Israel ha iniciado el proceso de expulsión de los integrantes de la última Flotilla de la Libertad, que apresó, fueron los que intentaron nuevamente desafiar el bloqueo que asfixia a Gaza desde hace casi 20 años, la cosa no es de ahora.
Esta Flotilla, surgida en 2009 bajo la coordinación de la sociedad civil organizada, tiene como propósito enviar barcos tripulados por activistas, representantes públicos y figuras internacionales hacia la Franja de Gaza. Su misión combina el envío de ayuda humanitaria con la denuncia activa de las políticas israelíes sobre los territorios palestinos ocupados y la población civil.
Hasta la fecha, ninguna expedición ha logrado alcanzar las costas de Gaza. Las embarcaciones suelen ser interceptadas mediante ataques con drones —como ocurrió recientemente con el barco Conscience cerca de Malta— o por abordajes en aguas internacionales, donde, en ocasiones, algunos participantes han sido víctimas de ejecuciones extrajudiciales.
Las ejecuciones están fuera de toda ley natural, pero Israel está fuera de toda legalidad y los asesinatos masivos diarios están a la orden del día, así que la flotilla no iba a ser menos. ¡¡Qué vergüenza y qué pena e impotencia!!
A pesar de los obstáculos, estas acciones consiguen atraer la atención internacional hacia aspectos especialmente graves del conflicto palestino-israelí. En esta ocasión, el foco ha estado en denunciar el genocidio que, según múltiples informes, se estaría, se está, cometiendo con Gaza.
Durante el último año, el informe Anatomía de un genocidio, presentado por la relatora especial de Naciones Unidas y la denuncia interpuesta por Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia, abrieron un debate global. Sin embargo, los ataques masivos, las matanzas de civiles, los bombardeos indiscriminados —como los de marzo, que causaron más de 400 muertes—, la destrucción de hospitales y convoyes humanitarios; y la devastación de infraestructuras esenciales han terminado por disolver cualquier duda. Las cifras de víctimas mortales ya superan las 54.600 según algunas fuentes y algunas otras estimaciones elevan ese número a 186.000.
Simultáneamente, Israel continúa con la ejecución de sus planes militares de ocupación total de la Franja. En mayo de 2025 se lanzó la llamada Operación Carros de Gedeón, orientada a vaciar Gaza de población palestina y permitir su futura colonización, aplicando tácticas de segmentación territorial mediante corredores y zonas de seguridad, así como el uso sistemático del hambre como arma de guerra.
Desde que Israel rompió el alto el fuego en enero de 2025, el bloqueo sobre los suministros de alimentos, agua, medicamentos y energía se ha intensificado, llevando a la Franja a una situación de hambruna crítica donde la población que queda allí encerrada sin posibilidad de huir, está literalmente, muriendo de hambre.
Las denuncias internacionales llevaron a que la gestión de la asistencia humanitaria se transfiriera a la Fundación Humanitaria en Gaza, una organización privada y militarizada que opera bajo la tutela de Israel y Estados Unidos. Sin embargo, para muchos, esta estructura sirve principalmente para apaciguar la presión internacional mientras permite el control político de la ayuda y su subordinación a los intereses estratégicos israelíes.
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