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​El reconocimiento de los talibanes: ¿espejismo de poder o jugada geopolítica?

Es un movimiento simbólico en la rivalidad entre Oriente y Occidente, no un cambio en la geopolítica regional
Abdul Naser Noorzad
sábado, 5 de julio de 2025, 12:08 h (CET)

Tras el inesperado reconocimiento del Emirato talibán por parte de la Federación Rusa, se desató una ola de conmoción en las redes sociales y los círculos políticos. Este hecho provocó reacciones tan generalizadas que dominó las noticias y los relatos mediáticos. Sin embargo, desde una perspectiva realista, ¿qué ha cambiado realmente para justificar tal pánico entre nuestra gente? ¿Acaso los talibanes, antes del reconocimiento ruso y el posible apoyo de otros estados, eran distintos de los talibanes de hoy? ¿Este reconocimiento les otorga alas nuevas para escapar de la justicia histórica? ¿Son los talibanes no reconocidos de ayer inherentemente más débiles que los de hoy, oficialmente reconocidos? No debemos exagerar este asunto hasta el punto de perder su esencia entre la niebla de los análisis y las especulaciones.


Lo que realmente hace más peligrosos a los talibanes no es el reconocimiento de unos cuantos estados oportunistas, sino nuestras expectativas equivocadas de que los extranjeros donarán a este grupo rebelde. Estos estados están explotando la situación para avanzar en sus agendas de seguridad y aventuras geopolíticas. En realidad, el reconocimiento externo —ya sea de Rusia o de otros— no cambia el equilibrio de poder interno de Afganistán. Los talibanes siguen careciendo de legitimidad social y política, enfrentando el rechazo popular, la resistencia local y el fracaso en la gobernanza. Ningún reconocimiento, especialmente de potencias depredadoras, puede brindarles la estabilidad que buscan.


Tanto los talibanes como los estados que consideran reconocerlos saben bien que «en tiempos malos, no hay hermanos». En momentos de crisis, ningún poder colonial acudirá en auxilio de los talibanes. Tras los atentados del 11 de septiembre, incluso Pakistán —el patrón tradicional de los talibanes— los traicionó por sus propios intereses al negociar con Estados Unidos. Si hoy Rusia, China u otros estados regionales reconocen a los talibanes, ¿qué los protegerá de la ira internacional? Estos países pueden tener capacidad para brindar apoyo, pero ninguno se comprometerá a un respaldo a largo plazo. El reconocimiento sin apoyo real no es más que un gesto diplomático, palabras sobre el papel sin valor real.


Incluso si más estados reconocen a los talibanes, estos seguirán aislados económicamente y bajo sanciones de Estados Unidos y el sistema financiero mundial. La pobreza, el colapso de la gobernanza y las crisis se intensificarán. Este reconocimiento es simplemente una forma en que los estados regionales buscan ventajas en seguridad, convirtiendo a los talibanes en peones de complejos juegos de inteligencia y seguridad, debilitándolos aún más en el proceso.


El reconocimiento no cambia la geografía de las amenazas de Afganistán. El Estado Islámico, Al Qaeda y otras redes terroristas seguirán haciendo del país un foco de peligro regional y global, sin importar cuántos estados reconozcan a los talibanes. Dichos reconocimientos no conllevan compromisos para proteger Afganistán de mayores amenazas; buscan equilibrar las rivalidades entre Oriente y Occidente. No existe un enfoque regional unificado ni estratégico para reconocer a los talibanes; cada país actúa según sus propios intereses y desafíos. Esta desunión convierte a los talibanes en actores frágiles y temporales en los cálculos regionales.


No hay razón para entrar en pánico. Incluso la república respaldada por Occidente, con legitimidad internacional y participación activa en la comunidad global, no pudo evitar el colapso. Los talibanes aún están muy lejos de consolidar el poder, carecen tanto de la capacidad como de la legitimidad necesarias para estabilizar su gobierno. ¿Por qué temer los gestos tácticos y motivados por la seguridad de unos cuantos estados oportunistas que poco valoran los derechos humanos, las libertades o la dignidad?


El reconocimiento de los talibanes no mejorará su posición popular ni garantizará su supervivencia. Es un movimiento simbólico en la rivalidad entre Oriente y Occidente, no un cambio en la geopolítica regional. El valor actual de los talibanes es meramente de tipo securitario y no son fiables en las grandes ecuaciones estratégicas. Ningún reconocimiento formal puede prolongar la vida de un régimen tan ajeno a los valores humanos de hoy.

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