la depresión, resulta crucial distinguir entre intervenciones que promueven un cambio profundo y aquellas que, si bien pueden aliviar los síntomas a corto plazo, no abordan las raíces del sufrimiento emocional.

Cada vez más profesionales coinciden en que la psicoterapia cognitiva y afectiva —centrada en identificar patrones de pensamiento disfuncionales, comprender emociones reprimidas y recuperar el sentido vital— ofrece una alternativa más segura, duradera y transformadora que el uso indiscriminado de fármacos.
¿Qué riesgos presentan algunos medicamentos?
Aunque los psicofármacos pueden tener un lugar relevante en determinados casos clínicos, su uso sin criterio terapéutico puede acarrear importantes efectos secundarios:
Barbitúricos Usados en el pasado como ansiolíticos o hipnóticos, hoy están prácticamente desaconsejados. Presentan un alto riesgo de dependencia, un estrecho margen terapéutico y una asociación con deterioro cognitivo a largo plazo.
Tranquilizantes menores y mayores Utilizados como sedantes o somníferos, su uso prolongado puede producir embotamiento emocional, dependencia y, en personas mayores, acelerar procesos neurodegenerativos como la demencia.
Betabloqueantes Indicados para controlar síntomas físicos como la taquicardia o el temblor, no actúan sobre las causas emocionales de fondo. Su empleo sin psicoterapia puede ocultar el malestar sin resolverlo.
Antidepresivos (ISRS, IRSN) Son útiles en cuadros graves, pero deben administrarse bajo control médico y siempre integrados en un plan terapéutico que incluya psicoterapia. No deben utilizarse como única herramienta.
❝Los medicamentos pueden silenciar el grito, pero no enseñan a comprender lo que duele❞.
¿Por qué apostar por la psicoterapia?
Modelos como la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), la psicoterapia afectiva o la terapia existencial trabajan con las causas profundas del malestar, y no solo con sus manifestaciones.
La psicoterapia permite: Explorar la historia personal y los orígenes del sufrimiento. Identificar y transformar los pensamientos automáticos que alimentan la ansiedad o la culpa. Desarrollar recursos internos para regular las emociones y recuperar la autoestima. Crear nuevas narrativas que den sentido a la experiencia y favorezcan el crecimiento personal.
Un paciente lo expresó así: ❝Las pastillas me ayudaron a no hundirme. Pero fue la terapia lo que me enseñó a nadar❞.
Tratamiento integral, personalizado y humano
Los fármacos pueden ser útiles como apoyo temporal —especialmente en situaciones agudas o de grave sufrimiento—, pero no reemplazan el proceso terapéutico.
Un abordaje verdaderamente efectivo debe ser:
Personalizado: adaptado al perfil, historia y contexto de cada persona. Multidimensional: incluyendo aspectos cognitivos, afectivos, conductuales y sociales. Sostenible: orientado a prevenir recaídas y promover una vida con sentido.
Porque la salud mental no se trata solo de suprimir síntomas, sino de aprender a vivir de otra manera. Una manera que incluya el dolor, pero también la comprensión, el vínculo, el coraje y la transformación.
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