La depresión no tiene una única causa. En su origen y evolución intervienen múltiples factores que se interrelacionan entre sí. Por ello, el modelo más aceptado actualmente para comprender este trastorno es el modelo biopsicosocial, que reconoce la interacción dinámica entre aspectos biológicos, psicológicos y sociales en el desarrollo y mantenimiento de la enfermedad, aspectos que desarrollaremos en el epígrafe siguiente

Factores biológicos
Incluyen la predisposición genética, los desequilibrios neuroquímicos, alteraciones hormonales o cambios estructurales en el cerebro. Estos elementos pueden hacer a una persona más vulnerable a desarrollar depresión, especialmente ante situaciones adversas.
Factores psicológicos
Los aspectos psicológicos constituyen una dimensión clave en el desarrollo de la depresión. El estilo de pensamiento, las creencias disfuncionales, la personalidad, la autoestima, las experiencias de vida temprana y la forma en que se enfrentan los desafíos emocionales modulan la respuesta del individuo ante el malestar. Esta dimensión se desarrolla con mayor profundidad en el epígrafe 4, donde se analizan en detalle los distintos factores cognitivos y emocionales implicados en la aparición y mantenimiento de los cuadros depresivos.
Factores sociales y ambientales
El entorno también juega un papel fundamental. Las relaciones personales, el apoyo social, las condiciones laborales, el nivel socioeconómico, el estrés crónico o los eventos traumáticos (como el duelo, el desempleo o la violencia) pueden actuar como desencadenantes o protectores. Por qué este enfoque es clave:
- Permite personalizar el tratamiento, adaptándolo a cada historia individual. - Evita caer en reduccionismos (biologicistas o meramente emocionales). - Favorece la comprensión empática del paciente, situando su malestar en contexto. - Ayuda a prevenir recaídas, al trabajar todas las áreas implicadas en el malestar. Comprender la depresión desde una perspectiva biopsicosocial no es solo una forma más completa de analizar sus causas. Es, sobre todo, una vía para acompañar mejor a quienes la padecen, ofreciendo respuestas humanas y eficaces a su sufrimiento.
Un caso clínico que ilustra el enfoque biopsicosocial: Laura
Para comprender la interacción de los distintos factores en el origen y mantenimiento de la depresión, es útil presentar un caso clínico ilustrativo.
Laura, 35 años, es administrativa y madre de dos hijos pequeños. Consulta por fatiga persistente, llanto frecuente, dificultad para dormir y sensación de vacío. A primera vista, sus síntomas podrían parecer puramente emocionales, pero un análisis más profundo revela la confluencia de factores biológicos, psicológicos y sociales:
- Biológicos: Laura presenta antecedentes familiares de depresión (su madre fue tratada con antidepresivos durante años), y recientemente le han diagnosticado hipotiroidismo, una condición médica que puede contribuir a la baja energía y al estado de ánimo depresivo. - Psicológicos: Se identifica en ella un patrón de pensamiento rígido, con una elevada autoexigencia (“si no soy una madre perfecta, soy un fracaso”) y una tendencia marcada a la rumiación y la culpa. Muestra baja autoestima, y refiere que desde la adolescencia se ha sentido “menos que los demás”. - Sociales: Laura atraviesa una situación de sobrecarga: combina trabajo, crianza y el cuidado parcial de su padre enfermo, sin red de apoyo. Su pareja, aunque presente, delega la mayoría de las responsabilidades domésticas. La pandemia supuso un aislamiento adicional, y sus vínculos de amistad se han debilitado. Este caso permite observar cómo un cuadro depresivo no puede explicarse por una sola causa. La biología, la historia emocional, las creencias personales y el contexto actual se entrelazan, generando un terreno propicio para el desarrollo del trastorno. Enfoques unidimensionales (solo farmacológicos o solo psicoterapéuticos) pueden ser insuficientes si no se contempla esta complejidad.
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