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Abdul Naser Noorzad
Abdul Naser Noorzad
¿Por qué Moscú busca una mayor influencia en Afganistán, sabiendo bien que el Talibán es el resultado de una ingeniería geopolítica de EE.UU.?

Para muchos observadores, la inesperada decisión de Rusia de reconocer oficialmente al Talibán—pese a las persistentes preguntas sobre el origen del grupo como producto de las políticas estadounidenses, la presencia de organizaciones terroristas en suelo afgano, el colapso repentino de las inversiones de EE.UU., y los esfuerzos contradictorios de Rusia por contener o avivar la inestabilidad en Asia Central—puede parecer desconcertante y paradójica.

Moscú ha demostrado que a veces actúa en solitario en momentos críticos

Comencemos este análisis con una pregunta aparentemente simple pero crucial: ¿reconoció Rusia a los talibanes en consulta con China y otras grandes potencias? Si la respuesta es afirmativa, entonces se habría formado un consenso regional e internacional sobre el nuevo orden en un Afganistán controlado por los talibanes. Pero si la respuesta es negativa: ¿hasta dónde está dispuesta Rusia a asumir los riesgos de esta medida tan arriesgada?

Es un movimiento simbólico en la rivalidad entre Oriente y Occidente, no un cambio en la geopolítica regional

Tras el inesperado reconocimiento del Emirato talibán por parte de la Federación Rusa, se desató una ola de conmoción en las redes sociales y los círculos políticos. Este hecho provocó reacciones tan generalizadas que dominó las noticias y los relatos mediáticos. Sin embargo, desde una perspectiva realista, ¿qué ha cambiado realmente para justificar tal pánico entre nuestra gente?

Todos son producto de la misma mentalidad extremista

Los talibanes representan una realidad amarga y compleja, muy distinta a la imagen que se proyecta de ellos como un socio sincero en la lucha contra el terrorismo. Presentar a este grupo como aliado en la lucha antiterrorista, mientras acoge a algunas de las redes terroristas más peligrosas, forma parte de un juego táctico e inteligente sumamente peligroso.

Tras las tensiones militares entre Irán, Israel y Estados Unidos, Teherán busca ahora fortalecer y activar su frente oriental. La presencia de redes dormidas de inteligencia con altos niveles de infiltración dentro de la sociedad iraní ha quedado al descubierto como el mayor fracaso de los servicios de inteligencia de la República Islámica en sus estimaciones sobre un posible enfrentamiento con Israel.

Andréi Bélousov, ministro de Defensa de Rusia, advirtió durante la reunión de los ministros de Defensa de los países miembros de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) que las amenazas de seguridad provenientes de Afganistán siguen vigentes y que continúa el traslado de combatientes extremistas desde Siria hacia Afganistán. Sin embargo, el propio comportamiento de Rusia frente a esta amenaza ha sido todo menos transparente o coherente.

Tras el reciente alto el fuego, Irán se encuentra al borde de tomar una decisión estratégica crucial. Este alto el fuego, muy probablemente, no será duradero, ya que no es el resultado de un acuerdo directo entre Irán e Israel, sino más bien producto de un pacto temporal entre tres grandes potencias: Estados Unidos, Rusia y China. Tan pronto como este equilibrio frágil se desestabilice, el alto el fuego perderá su validez.

Abbas Araqchi está en Moscú. Un viaje que se realiza precisamente en medio de crecientes tensiones militares entre Irán e Israel. Según se informa, Araqchi lleva un mensaje directo del líder supremo, Ali Jameneí, para Vladimir Putin. En esa carta, el líder de la República Islámica solicita apoyo político, militar y estratégico de Rusia frente a Estados Unidos e Israel.

Según las normas diplomáticas, la firma de tratados, acuerdos bilaterales y compromisos interestatales en los ámbitos político, económico, militar, cultural y regional genera obligaciones recíprocas para los Estados. Los países, al considerar el nivel de amenazas, oportunidades estratégicas, capacidades geopolíticas y beneficios a largo plazo, deciden celebrar este tipo de pactos.

En el discurso sobre qué factores llevaron a Israel a enfrentarse con la República Islámica de Irán, y por qué esta crisis tiene el potencial de convertirse en un conflicto internacional, intervienen una serie de factores geopolíticos, ideológicos, militares y económicos. El expansionismo, los ideales supranacionales, las tendencias extremistas, la codicia económica y las alianzas ideológico-militares desempeñan un papel importante en este enfrentamiento.

Teniendo en cuenta la grave situación del enfrentamiento militar entre Israel e Irán, analizo este nuevo contexto bélico y sus efectos sobre la inestable situación política y de seguridad de Afganistán. De forma resumida, puede decirse que el enfrentamiento entre Irán e Israel involucrará inevitablemente a actores poderosos del escenario global. En este contexto, Afganistán representa uno de los terrenos más adecuados para desafiar a cualquiera de estos actores.

Dedicaré este análisis a la pregunta de por qué Haqqani no es quien imaginamos. Y cómo la percepción optimista que se forma sobre él distorsiona y desvía el análisis más allá de los acontecimientos futuros en Afganistán. Haqqani es una opción irremplazable en los cálculos y planes transregionales de Pakistán. Los Haqqani han servido durante mucho tiempo a los intereses de Pakistán y se han alineado con los planes de Estados Unidos.

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