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Viajaba en un viejo tren,
un desenvuelto muchacho,
leyendo un libro de ciencias
que tenía entre sus manos.
Al lado del jovencito,
viajaba un señor anciano,
que entre sus manos leía
la Biblia muy relajado.
A las claras se veía,
al mayor, entusiasmado,
disfrutando el evangelio
que en su día escribió San Marcos.
El joven al darse cuenta,
de lo que leía el anciano,
le criticó con dureza
y le llamó trasnochado.
Le dijo que eso eran “cuentos”,
que hace más de cien años,
la Revolución francesa
ya los había rechazado.
Y le parecía imposible,
que un señor tan bien plantado,
se creyese que en seis días
Dios, al mundo, había creado.
Le invitó a que se enterase,
cuanto antes, sin descanso,
de la verdadera historia
y a que no fuera un pazguato.
Como el joven se apeaba,
con carácter inmediato,
pidió al mayor que le diera
sus señas, para ilustrarlo.
Se comprometió a enviarle,
con la intención de informarlo,
todo lo que había de nuevo
para, del error, sacarlo.
El anciano venerable,
comprensivo y educado,
le entregaba su tarjeta
con un gesto solidario.
Cuando el joven estudiante,
la tuvo sobre su mano,
quiso que la misma tierra
allí lo hubiera tragado.
La tarjeta que entregó,
al azarado muchacho,
para debida constancia,
la reseño más abajo.
Profesor Doctor Louis Pasteur
Director General del Instituto de Investigaciones Científicas
Universidad Nacional de Francia
'Un poco de Ciencia nos aparta de Dios.
Mucha, nos aproxima'.
Dr. Louis Pasteur (1822-1895)
(Hecho verdadero ocurrido en 1892. Esto es parte de una biografía)
El hombre ocupa el área ocre de la pista. La mujer, el área aceituna. El hombre, debajo de una mesa liviana. Cerca y silencioso, un enanito disfrazado de enanito de jardín. El haz del “buscador”, quieto, lo ilumina. Se enloquece. Se pasea por el área ocre. Se detiene en el hombre: Romeo, el italiano. Habrán de imaginárselo: candor.
Resulta admirable encontrarse con un libro que guarda sus raíces en la investigación académica y en la fusión de las pasiones por la tradición oral y la ilustración. La cantidad de datos, citas, reflexiones minuciosas, relatos, trazos y nombres aparecen de una manera tan acertada, que en conjunto configuran ese terreno seguro donde entregarnos confiadamente a la lectura.
En el finísimo camino del hilo casi invisible / la araña desafíala terca gravedad y la engañosa distancia, / el hierro se desgastacon el frotar de la ventana, / casi una imperceptible sinfonía endulza el ambiente / cuando el viento transitaentre las grietas de la madera, / al mismo tiempo, / dos enamorados entregan su saliva el uno al otro / como si fueran enfermos recibiendo una transfusión.
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