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Ángel Alonso Pachón
Ángel Alonso Pachón nació en Valladolid el mes de diciembre de 1942. Estudió con los Marianistas y con ellos, allá por los años 60-70, comenzó su trabajo como profesor de Letras, a la vez que de Latín y Griego en el colegio Santa María del Pilar (Madrid). Posteriormente colabora con la editorial Santillana en la edición de su primer diccionario de lengua española adaptado a Sudamérica. Realiza estudios de Derecho Tributario en AFIGE. Tiene la satisfacción de haber tenido como alumnos a personas, hoy profesionales de la Justicia, Notarios, Registradores, profesores de Lenguas Clásicas y abogados. Tiene el honor, y siempre el agradecimiento, de ser parte de la primera promoción del Instituto Nacional de Educación Física, José María Cagigal. Una vida llena de compromisos personales con la educación y la juventud. Ha pertenecido al foro de Madrid Tercer Milenio, centro cultural y de debate. |
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El día 29 de septiembre de este subestimado año de pandemia, la “Asociación Nacional Sociedad Civil Ahora” celebrará el “II Congreso Nacional de la sociedad civil”. Dicho evento tendrá lugar en el Ateneo Mercantil de Valencia. Recuerdo con satisfacción mi asistencia al I Congreso, celebrado en el Casino de Madrid. Personalidades de los ámbitos más representativos de nuestra sociedad, coordinaron y dirigieron el desarrollo de aquel I congreso.
El error de uno es la exageración en sus términos y formas. El otro hierra por su soberbia de “camisa y pañuelo” de señuelo elitista.
Ceuta es una realidad, mezcla de sentimientos enfrentados: uno, la españolidad histórica debilitada. Otro, el islamismo protegido y teledirigido desde Marruecos.
Estos tiempos de pandemia están siendo utilizados por muchos para intentar meternos goles por todas las escuadras: la Ley de la Eutanasia, la Ley de Protección del Menor, la Ley de Memoria Democrática, La Ley de Educación, La Ley de Libertad Sexual, en general todas con tintes de género, exclusivistas, restrictivas y contrarias a la libertad personal y a los sentimientos de una mayoría excesivamente silenciosa.
El revisionismo subjetivo de la historia suele generar la involución político social. En todo caso, si se procediese a una revisión de la historia, lo jurídico y democráticamente justo sería no poner limitaciones ni en cuanto a la época, ni en cuanto a las personas, ni en cuanto a los hechos.
El hombre siempre ha buscado “algo” o “alguien” que justifique la realidad humana, el universo en continua evolución y el “final” con sentido de esperanza. La idea de un "Dios" universal, encuadrado, con efigie humana, en unos "evangelios llenos de fe”, hace más de dos mil años, ha recorrido la historia con el pragmatismo como guía.
¿Alguien puede afirmar que todo un Gobierno, armado de leyes numantinas, no es capaz de cortar por lo sano los botellones, las fiestas multitudinarias, las reuniones en pisos cerrados, etc.? Si esto es así, es que no hay Gobierno. ¿Qué pasaría si a esas personas que están riéndose de la vida ajena, se les impusieran penas muy graves y se les aplicase inhabilitaciones para sus actividades profesionales o para sus matriculaciones estudiantiles?
Un Estado de Derecho avanzado, debidamente representado por un Gobierno íntegro, de todos y para todos, ante el título de este artículo solo debería, como ejemplo para la sociedad civil, guardar un respetuoso acatamiento y manifestar la intencionalidad de ajustar la sentencia del Tribunal Constitucional a los derechos individuales.
Hacer y deshacer no es gestionar. Convertir en consultoría todo aquello que lleva el “apellido progresista-populista” en vez de “apellido social independiente” es el gran error de un gobernante sin formación para el puesto que ostenta. El agua arrastra. La incultura arrastra. La egolatría destroza. El equilibrio hace buena toda decisión o, por lo menos, respeta la intencionalidad.
Hoy, la sociedad está pasando un proceso o, mejor dicho, le están “procesando”, con el único fin de, como en los alimentos, parecer que es feliz, parecer que está satisfecho, parecer que es él mismo. Ese proceso nos lo están imbuyendo mediante la generación generalizada de “sequedad mental”.
Situaciones pandémicas, como la actual, requieren decisiones de Estado de Alarma o de Seguridad Nacional, poniendo a disposición de las mismas a todos los medios existentes, personales y jurídicos. Si un gobierno no es capaz de dominar movimientos colectivos como los botellones, las fiestas y celebraciones incontroladas o los eventos musicales multitudinarios…, dice poco de ese gobierno.
La evolución del ser humano, en todas sus facetas sociales, va llevándonos hacía escenas bíblicas terribles que nunca soñamos ver tan cerca. El deterioro de las culturas tradicionales de una Europa, hoy común, dentro de poco no sabemos, va tomando tintes escatológicos. La globalización sin moral, ni historia cultural, nos trae lo aquí expuesto de forma mediocre, pero real.
Cada cual es muy libre de crear una asociación, fundación o partido, como, igualmente, cada ciudadanos es muy libre de vincularse al organigrama que desee. Importante en este razonamiento es saber, conocer y aceptar que cuando estos principios se elevan al concepto de 'Nación', entonces hablamos sencilla y llanamente de 'Constitución', en la que las “normas, mojones, arcenes y linderos” funcionan, mutatis mutandis, como en cualquier organigrama social.
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