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Quedan dos folios y quiero acabar, de letras llenar este universo muerto, quedan sólo dos por escribir, ojalá llegue a algo en mi interior de gata loca. Quiero curar mi dolor agudo en este pecho de golondrina.
Deseo lo peor a todos los que me desean lo peor, yo soy del ojo por ojo, yo soy del diente por diente... yo soy la mujer que adapta su vida a los tiempos, que vive bailando al ritmo que le marcan porque es la única manera de que ella marque el suyo. Soy una mujer alegre y fiestera, valiente y un poco complicada, no una pobre desgraciada abandonada a su suerte, porque yo lo valgo.
Nadie me conocerá del todo jamás, pero sabrán de mi eterna sonrisa de Mona Lisa, aquella cuyo significado me pertenece, todos desconocerán porque ayudo y amo a los gatos. No me importará que me llamen La Gioconda porque fue uno de los mejores cuadros de Leonardo da Vinci. Y yo también ofrezco buenos cuadros a la historia.
Y si ando sin monedas en el bolso es mi problema, al menos tuve el amor de Lukas, en mi pecho. Sus ojos aventureros y su alma, que se elevó al cielo que le esperaba ansioso, por quererlo, sin pedirle detalles de su comportamiento.
Dedicado a nuestro siempre amado gato Lukas. Siempre, siempre.
Soneto dedicado a la Hermandad del Cristo de los Estudiantes de Córdoba que ha logrado esta imagen, tan cabal como conmovedora, que nos acerca, más aún, al Cristo Vivo del Sagrario.
A pocos días de que comience la Semana Santa, en donde se vive con especial devoción en lugares tan emblemáticos como Sevilla, cae en nuestras manos una característica novela negra del escritor Fran Ortega. Los hijos de justo comienza con el capellán de la Macarena degollado en la Basílica, en donde, además, no hay rastro de la imagen de la virgen.
Te he mirado Señor, como otras veces, pero hoy tu rostro está más afligido. Sé que ahora te sientes muy herido por agravios que tu no te mereces.
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