Era un lugar terrorífico por el que temían pasar los exploradores de la incipiente edad moderna. Fue descubierto a finales del siglo XV por el navegante portugués Bartolomeu Díaz buscando un paso hacia el Índico.
¿A qué viene ese recuerdo histórico-geográfico? Sencillamente porque viene a tu memoria cuando transitas por esa especie de 'Paso de las Tormentas' de nuestra singladura vital. Ese paso a lo desconocido que sobreviene al cumplir años. Sobre todo cuando se trata de décadas.
Hasta los treinta todo es un camino de rosas. Todo el tiempo lo dedicamos a edificar un prospero futuro familiar, profesional y lúdico. Pasados los treinta se nos tuerce un poco más el gesto al cumplir décadas. ¡Qué decir de los cuarenta y los cincuenta!
A partir de aquí ya todo es drama. Solo surge un atisbo de felicidad cuando se comienza a pensar en la jubilación. En ese momento se vive una especie de “revival” en nuestra vida. Un paso al disfrute del ansiado “segmento de plata”. Hacer todo aquello que hemos soñado durante la vida laboral. Pasa pronto.
Desde los setenta la vida se desliza, a una velocidad de vértigo, por una etapa en la que lo más importante es sobrevivir dignamente. Comenzamos a tomar más pastillas que cervezas y a caminar kilómetros para no perder la capacidad de movernos con cierta soltura. Somos perseguidos por los vendedores de audífonos, empeñados en vendernos sus productos, mientras nos defendemos diciendo: “Para lo que hay que oír”.
Esta semana he superado el cabo del las Tormentas de mi vida. Los ochenta años. Pero me he sentido bastante mejor al descubrir que también se llama el cabo de Buena Esperanza.
De la misma manera que disfrutaron los navegantes descubridores de nuevas tierras durante el siglo XV al poder superarlo. Nosotros, los que navegamos por la vida en busca de nuevos horizontes, descubrimos que hay mar en calma una vez superados los rompientes que surgen a nuestro alrededor.
La buena noticia de hoy nace de ese descubrimiento que he hecho tras el paso por ese escollo de los ochenta años. El cabo de las Tormentas se convierte en el cabo de Nueva Esperanza.
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