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Para Iker Augusto Zarco Sánchez
¿Desde qué ventana del mar profundo me ves? En las intermitentes llamaradas estás pero no estás, dentro de boreales espejismos te encuentro. Cabalgas solo sobre el llano hacia la sombra y el campo nos une al arraigo de la palabra. Estrellas, corales, moluscos y crustáceos son arrastrados a la orilla, mientras tus ojos entre la arena despiertan.
Estamos donde queremos estar, adentro. El rumbo nos guía hacia el horizonte, allí donde el cielo es el mapa del poema y las estrellas, el lenguaje del comienzo. Este presente es una boca que renace en las alas de lo impredecible. Cabalgamos en nuestras sombras para descubrirnos y el campo nos cubre con sus flores sempiternas, que reflejan con sus manecillas el umbral marino del sueño.
Dejo fluir el cauce de los hechos hasta que de nueva cuenta aparezcas en el amanecer contenido en mis manos. Siento la brisa de tu piel en la luz incesante, me ciego para verte. El tiempo se detiene y el oleaje que aún nos espera recrea tu mirada.
“Yo nací entre los hombres, y entre las mujeres. Entre los humanos. Pero no me sentía como ellos. Sabía que existía algo superior a todo lo que veía. Un día hallé esta historia, la historia más ocultada, deformada, falseada y burlada -y a la vez la más colosalmente hermosa y violenta- que ha existido en esta tierra. La historia de los animales sometidos y esclavizados por los humanos en las sociedades modernas y antiguas. Entonces supe quién era entre todos ellos, qué tenía que decir, y qué hacer. Y comencé por detallar los holocaustos.
Editorial Leviatán, de Buenos Aires, publicó recientemente una nueva entrega del autor local, que se suma a la extensa trayectoria en el género que acredita Revagliatti desde su inicial Obras completas en verso hasta acá, de 1988. Uno de los poetas argentinos más originales, de más vasta producción y más traducido a otras lenguas de la generación de los 80.
Las manecillas del reloj regresaron al mismo punto por el que transitaron ayer, el calendario está en la misma fecha, situación irrepetible por siempre en la nomenclatura gregoriana. Frente a la ventana, ella pierde su mirada en el infinito, una maleta de cuero café depositada en el piso está a su costado.
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