El lunes 28 de abril la Península Ibérica, España y Portugal, y también Andorra, a las 12,33 quedaron paralizadas. Según las primeras explicaciones la fuga de 15 giga vatios había dejado el sur de Europa incomunicado y a oscuras, en pleno siglo XXI, incluso con nuevas energías, las renovables, más naturales que las que se utilizaban a principios del pasado siglo. En cinco segundos atravesamos el camino de la luz a la oscuridad. ¿Qué ocurrió? Diez días después todo son incógnitas defendidas en las tertulias de los medios de comunicación que sin saber cómo, porqué y en qué base científica basan sus teorías por un séquito de pseudoexpertos que lo mismo hablan de los cortes eléctricos que de la crianza de los gusanos de seda en cajas de cartón. El camino para llegar al conocimiento de la verdad será largo, pesado y empedrado de mentiras interesadas.
Desde el Gobierno español, y también desde los autonómicos, las explicaciones llegaron tarde. Miles de personas atrapadas dentro de trenes en medio de la nada, cientos de ciudadanos encerrados en los ascensores esperando a los bomberos que los rescatarían, hospitales funcionando gracias a los generadores autónomos, atascos de tráfico al no funcionar los semáforos, tranvías parados por falta de corriente eléctrica, y los móviles, ese gran invento que nos tiene siempre controlados, incapaces de recibir y enviar llamadas. Podía haber sido el caos absoluto, el colapso de la vida ciudadana. Pero la sangre no llegó al río y sólo sufrieron incomodidades aquellos que fueron afectados de forma directa. El resto, yo por ejemplo, aprovecharemos el tiempo, mientras teníamos luz natural, para dedicar a la lectura ese tiempo de recreo que nos ofrecía la falta de luz eléctrica.
Pero las derechas, la extrema y sus amigos del PP, han aprovechado la ocasión para levantar la voz al grito de “Piove, porco governo”, porque están acostumbrados a culpar al gobierno, si no lo tienen ellos, de todo lo que pase. Inmediatamente Feijóo asomó la cara a los medios de comunicación para echar las culpas del apagón a Pedro Sánchez y su gobierno acusándolo de falta de información a las pocas horas de ocurridos los hechos. Hay que tener el rostro de cemento, como Feijóo, para echar en cara a Sánchez que “ni siquiera ha pedido disculpas” teniendo como compañero de partido a Mazón, un inepto con 228 muertos sobre sus espaldas que, desde hace seis meses, está escondiendo dónde estaba en las horas más duras de aquel 29 de Octubre.
Saber las causas de lo que ocurrió aquel “lunes de la oscuridad” será una tarea difícil y larga en el tiempo. ¿Será culpa de la Red Eléctrica Española o de las operadoras? Por el momento hay un cierto interés en echar las culpas sobre las renovables por aquellos que defienden la energía nuclear y la continuidad de las centrales existentes. Habría que centrar, también, las investigaciones sobre las instalaciones del oligopolio de las operadoras eléctricas y el mantenimiento que estas realizan sobre ellas. Dinero para hacer un buen mantenimiento lo tienen de sobra, cada año sus beneficios se cuentan por miles de millones de euros. Y todavía Endesa, después del gran apagón, tiene la osadía de pedir una rebaja en los impuestos. Ver para creer.
El apagón del 28 de Abril nos ha mostrado con toda su crudeza la cara más feroz del neocapitalismo. Aznar y Felipe González privatizaron bienes comunes como la telefonía y la electricidad, aquella privatización de bienes públicos, para ellos, fue la llave que abrió de par en par las puertas giratorias de las empresas privatizadas para ellos y los suyos. Son muchos los ministros y altos cargos del PP y el PSOE que al césar del cargo público han pasado y pasan a algún cómodo y mejor remunerado Consejo de Administración. El oligopolio de las eléctricas tiene las espaldas bien cubiertas con ex políticos en sus Consejos de Administración y con políticos en activo en las instituciones que hacen de lobbystas votando lo que conviene a sus amos y señores como pasó hace unas semanas cuando en el Congreso los votos de JUNTS, PP y VOX impidieron que saliera adelante un impuesto a las empresas eléctricas. Es hora de comenzar a estudiar la posibilidad de nacionalizar la electricidad y el gas, bienes indispensables que nunca debieron ser vendidos en favor de unos pocos. Demasiada oscuridad en el mundo de las eléctricas.
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