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La presidenta de Redeia, Beatriz Corredor, ha explicado la reacción de su compañía el pasado 28 de abril a las 12,32 horas, momento en el que España vivió su primer gran apagón nacional. Para Corredor, "la respuesta de Red Electrica y de sus trabajadores fue la correcta". Asimismo, ha mantenido que todavía es pronto para determinar las causas del apagón y que es la primera interesada en saber la verdad.
El apagón del pasado 28 de abril no solo dejó sin suministro eléctrico a millones de españoles durante horas, sino que sus consecuencias económicas siguen agravándose, especialmente para los usuarios con tarifa regulada (PVPC). En apenas una semana, el coste de los servicios de ajuste del sistema eléctrico, que garantizan la estabilidad de la red en tiempo real, se han disparado, alcanzando niveles récord.
Se repiten las crisis, unas por unas razones y otras por otras. Nos indican que debemos prepararnos para situaciones límites, pero no sé si aprendemos del pasado y del presente. Toda sociedad cada vez se va complejificando más. Pero toda sociedad, aunque se complejifique, no debe erradicar sistemas más simples y sencillos de hacer lo mismo.
El apagón, como el algodón del anuncio, no engaña. Muestra la languidez de nuestro montaje social que, visto lo visto, parece pender de un hilo. La verdad es que siempre hemos sido quebradizos en lo individual y en lo colectivo; nuestros sistemas sociales, nuestras civilizaciones y culturas, han dependido de inciertos factores naturales o culturales.
El lunes 28 de abril la Península Ibérica, España y Portugal, y también Andorra, a las 12,33 quedaron paralizadas. Según las primeras explicaciones la fuga de 15 giga vatios había dejado el sur de Europa incomunicado y a oscuras, en pleno siglo XXI, incluso con nuevas energías, las renovables, más naturales que las que se utilizaban a principios del pasado siglo. En cinco segundos atravesamos el camino de la luz a la oscuridad. ¿Qué ocurrió?
No escribiría este texto si el apagón me hubiera pillado en una autovía atascada, o encerrada en un ascensor, o en medio de una prueba médica con claustrofobia, o con una lavadora sin haber aclarado, o con un pollo asado a medias, o en apagón prolongado que estropea alimentos, o en catástrofe de numerosos muertos y heridos, o estar con dificultades con personas con discapacidad física o sensorial, o…
Una vez más (y van tropecientas mil) el presidente de Gobierno de España, y sus 22 mariachis y miles de cómplices, en lugar de cumplir su obligación de proteger a los gobernados, que somos los paganos de impuestos y demás sinecuras y canonjías, se dedica a echar la culpa a los demás de todas sus trapisondas que son muchas y variadas.
La historia humana es, en parte, la lucha entre quienes buscan entender el mundo y quienes pretenden reinventarlo a su antojo. Galileo fue condenado por decir que la Tierra giraba alrededor del Sol. Los alquimistas medievales persiguieron convertir plomo en oro ignorando las propiedades de los elementos. Hoy, en pleno siglo XXI, repetimos el mismo error: creer que las ideologías pueden reescribir las leyes de la física. El resultado es el mismo: el caos.
El corte de energía eléctrica que hemos sufrido en casi toda España al igual que otros países de Europa, una vez descartada, en principio, la hipótesis de que haya sido un atentado, solo nos queda admitir que se ha producido por una avería en la red de distribución de electricidad, pues tampoco ha sido ocasionado por un ciberataque, como alguien sospechaba.
El comercio electrónico español ha recibido un duro golpe económico este lunes tras el inesperado apagón digital que afectó a casi todo el país. Según un estudio, más de 40 empresas del sector experimentaron una caída del 71% en sus ventas en el mercado nacional en solo 10 horas. La caída de facturación tan solo en el rato que duró el apagón ya se estima en más de 400.000 euros.
Quizá la electricidad ya haya vuelto a todos los hogares y todo el mundo esté de nuevo conectado a este milenio de voltios esenciales, pero de lo que no estoy tan seguro es de que lo haya hecho la luz que permitió a nuestros antepasados progresar y alcanzar la cima de la evolución.
El lunes 28 de abril de 2025 pasará a la historia como, el día en que toda la península Ibérica se quedó sin luz y parte del sur de Francia. A las 12.33 del medio día, sin previo aviso, la red eléctrica que abastece a más de 60 millones de personas en España, Portugal y Andorra colapsó de forma repentina. Fue un apagón generalizado que duró horas, afectó a infraestructuras críticas y paralizó todo.
El pasado 28 de abril se produjo el apagón que muchos llevaban avisando desde hacía tiempo, aún no se saben las causas, y si se saben no nos las van a decir, o eso es lo que piensa la población. Durante estos días he hablado con mucha gente, pero el tema del apagón ha salido poco a relucir, y si se ha mencionado, no ha sido un tema especialmente extenso. De todo esto he podido observar cosas de la sociedad que me han llamado bastante la atención.
Ni teléfono ni internet, lo justo para sentirse desnortado y pensar en otras posibilidades. Al abrir la ventana escuché a varias personas que llevaban un transistor en la mano, pegado al oído como aquel fatídico 23F o las tardes de domingo para conocer los resultados del fútbol. Decidí no esperar más y pensé dónde podía estar alguno de los dos transistores que tenía en otra época. No tardé en encontrarlos y, tras poner pilas nuevas, resulta que funcionaban como el primer día.
El apagón eléctrico masivo que dejó sin luz ni conexión a internet a millones de personas en España, ha puesto en evidencia la importancia del dinero en efectivo como único medio de pago seguro. Lo que para algunos fue una sorpresa, para la mayoría de los ciudadanos era ya una preocupación latente. Después de la tragedia provocada por la DANA, 9 de cada 10 encuestados ya advertían del papel esencial del efectivo en situaciones de emergencia, según un estudio.
El gran apagón que el pasado 28 de abril dejó a oscuras a España, Portugal y parte del sur de Francia no fue un simple incidente técnico. Fue un toque de atención —uno más— a una realidad que muchos preferían no mirar de frente: nuestra vulnerabilidad energética.
Cada minuto que pasa me cuadran menos cosas del apagón. Cada vez salen a relucir más sospechas porque comprobamos que el Gobierno de Pedro Sánchez sigue en la misma línea de otras desgracias: la DANA, la pandemia, el volcán de La Palma… y ahora esto. Es una realidad que hemos presenciado, por eso no podrán engañarnos más ni el propio presidente ni la presidenta de Red Eléctrica Española.
Tenía que llegar… y llegó. Llegó el esperado “cero absoluto”. Un cero mayúsculo para un mayúsculo caradura que ha de terminar muy mal. Aunque el gran embustero dice que España va como una moto, la triste realidad es que no va ni en bicicleta.
Tras el apagón que se produjo ayer en todo el país, muchas personas consumidoras han sufrido pérdidas importantes y se preguntan si pueden reclamar los daños sufridos por perdidas de alimentos, en electrodomésticos o dispositivos electrónicos, por viajes que no se han podido realizar, o por no contar con conexión a internet, entre otros problemas.
Los mercados bursátiles han reaccionado con tranquilidad ante el inédito cero energético vivido en España durante la jornada del lunes. Pese a la magnitud del shock, es importante subrayar la estabilidad de los mercados, tanto el lunes, cuando el Ibex 35 cerró la sesión en positivo y no se detectaron señales de tensión en el mercado de la deuda soberana, como en el inicio de esta nueva jornada.
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