Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Sexo | Algo más que palabras | Valores | Diálogo | Convivencia | Reflexiones

La estética contemplativa

“Cada día son más los que necesitan una vía de escape para salvar sus vidas, por lo que toda política ha de ser más poética que poderosa"
Víctor Corcoba
jueves, 5 de mayo de 2022, 09:12 h (CET)

“Cada día son más los que necesitan una vía de escape para salvar sus vidas, por lo que toda política ha de ser más poética que poderosa, centrada en las desigualdades e integradora, para huir de los males que nos asolan”.


En los tiempos actuales me quedo con la lúcida sensación del intelecto; puesto que, tan significativo como rebajarse para sentir la verdadera grandeza, despojados de los deleites y los vicios mundanos, es bajarse del motor de la cotidianidad para despertar el sentido estético y contemplativo, que es lo que verdaderamente nos pone en sano movimiento, con su providencial abecedario de asombros.


Muchas veces pienso que nos falta diálogo social, concebirnos como ciudadanos del mundo, sentirnos familia, que es lo que contribuye a encontrar formas de unión y unidad y de observación conjunta. Aquí debe comenzar el sueño, un anhelo que ha de ser posible; se trata de sembrar sin apartar, de desarrollarse sin debilitar los vínculos de la identidad, y de suscitar entusiasmo sin irrumpir en la libertad de cada cual, dueño de su propia existencia en todo momento y lugar.


De nada sirve el galopar, el precipitarse, sino entramos en comunión con otros estilos de vida  más responsables. Ahora, lo que nos conviene es saber detenernos a tiempo, disfrutar de aquello que nos circunda y nos habla vadeando el silencio, alimentarnos de su espíritu y alentarnos con su fortaleza, para poder reencontrarnos con ese espacio interior, que es el que nos da vida y nos hace humanos.


Indudablemente, hoy más que nunca, necesitamos saciarnos de esa observación esplendorosa y resplandeciente que se sumerge en el canto del universo, en la naturaleza de la que formamos parte y a la que nos debemos,  lo que nos exige una mayor protección nuestra. En el fondo, las mundanidades son una cuestión de decencia o indecencia de nuestras propias estructuras mentales y experiencias.


Sea como fuere, y antes de que el estrés nos lleve a todos a la horca de la desesperación; y, por ende, a la desaparición; hemos de valorar la riqueza natural y cultural de sus territorios. Todos estamos vinculados a todo. Hagamos corredores humanitarios, pero también biológicos, en favor de todos los procesos y sistemas relacionados con la savia. Fraternicémonos con prácticas de escucharnos. Salgamos de los extremos. Creemos entornos más saludables. El clamor desgarrador está ahí, en cualquier lugar del globo hay un enorme vacío y una enorme multitud de obstáculos que nos dejan sin palabras, a la espera de una mano consoladora, ante el aluvión de masacres que a diario producimos. Sólo hay que ver el sufrimiento de las poblaciones. Cada día son más los que necesitan una vía de escape para salvar sus vidas, por lo que toda política ha de ser más poética que poderosa, centrada en las desigualdades e integradora, para huir de los males que nos asolan.


Ante esta atmósfera de crisis, dentro de otros trances, que avivan la desmoralización e impotencia; hemos de buscar el modo y la manera de elevarnos, no para apartarnos de las situaciones concretas, sino para volver a ellas con otro semblante, deseosos de vencer el miedo y la angustia, mediante formas sensibles al servicio de una humanidad necesitada de bondad y armonía. Ojalá retornemos al espíritu estético de los valores, maduremos en reverenciar la estima, el embellecernos explorándonos internamente, corrigiendo andares  y ratificando visiones con otra mística más donante y sublime, fruto de una imaginación que va más allá de lo habitual. 



Lógicamente, tenemos que ser restauradores cabales ante el cúmulo de discordancias que nos destruyen o de temores que nos inundan. Personalmente, la mejor estética contemplativa que yo veo, es la de una sociedad libre y democrática, en la que todos podamos vernos con iguales posibilidades para hacer tronco común, y así poder reconstruir el árbol de la concordia, en un mundo diverso, en el que no pueden caber fronteras ni frentes. El hermoso espíritu de la globalización, formulado a través de la avenencia de todos los pueblos, nos favorecerá como generación, en la medida en que activemos el vínculo de la fidelidad. Al fin y al cabo, sabemos ya que no podemos estar aislados, que nos necesitamos unos a otros, pues hagámoslo realidad. No dejemos para mañana, entonces, la reconstrucción de la ornamental viviente; esa artística luz, que nos llama a saber vivir seriamente por dentro y a convivir hermanados, en una ennoblecida piña comunitaria.

Noticias relacionadas

El nuevo papa, León XIV, ha recibido el pasado sábado —puertas cerradas, Aula del Sínodo, liturgia intacta— a los cardenales de toda estirpe y procedencia, no sólo a los que alzaron la mano en su favor. Entre cirios, anillos y latinajos, les ha explicado por qué ha escogido un nombre con más hierro que incienso: en honor a León XIII, el pontífice que se atrevió con la cuestión obrera cuando la Iglesia aún olía más a incienso que a fábrica.

La vida, sobre todo cuando se dilata por el transcurso de los años, te somete a momentos en las que tienes que hacer de tripas corazón, asumirlos con dignidad o rendirte. También con una buena dosis de dignidad. El encuentro con las diversas situaciones de tu vida van deteriorando tu capacidad de encaje, entonces te llega el momento en que te planteas si vale la pena seguir luchando o dejarte llevar por la corriente que te rodea y vivir en paz el presente. Pero sin futuro.

En un tiempo donde lo que se aparenta muchas veces vale más que lo que se es, hay quienes han hecho del estatus su escudo, del apellido su bandera y del dinero un pedestal desde el que miran al resto, como si el mundo fuese un teatro de castas en el que ellos, por supuesto, ocupan siempre el primer plano. Es el culto a la vanidad, esa enfermedad silenciosa del alma que disfraza la humildad de altivez.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto