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Dicen que la historia la escriben los ganadores. Yo añadiría que, posteriormente, cuando pueden, la reescriben los perdedores. Estimo que ambas partes carecen de una visión objetiva. Sus protagonistas viven obcecados por un subjetivismo extremo y sus descendientes enturbian su conocimiento con las deformaciones transmitidas desde una visión parcial e interesada.
Pueden creerme si les digo que el título queda muy lejos de la simple metáfora, al menos en lo que a mi biografía personal se refiere ¿Cuándo pierde uno la inocencia? Supongo que a esta pregunta cada cual responderá de una manera. Habrá quien la pierda tras una experiencia decepcionante que le abre los ojos, o en medio de un viaje iniciático. Quizá en un burdel barato invitado por un tío legionario. Y habrá quien no la pierda nunca porque nunca le afectó tal cosa.
Algo extraño está envenenando la convivencia del ser humano. Algo extraño está cegando la bondad humana. Algo, difícil de comprender, está utilizando “lo recibido gratuitamente”, para exterminar la inocencia, la ilusión, la esperanza, la familia, el futuro… Algo, con nombre y apellido, avanza lentamente, acompañado siempre por el “silencio cobarde” de una sociedad que se apellida así misma “avanzada”.
Esta pasada semana hubiera cumplido 79 años un admirado genio de la literatura sudamericana, Osvaldo Soriano. Y me recordó parte de su obra una admirable columna periodística del intelectual y activista político paraguayo Aníbal Saucedo, sobre la polémica que envuelve a todos los grandes protagonistas de la historia paraguaya.
Nos han pintado un mundo, que “ellos" no habían creado. Nos han colocado en medio “como figurantes”, simplemente de paso. Nos han vestido con “la ilusión de otros”. Nos quieren hacer vivir sin creatividad personal, “como bestias atemporales…”
En el día de Todos los Santos muchos de nosotros volvemos nuestra atención a los amigos y parientes que ya no están entre nosotros físicamente. Es una fecha para recordarles y honrar su memoria, bien cómo para compartirlo con los que todavía pueden hacerlo.
Sólo las personas que observan , reflexionan, y la “convivencia social” es su principio fundamental, memorizan la historia. Sólo las personas que han conseguido lo que tienen a base de ilusión, de esfuerzo y corrección del pasado, encontrarán un futuro mejor. Sólo aquellos que saben escuchar y comprobar objetivamente, serán ellos en libertad.
A pesar de la evidencia en sentido contrario, seguimos con los comentarios rotundos sobre los hechos sucedidos. Pronto descubrimos la incongruencia de dicha rotundidad por la gran podadera integrada en la memoria; de manera inocente o manipuladora. No sólo por la sumación de datos, ya de por sí inabarcable; la dinámica de las múltiples peculiaridades es incesante, incluso varía a través del tiempo, evolucionan sus rasgos principales.
Al parecer la pandemia Covid-19 va desapareciendo. Las puertas van abriéndose a una nueva libertad llena de recuerdos. Sirva este pequeño memorándum como recuerdo afectuoso. Amigos, todos, es difícil perdonar, lo sabemos, pero, allá donde os encontréis queremos que sepáis que aquí, en este lodazal, donde nos encontramos, hay muchos amigos vuestros que, todos los días, al amanecer, abren sus ventanas y gritan vuestros nombres
En este septiembre, aún huraño, del ejercicio y curso que comienza, nos animamos a programar y a asistir a actividades culturales. Se celebran actos como el del pasado fin de semana en Almagro. Cierto que hubieran sido preferibles más homenajes en vida del protagonista, no a título póstumo, pero ahí está la promesa del gobernante de hacerlo “hijo predilecto”.
Lo peor es querer olvidar por desprecio, por acuerdos políticos y porque, para algunos, las personas en las nuevas sociedades son utensilios de usar y tirar. Una sociedad con memoria podrida, sólo recuerda lo que interesa a sus gobernantes. Creo que nuestro pasado es el presente para muchos. Si olvidamos la historia, el presente es frío, sin sentimientos, indiferente... Así no merece la pena vivir
Resulta normal que a la muerte del dictador la España Una, Grande y Libre ocupase la cola de países subdesarrollados. Ni se entiende cómo llegó un solo españolito vivo a los años setenta, y menos aún que los jóvenes tuvieran ganas de guateques y demás relajos libertinos. Misterios de la vida.
Hace bastantes años, allá por los 60-70, impartía lo que se conocía como docencia, en un importante colegio religioso de la capital. En aquellos días la docencia estaba influenciada por la situación política: educación para una buena convivencia y orientación profesional para un equilibrio personal. El sistema educativo, el que yo practiqué, estaba basado en la reflexión y en la deducción..., la memoria en los libros.
La situación de nuestro país no ha cambiado, incluso ha empeorado, y hay empeñados en ir haciendo desaparecer nuestra historia, nuestra memoria. Recordar una de nuestras mejores historias cada cien años, máxime cuando los niños no la conocen en la escuela, me parece fatal. Menos mal que hasta ahora en Granada celebramos el dos de enero de cada año el día de la toma, aunque cada vez con más contradictores.
La imagen que se me aparece de un tiempo a esta parte, cuando se marcha una parte de la cultura popular que he mamado desde que tengo uso de razón, es la de un par de tramoyistas que aparecen por el escenario para llevarse algo de él. Dos maniquís, un bafle, un perchero, un póster dedicado, no importa muy bien lo que sea. El hueco que queda es como el de cualquier cosa que no valoramos demasiado mientras creemos que está en su sitio.
Cerca de un 40% de las personas que sobrepasan los 60 años dicen sentir algún tipo de deterioro cognitivo o notan que tienen peor memoria que antes. Aunque, como decimos, esto no es motivo de preocupación ya que es un proceso normal, se puede ralentizar. Para ello, un primer paso puede ser tener un calendario o una agenda para ubicarse temporalmente y tener referencias.
Para quienes escuchan por primera vez del Doctor Cosquillas les comparto que él era de profesión médico, pero durante más de veinticinco años —caracterizado de payasito— llevó alegría y esperanza a niños enfermos, muy especialmente a quienes presentaban algún padecimiento terminal.
Uziel era un tipo docto en la historia de las ciencias de la salud en nuestro país y un referente en Latinoamérica, sin embargo, tenía una sencillez en su trato que de no ser por la presentación que de él hacían sus amigos, lejos estaría su interlocutor de saber el prestigio de la persona que tenía enfrente.
Vamos a ver, aquí solo hace falta tener clara una casa: Mando yo. Eso sí, podemos gestionarlo de dos maneras. En la primera yo hago como que miro a otro lado, y vosotros vivís como si manejarais vuestra vida.
La historiografía política paraguaya, como las cosmogonías bárbaras, es un género literario que integrado por un conglomerado de relatos donde la ficción, la realidad y el surrealismo son como aquellas tres cabezas unidas a un solo cuerpo del guardián canino que custodiaba el ingreso al inframundo.
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