Hay un dicho popular que sentencia: “En todos los trabajos se fuma”. Como tantos otros dichos del acervo popular, esta frase ha caído obviamente en desuso en nuestros días. Muy pocas personas fuman y mucho menos en el trabajo. (Salvo que ejerzas un oficio que está muy de moda actualmente, dada su presencia en todos los telediarios). La sentencia que recordamos se refería a la necesidad de tener unos espacios de descanso a lo largo de la jornada.
Me refiero en esta ocasión a la parada en nuestras tareas habituales, que necesitamos realizar los pertenecientes al “segmento de plata”. Pese a que no tenemos un compromiso formal, ni una necesidad imperiosa que cumplir, (lo hacemos por gusto), nos sometemos a un desgaste que precisa recomposición y necesitamos conseguir que, al menos, se cumpla lo que recoge el dicho: “Virgencita que me quede como estoy”.
Los osados que hemos optado por ampliar nuestros estudios durante la segunda o la tercera edad, (en mi caso dos de mis hijos y yo mismo), además de las obligaciones laborales y familiares correspondientes, nos hemos enfrentado a un curso académico complicado. Como todos. El resultado ha sido bueno, tirando a muy bueno. Una vez alcanzado el empeño, me propongo pegarme un par de meses de descanso intensivo, con exhibiciones en el duro campo del dominó y dosis elevadas de playa y espetos.
Recomiendo “este tratamiento” a todos los “puretas” que me leen. Lo dice hasta la publicidad de la Junta de Andalucía: “Toda la familia tiene derecho a cuidar de los abuelos en vacaciones y dejarles ver el programa de Juan y medio”. Me quedo con la primera parte. Que nos cuiden. Que septiembre ya está ahí y tendremos que volver a la Historiografía para adentrarnos a tope en la Historia de España. Todo un futuro “esperanzador”.
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