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Manuel Montes Cleries
Manuel Montes Cleries, 25-7-1945. Licenciado en Comunicación Audiovisual y Doctor en Periodismo por la Universidad de Málaga, Casado, 8 hijos 16 nietos, columnista de buenas noticias. Jubilado, colaborador emérito de Onda Azul radio y televisión, en la que dirige y presenta dos programas semanales, uno de radio y otro de televisión bajo el título de 'La Málaga solidaria'. |
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Hoy he tenido que pasar por la consulta de mi médico de familia para pasar la ITV anual. Para comenzar, parte de los análisis no habían salido bien. Con el resto, la amable médica que me corresponde, realizó el diagnóstico en el cual se me pedían pruebas complementarias.
En estas fechas podemos contemplar, en las diversas cadenas televisivas, extensos reportajes sobre el camino hacía el Rocío que culmina el domingo de Pentecostés. Por otra parte, a lo largo de todo el año, riadas de peregrinos se encaminan, desde muchas partes y por diversas rutas, en dirección a Compostela a fin de acercarse a la tumba del Apóstol.
A lo largo del último curso me he estado enfrentando al conocimiento de la escritura manual de nuestros antepasados, especialmente en los siglos XIII al XVI. Todo ello se recoge en una asignatura cuyo solo nombre da una imagen de su complejidad. Se trata de la Paleografía.
Santa Teresa de Calcuta pronunció una frase que siempre me ha impactado. Surge a requerimientos de un entrevistador, que se interesó por la importancia o intrascendencia de su labor, ella contestó: “a veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si faltara una gota”.
Hace unos ideas asistí a una conflagración incruenta en una clase en la que se impartía Historia de la Edad Moderna. Nada que ver con la Revolución Francesa. El motivo de la trifulca se basó en las diferencias de criterio acerca de la temperatura que debe reflejar el dichoso termostato, con el fin de ofrecer una atmósfera adecuada. No llegó la sangre al río; tras unas arduas y agrias negociaciones, se llegó a un armisticio.
Soy un fanático admirador de la inteligencia y la capacidad de transmisión de aquellos seres privilegiados, a los que me gustaría parecerme. Aunque fuera un poco. Por eso cuando me enfrento a mentes tan claras, tan ordenadas y con una memoria impagable, como manifiesta el Sr. González, no me queda más remedio que añorar su presencia activa en la política actual.
Muchos se interesan por mi opinión sobre el nuevo papa. Y yo que sé. Un montón de personas, alguno de mi familia, hablan de Robert Frances Prevost como si le conocieran de toda la vida. Ciertamente, estuvo en Málaga durante unos días en mi querido Colegio de los Olivos, lo hizo en función de su cargo dentro de la Orden agustiniana. Anecdóticamente, tengo un ahijado que comió con él en una ocasión. Pues muy bien.
A lo largo de la tarde de ayer mi mente entró en una especie de caos, producto de una sintonía entre lo que veía y lo que sentía en mi interior. En las pantallas televisivas se podía ver una reedición de la entrada de Jesús en Jerusalén.
La vida, sobre todo cuando se dilata por el transcurso de los años, te somete a momentos en las que tienes que hacer de tripas corazón, asumirlos con dignidad o rendirte. También con una buena dosis de dignidad. El encuentro con las diversas situaciones de tu vida van deteriorando tu capacidad de encaje, entonces te llega el momento en que te planteas si vale la pena seguir luchando o dejarte llevar por la corriente que te rodea y vivir en paz el presente. Pero sin futuro.
Creo que todos compartirán conmigo la buena noticia de hoy. Celebramos sus primeros veinticinco años como alcalde de Málaga. Aquellos que gozamos de una avanzada edad, tenemos la suerte de haber vivido en directo una gran parte de la historia contemporánea. Personalmente he vivido de cerca la trayectoria de nuestro primer regidor desde que ambos, ¡ay!, éramos jóvenes.
Un día tras otro nos encontramos con frases de admiración sobre el ritual que rodea el fallecimiento de un Papa y la consiguiente elección de otro. Los diversos comentaristas (especialmente si no son creyentes) ponderan las distintas ceremonias, su perfecta organización, sus ropajes y toda la parafernalia que hay alrededor. Parece que no les gustaría que acabara pronto esta “fuente” de noticias.
Estamos acostumbrados a ver estos vehículos en las grandes solemnidades, alfombras rojas y bodas de alcurnia. A lo largo del mes de mayo también las podemos encontrar en la puerta de modestas parroquias de barrio y, posteriormente, en los alrededores de ventas y restaurantes domingueros. Se trata de utilizarlas como medio de transporte para la primera comunión de tiernos infantes de ocho años.
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