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Juan Antonio Freije Gayo
Profesor de Geografía e Historia en un instituto Oviedo (jubilación en septiembre de 2023). Le preocupa, sobre todo, el asunto de la libertad individual, que considera menguante en nuestros tiempos, y sobre eso reflexiona y escribe. Ha publicado algunos libros relacionados con su labor docente, que se pueden encontrar en Amazón: Síntesis de Historia Contemporánea de España (formato Kindle) o Apuntes de Historia de España (kindle y papel). Y algún otro libro más personal, como Glosas para la libertad (kindle y papel), entre otros. |
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No somos los humanos tan diversos como pueda parecer, sino mucho más iguales de lo que suponemos. De hecho, nos mueven las mismas pasiones o emociones, tal vez con matices en cuanto al peso de cada una de ellas en nuestros actos y decisiones, pero siendo, al fin y al cabo, pasiones idénticas.
Ya inmersos en la canícula, tal vez precisamos una pausa en nuestros afanes y tribulaciones habituales, un alivio en las cavilaciones para cargar pilas y lamer heridas. La lectura resulta útil en estas circunstancias, al menos para los que la practicamos como bálsamo y ungüento frente a desvaríos del pensamiento y tentaciones sectarias.
Migrantes. Es lo último en apelativos orientados a retorcer el lenguaje para tornarlo ariete ideológico. Parecen no venir ni emigrar desde ningún lado, ni dirigirse, inmigrando, a otro lugar concreto y delimitado, como si estuviesen sometidos a una suerte de movimiento pendular perpetuo que solo se detendrá al legalizarlos en algún sitio. Existen asuntos sensibles sobre los cuales parece que está prohibido debatir, o al menos hacerlo con racionalidad y argumentos.
¿Es la Ciencia lo que fue, si es que llegó a ser como suponemos? Se advierte una mezcla de especialización y proletarización entre sus oficiantes, a los que llamamos científicos para otorgarles una apariencia de respetabilidad y asepsia. Los imaginamos con bata blanca, sesudos y despistados. La realidad es siempre más compleja y prosaica.
Frente a las amenazas del poder, siempre funcionaron los contrapesos. Hacen posible la libertad individual, que es la única real, aunque veces no seamos conscientes de la misma, pues se trata de una condición, como la salud, que solo se valora cuando se pierde. Los tiranos, o aspirantes a serlo, persiguen siempre el objetivo de concentrar todos los poderes. Para evitar que lo logren, están los contrapesos.
No se refiere la expresión “terruño” solo a lo que el término denota, en su acepción como espacio físico que nos vio nacer o crecer, sino, asimismo, yendo más allá, al “gueto” metafórico que muchas veces vamos construyendo en nuestra mente como amparo frente la fragilidad, reconocida o no, que nos caracteriza.
Ronda la Red una frase lapidaria de Mark Twain: “una mentira puede viajar al otro lado del mundo mientras la verdad se pone los zapatos”. Tal vez sea cierto porque, siguiendo a Oscar Wilde, “la verdad rara vez es pura y nunca simple”. Vamos, que tiene matices y dudas que la hacen onerosa; esos matices y dudas no incomodan, en cambio, a la mentira.
El olor del verano, ya casi aquí, sugiere algunas reflexiones sobre el galimatías de la nutrición, que nos invade en realidad todo el año por tierra, mar y aire, así en la publicidad como en los medios o las redes, si bien el estío acrecienta el asunto en recurrencia y cantidad. Es una especie de letanía “in crescendo” que va invadiendo nuestra realidad, en la Web sobre todo, pero que está presente en cualquier otro medio.
Se asocia con Michael Hopf, militar y escritor, aquella sentencia de que “los tiempos difíciles forjan hombres fuertes, los hombres fuertes traen buenos tiempos, los buenos tiempos crean hombres débiles, los hombres débiles traen tiempos difíciles”. Se trata de un encadenamiento en círculo, lapidario y determinista, que nos enfrenta a una sucesión de ciclos inevitables, en la línea del eterno retorno.
Fue Antonio Gramsci uno de los fundadores del Partido Comunista italiano, a principios de la década de 1920. Destacó sobre todo por su aportación teórica. Consideró el italiano la existencia de un sentido común hegemónico en cada momento, reflejo del sentido común de la denominada, en la jerga marxista, clase dominante.
Acaso estemos inmersos de nuevo, no voy a entrar en detalles, que dejo a discreción de cada cual, en tiempo de pogromos, entendidos en sentido amplio y transversal, aunque aseguró Carlos Marx que la historia sucede una vez como tragedia y solo se repite como farsa.
¿Hemos perdido o estamos en trance de perder competencias memorísticas? Mala noticia en ese caso, pues la memoria actúa como argamasa de nuestro yo y como fundamento de los procesos cognitivos. Ya hace casi seis décadas que Frances Amelia Yates, historiadora británica, publicó un libro titulado “El arte de la memoria”, en el que desgranaba las distintas técnicas de memorización o recuerdo utilizadas a lo largo del tiempo.
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