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Opinión
Etiquetas | El segmento de plata | Alzheimer | Vejez | Sentimientos | Edad | Enfermedad
​A lo largo de la vida vemos lejana la vejez. Los avatares de la misma y la propia senectud nos descubren, inesperadamente, la realidad de los hechos

En la recta final

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Uno de los procesos que indican el deterioro propio de la edad es el padecimiento de esas enfermedades, que han existido desde siempre, pero que la medicina moderna ha determinado con exactitud.


Ayer se celebró el día de los enfermos de Alzheimer. Esta dolencia fue observada, descrita y diagnosticada en los primeros años del siglo XX por el doctor Alzheimer y un equipo de neurólogos que investigaban en un laboratorio alemán. Desde entonces se ha buscado con ahínco el tratamiento adecuado para esta enfermedad sin un éxito aparente, aunque se ha conseguido paliar sus consecuencias.

    

Desgraciadamente cada día proliferan a nuestro alrededor, como consecuencia del aumento de la esperanza de vida, pacientes que paulatinamente ven disminuir su memoria, tienden a aislarse, cambian el carácter y sufren trastornos del lenguaje. Se trata del Alzheimer. (Antiguamente se denominaban a todas estas dolencias como demencia senil. Hoy se pueden distinguir diversas variantes de la misma entre las que se encuentra el Alzheimer). Es muy difícil que transmitan sus sentimientos y nos comuniquen sus sensaciones y carencias. Lo que si se puede conocer es las incidencias que se producen en las familias de los afectados por la enfermedad.

    

Hoy he podido acercarme a un poema realizado por un buen amigo: Sergio Ferrero. Un hombre del renacimiento que pinta, crea maravillosos cuadros con teselas, trabaja la cerámica y, para colmo, es un cura excelente que “cura” almas. En esta etapa de su vida, bien avanzado el “segmento de plata”, convive con mayores “de su quinta” en una residencia de ancianos.

   

De la observación de sus compañeros residentes ha surgido un poema que, con su permiso, me atrevo a compartir con mis lectores.


ALZHEIMER


Te has quedado totalmente vacía,

como una casa deshabitada y fría

sin muebles y con la chimenea apagada.


Lo cubre todo el polvo del olvido,

y los cuatro trastos que quedan,

están rotos o no sabes para que sirven.

Estabas jugando feliz, no recuerdas a que,

y de pronto te entró miedo y te perdiste.


Empezó a anochecer lentamente.

Es una noche ya muy larga y dura,

no vislumbras la claridad del nuevo día,

pero tú aguardas, paciente, la luz del alba.


Mientras tanto confías como una niña

En la mano segura y firme que yo te brindo

y yo trato de acortar mis pasos un poco,

sin levantar tan a penas los pies,

a compás y al ritmo de los tuyos.


A cambio yo me beneficio y disfruto

de tus ojos limpios, de tu sonrisa ingenua,

de la paz que sin saberlo me transmites.

Se que te irás dulce y serena, sin ruido.


Que te acompañaran los ángeles,

anidarán en ti las aves,  

te habitarán los sueños más bellos,

te poseerán las hadas y los duendes.


Y así, por un camino de violetas,

que se pierde en la luz dorada de la tarde

te irás saltando a la comba,

Radiante y vaporosa, a contraluz,

difuminada, seguida y acompañada

de un cortejo de mariposas blancas.


(Del libro de poemas de Sergio Ferrero bajo el título de Tiovivo editado en Casabermeja en 2021)

        

Creo que no se puede describir mejor los sentimientos del cuidador de un enfermo de Alzheimer. Creo que reflejan fidedignamente su realidad. Me ha emocionado.

En la recta final

​A lo largo de la vida vemos lejana la vejez. Los avatares de la misma y la propia senectud nos descubren, inesperadamente, la realidad de los hechos
Manuel Montes Cleries
viernes, 24 de septiembre de 2021, 10:55 h (CET)

Uno de los procesos que indican el deterioro propio de la edad es el padecimiento de esas enfermedades, que han existido desde siempre, pero que la medicina moderna ha determinado con exactitud.


