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El profesor coreano de la Universidad de Berlín radiografía la actual deriva de la humanidad filosamente

​Reseña de “La sociedad del cansancio”, de Byung-Chul Han

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Adquirí por casualidad el pequeño librito amarillo de título “La sociedad del cansancio” (Herder, 2022) cuando el otro día fui a dar una vuelta por la Casa del Libro y lo vi sobre la mesa de novedades filosóficas. Y tras leerlo en hora y pico (preso durante todo el cronológico segmento lector de un acuciante vértigo interno, tengo que decir), sentí el impuso de escribir mis impresiones al respecto, toda vez que sus páginas exponen un diagnóstico certero por demás de la lógica que impera en estos días inciertos para el humano vivir. El profesor Byung-Chul Han (un hermético con causa) teoriza de la manera más afinada y aprehensible acerca de los sutiles males que nos acechan, provenientes de nosotros mismos por haber asimilado una deriva falsamente edificante, y lo hace mediante un tratado filosófico en el que recurre al auxilio de clásicos como Nietzsche, quien con tanta y tan controvertida lucidez atisbara tanto.


El profesor Han observa que en el culto a la homogeneidad que se nos viene imponiendo en este nuevo siglo de manera sutil reside un elevado componente de letalidad, ya que en la positividad que todo lo anega no reside un mínimo atisbo de prevención contra nada, lo que acaba por producir ansiedad y una nutrida pléyade de patologías mentales. Aduce el autor en su libro el paso de la sociedad entrevista por Foucault (de la obediencia) a otra nueva (del rendimiento). Esta nueva es una sociedad a la que ya no rige el “no” como regía dicho adverbio en la precedente (generando locos y criminales); así, ahora produce depresivos y fracasados. Se habría pasado del deber al poder.


Apoyado en Nietzsche, Byung-Chul Han apunta: “Al nuevo tipo de hombre, indefenso y desprotegido frente al exceso de positividad, le falta toda soberanía. El hombre depresivo es aquel ‘animal laborans’ que se explota a sí mismo, a saber: voluntariamente, sin coacción externa” (p. 29).

Nos hace ver el profesor que la actual sociedad sin cortapisas es donde el ser humano se colapsa: “El lamento del individuo depresivo, ‘Nada es posible’, solamente puede manifestarse dentro de una sociedad que cree que ‘Nada es imposible’” (p. 30), se suscitaría, así, ese vértigo intrínseco y paradójico: “Esta autorreferencialidad genera una libertad paradójica” (p. 31).


En este libro el autor nos apercibe del cambio social perpetrado por la humanidad, al querer esta acabar con la frustración que comportan el fracaso y la negación. Apunta el hecho de que en el siglo XX estuvieran establecidos unos parámetros de amistad-enemistad, los cuales situaban al hombre en uno u otro lugar, haciéndose este acreedor de una serie de prevenciones, de las que ahora, en plena laxitud de la lógica antedicha, no hace uso, bajando confiadamente la guardia. Byun-Chul Han expone tal vicisitud mediante una metáfora biológica, aduciendo que el aparato inmunológico-social no se refuerza en un mundo aparentemente positivo e integrador, sobreviniendo, por ello, como decíamos más arriba, innumerables patologías mentales ante la insignificancia humana frente a un mundo inconmensurable e intrincado. Trae Han entre otros a Nietzsche (también lo señalábamos), mostrándonos su vigencia, no en vano, el pensador alemán atisbó tales circunstancias cuando el hombre no asiera su emocional estabilidad a confesionales opiáceos, por ejemplo.


Hoy el ser humano transita desestabilizado y autoimponiéndose las tiranías que otrora lo constreñían por cuenta ajena. De la opresión, apunta Han, se ha pasado al desaforado rendimiento, producto este de una sobreestimulación que impide disfrutar la vida por haber quedado defenestrado el espíritu contemplativo, ese que engendraba avances sustanciales para el colectivo devenir.


“La sociedad cansada” es una tan afinada como audaz radiografía del tránsito a unos tiempos extraños en los que la ausencia de parámetros sólidos suscita innumerables patologías fruto de la indefensión que ha supuesto la caída de los pilares en que se venía sustentando la vida colectiva de las sociedades humanas.

