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Llucià Pou Sabaté
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"Nada de lo que he hecho tiene valor", "Mi vida no tiene sentido", "Todo lo que toco se arruina". Frases como estas son mucho más que síntomas de malestar emocional

"Nada de lo que he hecho tiene valor", "Mi vida no tiene sentido", "Todo lo que toco se arruina". Frases como estas no son solo síntomas de malestar emocional: son generadoras activas de sufrimiento. Cuando no las identificamos a tiempo, pueden formar un bucle de pensamiento negativo que coloniza toda nuestra experiencia interior, como un virus informático que colapsa el sistema operativo de nuestra mente.

En tiempos de cambio acelerado, apostar por el desarrollo personal en el entorno laboral no es un lujo, sino una estrategia imprescindible para alcanzar productividad y plenitud

En un entorno laboral cada vez más cambiante, donde la automatización, la incertidumbre y la presión por los resultados marcan el ritmo diario, reinventarse no es una opción, sino una necesidad. La obra del Dr. Mario Alonso Puig, Reinventarse, nos invita a descubrir una nueva forma de entender el crecimiento profesional a partir del desarrollo interior. ¿Cómo gestionar las emociones, potenciar la resiliencia y recuperar la motivación?

La mejor edad para retirarse es aquella en la que uno sienta que ha cumplido con sus objetivos profesionales y personales, independientemente de lo que diga el calendario

La jubilación tradicional, ese momento marcado en rojo en el calendario donde se supone que debemos colgar definitivamente nuestras herramientas de trabajo, está siendo cuestionada por una nueva generación de profesionales y empresarios. Cada vez más personas optan por continuar activas laboralmente más allá de la edad convencional de retiro.

¿Qué queda del ideal democrático? ¿Dónde están el sentido del deber, la humildad del servidor público, la grandeza del oficio político?

Cuenta Arturo Pérez-Reverte en su crónica algo tan brutal como cierto. No es necesario compartir cada palabra para reconocer en su mirada —afilada, callejera, visceral— un sentimiento que muchos ciudadanos experimentan a diario: el asco. Sí, el asco político. No el que nace de una ideología, sino el que brota al comprobar, una y otra vez, que el poder se ha convertido en un club cerrado de oportunistas con carnet.

En tiempos donde la autoridad suele confundirse con autoritarismo, y el liderazgo con mera capacidad de mando o visibilidad mediática, urge recuperar una verdad olvidada: liderar no es dominar, sino inspirar; no es imponerse, sino ofrecerse; no es estar por encima, sino estar al servicio.

En una época donde el estrés cotidiano parece inevitable, un movimiento creciente aboga por una filosofía radical: dejar de pelear completamente. No se trata de rendirse ante las injusticias, sino de reconocer el precio que pagamos cada vez que entramos en conflicto con otros.

Vivimos en un mundo dominado por el ruido y la prisa. Nuestras mentes están constantemente bombardeadas por pensamientos, preocupaciones y distracciones. En este contexto, la meditación emerge como una herramienta fundamental para encontrar equilibrio, claridad y bienestar.

Vivimos en un mundo hiperconectado, pero paradójicamente cada vez más polarizado. Las redes sociales, los entornos laborales, incluso las comunidades de vecinos se convierten en escenarios donde los malentendidos y las tensiones florecen con facilidad.

En 1961, Adolf Eichmann se sentó en el banquillo de los acusados en Jerusalén. Se le acusaba de ser uno de los principales organizadores de la Solución Final, el plan sistemático de exterminio del pueblo judío. Ante el tribunal, Eichmann no se presentó como un monstruo ni como un ideólogo nazi, sino como un funcionario gris que “solo cumplía órdenes”.

Los recientes disturbios en Torre Pacheco no son un fenómeno aislado, ni una consecuencia directa del islam, como algunos titulares buscan sugerir. Lo que ha estallado —como en otras periferias silenciosas— es el hartazgo de un abandono que lleva años cocinándose. Arde la exclusión, no la religión. Lo que se quema es la desidia institucional, la fractura social y el vacío espiritual.

La crisis de la vivienda en España no puede explicarse únicamente por las leyes del mercado. Es, en gran medida, el resultado de políticas ineficaces y de administraciones públicas que parecen más centradas en recaudar que en garantizar el acceso de los ciudadanos a un hogar digno.

En un mundo donde el cambio es la única constante, las estructuras empresariales tradicionales enfrentan grandes desafíos. Según estimaciones de expertos, el 75% de las empresas que dominarán los mercados en los próximos 20 años aún no se han creado. Este dato pone de manifiesto que la adaptabilidad y la innovación serán claves para la supervivencia empresarial.

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