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Juan Antonio Freije Gayo
Profesor de Geografía e Historia en un instituto Oviedo (jubilación en septiembre de 2023). Le preocupa, sobre todo, el asunto de la libertad individual, que considera menguante en nuestros tiempos, y sobre eso reflexiona y escribe. Ha publicado algunos libros relacionados con su labor docente, que se pueden encontrar en Amazón: Síntesis de Historia Contemporánea de España (formato Kindle) o Apuntes de Historia de España (kindle y papel). Y algún otro libro más personal, como Glosas para la libertad (kindle y papel), entre otros. |
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El olor del verano, ya casi aquí, sugiere algunas reflexiones sobre el galimatías de la nutrición, que nos invade en realidad todo el año por tierra, mar y aire, así en la publicidad como en los medios o las redes, si bien el estío acrecienta el asunto en recurrencia y cantidad. Es una especie de letanía “in crescendo” que va invadiendo nuestra realidad, en la Web sobre todo, pero que está presente en cualquier otro medio.
Se asocia con Michael Hopf, militar y escritor, aquella sentencia de que “los tiempos difíciles forjan hombres fuertes, los hombres fuertes traen buenos tiempos, los buenos tiempos crean hombres débiles, los hombres débiles traen tiempos difíciles”. Se trata de un encadenamiento en círculo, lapidario y determinista, que nos enfrenta a una sucesión de ciclos inevitables, en la línea del eterno retorno.
Fue Antonio Gramsci uno de los fundadores del Partido Comunista italiano, a principios de la década de 1920. Destacó sobre todo por su aportación teórica. Consideró el italiano la existencia de un sentido común hegemónico en cada momento, reflejo del sentido común de la denominada, en la jerga marxista, clase dominante.
Acaso estemos inmersos de nuevo, no voy a entrar en detalles, que dejo a discreción de cada cual, en tiempo de pogromos, entendidos en sentido amplio y transversal, aunque aseguró Carlos Marx que la historia sucede una vez como tragedia y solo se repite como farsa.
¿Hemos perdido o estamos en trance de perder competencias memorísticas? Mala noticia en ese caso, pues la memoria actúa como argamasa de nuestro yo y como fundamento de los procesos cognitivos. Ya hace casi seis décadas que Frances Amelia Yates, historiadora británica, publicó un libro titulado “El arte de la memoria”, en el que desgranaba las distintas técnicas de memorización o recuerdo utilizadas a lo largo del tiempo.
El apagón, como el algodón del anuncio, no engaña. Muestra la languidez de nuestro montaje social que, visto lo visto, parece pender de un hilo. La verdad es que siempre hemos sido quebradizos en lo individual y en lo colectivo; nuestros sistemas sociales, nuestras civilizaciones y culturas, han dependido de inciertos factores naturales o culturales.
¿Optarían los más jóvenes por disfrutar de una buena vida en lo material a cambio de una reducción en la calidad de la democracia? Eso parece desprenderse de una encuesta emanada de los entresijos del poder, pero se trata, creo yo, de un tanteo engañoso, pues no está reñida una cosa, el nivel de vida, con la otra, es decir, con la democracia.
Resulta manida la pregunta acerca de si el odio mueve al mundo. Tal vez, creo yo, se podría hablar de resentimiento. Este, frente al carácter personal del odio, posee una índole más impersonal o genérica, y aclara con mayor exactitud muchas de las cosas que ocurren.
Desde siempre, me corroe la envidia cuando leo a Vargas Llosa. No sé si sana o insana (¿existe la envidia sana?), pero envidia, al fin y al cabo. Ha muerto el genio literario en los inicios de esta semana santa. Eso no se lo envidio, aunque es ley de vida, pero sí su prosa, a la que es aplicable aquella frase de Paul Valéry que tanto citaba el maestro Umbral: “la sintaxis es una facultad del alma”.
En nuestra realidad circundante, en lo que solemos citar como nuestro entorno, el sistema judicial tiene como objetivo no la Justicia, abstracción platónica que nos trasciende, sino garantizar, con realismo y en la medida de los posible, la igualdad de los ciudadanos ante la ley, que no es poco. Por eso hablamos de Estado de Derecho, regido por la Ley.
El auténtico kit de supervivencia, el que nos salva de nosotros mismos, no se guarda en una bolsa ni en una caja, y ni siquiera ocupa lugar, pues forma parte del universo del saber, construido a partir de los datos y del conocimiento. Nada que ver, por tanto, con el miedo como mecanismo de control y de construcción social. Se trata de un kit inmaterial y se dirige sobre todo a arrojar luz sobre el pensamiento.
El rechazo a la tecnología y sus secuelas parece estar inscrito en alguna porción de nuestro ADN. No nos gustan los cambios y tendemos a pensarlos, muchas veces, como cosas del diablo, entendido este en sentido amplio. Como ejemplo de ello, en la Inglaterra de fines del siglo XVIII y principios del XIX se desarrolló el movimiento “ludita”, citado en cualquier manual historiográfico.
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