Ayer se celebró el día de los enfermos de Alzheimer. Esta dolencia fue observada, descrita y diagnosticada en los primeros años del siglo XX por el doctor Alzheimer y un equipo de neurólogos que investigaban en un laboratorio alemán. Desde entonces se ha buscado con ahínco el tratamiento adecuado para esta enfermedad sin un éxito aparente, aunque se ha conseguido paliar sus consecuencias.

    

Desgraciadamente cada día proliferan a nuestro alrededor, como consecuencia del aumento de la esperanza de vida, pacientes que paulatinamente ven disminuir su memoria, tienden a aislarse, cambian el carácter y sufren trastornos del lenguaje. Se trata del Alzheimer. (Antiguamente se denominaban a todas estas dolencias como demencia senil. Hoy se pueden distinguir diversas variantes de la misma entre las que se encuentra el Alzheimer). Es muy difícil que transmitan sus sentimientos y nos comuniquen sus sensaciones y carencias. Lo que si se puede conocer es las incidencias que se producen en las familias de los afectados por la enfermedad.

    

Hoy he podido acercarme a un poema realizado por un buen amigo: Sergio Ferrero. Un hombre del renacimiento que pinta, crea maravillosos cuadros con teselas, trabaja la cerámica y, para colmo, es un cura excelente que “cura” almas. En esta etapa de su vida, bien avanzado el “segmento de plata”, convive con mayores “de su quinta” en una residencia de ancianos.

   

De la observación de sus compañeros residentes ha surgido un poema que, con su permiso, me atrevo a compartir con mis lectores.


ALZHEIMER


Te has quedado totalmente vacía,

como una casa deshabitada y fría

sin muebles y con la chimenea apagada.


Lo cubre todo el polvo del olvido,

y los cuatro trastos que quedan,

están rotos o no sabes para que sirven.

Estabas jugando feliz, no recuerdas a que,

y de pronto te entró miedo y te perdiste.


Empezó a anochecer lentamente.

Es una noche ya muy larga y dura,

no vislumbras la claridad del nuevo día,

pero tú aguardas, paciente, la luz del alba.


Mientras tanto confías como una niña

En la mano segura y firme que yo te brindo

y yo trato de acortar mis pasos un poco,

sin levantar tan a penas los pies,

a compás y al ritmo de los tuyos.


A cambio yo me beneficio y disfruto

de tus ojos limpios, de tu sonrisa ingenua,

de la paz que sin saberlo me transmites.

Se que te irás dulce y serena, sin ruido.


Que te acompañaran los ángeles,

anidarán en ti las aves,  

te habitarán los sueños más bellos,

te poseerán las hadas y los duendes.


Y así, por un camino de violetas,

que se pierde en la luz dorada de la tarde

te irás saltando a la comba,

Radiante y vaporosa, a contraluz,

difuminada, seguida y acompañada

de un cortejo de mariposas blancas.


(Del libro de poemas de Sergio Ferrero bajo el título de Tiovivo editado en Casabermeja en 2021)

        

Creo que no se puede describir mejor los sentimientos del cuidador de un enfermo de Alzheimer. Creo que reflejan fidedignamente su realidad. Me ha emocionado.

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Pienso, y esto no deja de ser una opinión exclusivamente personal, que la literatura debe estar escrita siempre desde el foco de la ilusión y la esperanza. Son los esenciales avituallamientos para la creatividad. No digo ya que las novelas deban tener un matiz rosa y de amores platónicos que nos alejan de la realidad. Porque ante todo hay que tener presente el punto de unión entre la ficción y la realidad.

Estoy arrepintiéndome de votar, arrepintiéndome de leer páginas de opinión política en la prensa, arrepintiéndome de acudir a manifestaciones manipuladas, arrepintiéndome de ver noticiarios de televisión y, mucho más, tertulias generalistas con tertulianos mediocres.

El padre de la Constitución argentina, Juan Bautista Alberdi, en su obra "El Crimen de la Guerra"(1870), afirma: "No puede haber guerra justa, porque no hay guerra juiciosa. La guerra es la pérdida temporal del juicio". Asimismo, añade que "las guerras serán mas raras a medida que la responsabilidad por sus efectos se hagan sentir en todos los que las promueven y las invitan".

 
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