​Reseña de “La sociedad del cansancio”, de Byung-Chul Han

El profesor coreano de la Universidad de Berlín radiografía la actual deriva de la humanidad filosamente
Diego Vadillo López
martes, 22 de noviembre de 2022, 10:45 h (CET)

20221120 185904

Adquirí por casualidad el pequeño librito amarillo de título “La sociedad del cansancio” (Herder, 2022) cuando el otro día fui a dar una vuelta por la Casa del Libro y lo vi sobre la mesa de novedades filosóficas. Y tras leerlo en hora y pico (preso durante todo el cronológico segmento lector de un acuciante vértigo interno, tengo que decir), sentí el impuso de escribir mis impresiones al respecto, toda vez que sus páginas exponen un diagnóstico certero por demás de la lógica que impera en estos días inciertos para el humano vivir. El profesor Byung-Chul Han (un hermético con causa) teoriza de la manera más afinada y aprehensible acerca de los sutiles males que nos acechan, provenientes de nosotros mismos por haber asimilado una deriva falsamente edificante, y lo hace mediante un tratado filosófico en el que recurre al auxilio de clásicos como Nietzsche, quien con tanta y tan controvertida lucidez atisbara tanto.


El profesor Han observa que en el culto a la homogeneidad que se nos viene imponiendo en este nuevo siglo de manera sutil reside un elevado componente de letalidad, ya que en la positividad que todo lo anega no reside un mínimo atisbo de prevención contra nada, lo que acaba por producir ansiedad y una nutrida pléyade de patologías mentales. Aduce el autor en su libro el paso de la sociedad entrevista por Foucault (de la obediencia) a otra nueva (del rendimiento). Esta nueva es una sociedad a la que ya no rige el “no” como regía dicho adverbio en la precedente (generando locos y criminales); así, ahora produce depresivos y fracasados. Se habría pasado del deber al poder.


Apoyado en Nietzsche, Byung-Chul Han apunta: “Al nuevo tipo de hombre, indefenso y desprotegido frente al exceso de positividad, le falta toda soberanía. El hombre depresivo es aquel ‘animal laborans’ que se explota a sí mismo, a saber: voluntariamente, sin coacción externa” (p. 29).

Nos hace ver el profesor que la actual sociedad sin cortapisas es donde el ser humano se colapsa: “El lamento del individuo depresivo, ‘Nada es posible’, solamente puede manifestarse dentro de una sociedad que cree que ‘Nada es imposible’” (p. 30), se suscitaría, así, ese vértigo intrínseco y paradójico: “Esta autorreferencialidad genera una libertad paradójica” (p. 31).


En este libro el autor nos apercibe del cambio social perpetrado por la humanidad, al querer esta acabar con la frustración que comportan el fracaso y la negación. Apunta el hecho de que en el siglo XX estuvieran establecidos unos parámetros de amistad-enemistad, los cuales situaban al hombre en uno u otro lugar, haciéndose este acreedor de una serie de prevenciones, de las que ahora, en plena laxitud de la lógica antedicha, no hace uso, bajando confiadamente la guardia. Byun-Chul Han expone tal vicisitud mediante una metáfora biológica, aduciendo que el aparato inmunológico-social no se refuerza en un mundo aparentemente positivo e integrador, sobreviniendo, por ello, como decíamos más arriba, innumerables patologías mentales ante la insignificancia humana frente a un mundo inconmensurable e intrincado. Trae Han entre otros a Nietzsche (también lo señalábamos), mostrándonos su vigencia, no en vano, el pensador alemán atisbó tales circunstancias cuando el hombre no asiera su emocional estabilidad a confesionales opiáceos, por ejemplo.


Hoy el ser humano transita desestabilizado y autoimponiéndose las tiranías que otrora lo constreñían por cuenta ajena. De la opresión, apunta Han, se ha pasado al desaforado rendimiento, producto este de una sobreestimulación que impide disfrutar la vida por haber quedado defenestrado el espíritu contemplativo, ese que engendraba avances sustanciales para el colectivo devenir.


“La sociedad cansada” es una tan afinada como audaz radiografía del tránsito a unos tiempos extraños en los que la ausencia de parámetros sólidos suscita innumerables patologías fruto de la indefensión que ha supuesto la caída de los pilares en que se venía sustentando la vida colectiva de las sociedades humanas.

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