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Estas son las palabras póstumas —compartidas en la red social X y emitidas por la cadena Al Jazeera— de Anas al-Sharif, un periodista palestino de 28 años que murió el 10 de agosto en Gaza en un ataque aéreo israelí. Anticipando su muerte, al-Sharif escribió el mensaje en abril pasado.
Reacciones internacionales: entre la condena y la inacción Aunque organismos como la ONU, la International Federation of Journalists (IFJ) y el Committee to Protect Journalists (CPJ) han condenado enérgicamente los ataques contra periodistas en Gaza, la respuesta de los Estados ha sido tibia.
El pasado 6 de agosto se cumplieron ochenta años del bombardeo atómico sobre Hiroshima, una tragedia que marcó uno de los puntos de inflexión más oscuros del siglo XX. A las 8:15 de la mañana de 1945, el avión Enola Gay, lanzó la bomba "Little Boy", sobre la ciudad japonesa, matando instantáneamente a más de 70.000 personas e hiriendo a decenas de miles más que, en las semanas y meses siguientes, morirían por quemaduras, enfermedades y radiación.
Solo una vez en la historia mundial se detonaron armas nucleares sobre civiles. Esto ocurrió hace 80 años cuando EEUU devastó Hiroshima el 6 de agosto de 1945 y Nagasaki tres días después. Seis días después Japón se rindió. Ambas matanzas causaron 150.000-250.000 muertos.
La hambruna avanza en la Franja de Gaza y niños y adultos, incluido el personal humanitario, se desvanecen de hambre, como también los rehenes israelíes en poder de las milicias islamistas Hamas y Yihad Islámica, según se destaca en un nuevo informe de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (Unrwa).
“Nunca dejes que tus estudios se interpongan en tu formación” dice una frase atribuida a Mark Twain o a un contemporáneo suyo, el escritor canadiense Grant Allen. Desde hace unos dos años, esta idea se ha estado manifestando en diversos campus universitarios de Estados Unidos, donde los estudiantes han realizado protestas en solidaridad con el pueblo palestino y han sido objeto de acciones represivas, a menudo violentas, por parte de las autoridades.
Entre refugios, ventanas de alto el fuego y una situación humanitaria extrema, un equipo de investigadores logró preguntar a la ciudadanía gazatí cómo vive y qué espera del conflicto con Israel. El resultado es un estudio publicado en la revista Foreign Affairs, liderado por los investigadores de la UNED Laura Rodríguez-Gómez y Ángel Gómez, que revela una paradoja poderosa: incluso en medio de la devastación, hay quienes todavía creen que la paz es posible.
En 1516, una zona de tres hectáreas en la ciudad de Venecia, Italia, fue designada como el área en donde los judíos tenían que vivir. Dado que la zona se encontraba en un lugar donde antes había una planta de fundición de cobre, se la denominó “geto”, que en dialecto veneciano significa “fundición”. La práctica de confinar por la fuerza a los judíos en estos “guetos” se extendió y alcanzó su clímax más brutal y asesino bajo el régimen nazi, durante las décadas de 1930 y 1940.
La Sociedad de Periodistas (SDJ) de la Agencia France-Presse (AFP) advirtió de que sus colaboradores en la Franja de Gaza están riesgo de morir de hambre, como el resto del puñado de trabajadores de medios occidentales y decenas de miles de otros habitantes de ese territorio palestino en guerra.
Cuando hace apenas unos días exploramos la ficticia posibilidad de una “potente interposición sacra” por parte del Sumo Pontífice León XVI en la zona del conflicto bélico, nos adentramos en el reino de lo trascendente, en la esperanza de que lo divino pudiera manifestarse con fuerza transformadora en el curso de los eventos humanos. Hoy, esta noble aspiración se estrella contra la brutal realidad de Gaza.
Más de 160 organizaciones humanitarias internacionales denunciaron que los palestinos se ven obligados a morir de hambre o arriesgarse a que les disparen mientras intentan conseguir comida, y pidieron por ello el fin de la Fundación Humanitaria de Gaza (FHG) establecida por Israel y Estados Unidos.
Perdónenme mis amigos y los lectores que se hayan querido asomar al contenido de estas letras por el testimonio de dolor e indignación que siento a la hora de dar testimonio de mis sentimientos. Cuando miro atentamente la televisión para conocer las últimas noticias que con tanta persistencia nos ofrece la corrompida actividad política del país, hay un momento en que pierdo los estribos y sin poderlo evitar increpo de viva voz a los soldados israelíes.
Estamos en junio de 2025, y, desde hace más de veinte meses, somos testigos de cómo Israel lleva a cabo un genocidio, como lo califican diversos académicos judíos israelíes, así como representantes de Naciones Unidas y otros expertos internacionales. En realidad todo el que tenga ojos en la cara, tenga oídos y conozca el concepto y significado de la palabra genocidio, lo dirá igualmente.
Desde la nueva guerra entre Israel e Irán hasta las restricciones legales injustas para migrantes y refugiados, el mundo padece un desprecio por los derechos humanos que socava la seguridad y la prosperidad, según ha afirmado el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk.
Israel ha iniciado el proceso de expulsión de los integrantes de la última Flotilla de la Libertad, que apresó, fueron los que intentaron nuevamente desafiar el bloqueo que asfixia a Gaza desde hace casi 20 años, la cosa no es de ahora. Esta Flotilla, surgida en 2009 bajo la coordinación de la sociedad civil organizada, tiene como propósito enviar barcos tripulados por activistas, representantes públicos y figuras internacionales hacia la Franja de Gaza.
A ocho décadas del holocausto antisemita en Europa se viene produciendo otro contra los descendientes de los israelitas bíblicos que nunca salieron de su milenario territorio. El epicentro de este es la franja metropolitana más archi-bombardeada de la humanidad, la cual hace 3.500 años fue el principal centro administrativo, cultural, comercial y militar de "Tierra Santa".
El 25-26 de mayo Israel conmemoró el “día de Jerusalén”, pues 58 años atrás este conquistó el este de dicha ciudad. Dicho acontecimiento no fue festejado por multitudes. Solo pocos millares marcharon sobre esta. Según “Ha’Aretz”, el diario hebreo más antiguo, sus manifestantes coreaban muerte a los árabes o musulmanes, quemar aldeas palestinas o que en Gaza ya no hay escuelas o niños.
Mientras los palestinos de Gaza se hunden cada vez más “en el abismo”, casi 700.000 mujeres y niñas se enfrentan a una “emergencia silenciosa de higiene menstrual”, con graves consecuencias para su salud, protección, dignidad y derechos humanos, han destacado agencias de las Naciones Unidas. La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios y el Fondo de Población de las Naciones Unidas calculan que en Gaza se necesitan 10,4 millones de compresas sanitarias al mes.
“Seiscientos días después [del comienzo de la ofensiva israelí], la situación humanitaria en Gaza atraviesa su momento más sombrío”, afirma el último comunicado del Equipo Humanitario de las Naciones Unidas en los Territorios Palestinos Ocupados, encargado de coordinar la ayuda destinada a la población palestina.
Los bombardeos de Israel sobre la Franja de Gaza, incluida una escuela que albergaba a cientos de refugiados, mataron al menos 50 personas este lunes, agravando el clima marcado por la hambruna que amenaza a medio millón de personas, según han informado agencias de las Naciones Unidas.
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