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Está claro que el presidente norteamericano no sabe quién es Barbapapá, y, si lo supiera, al ser francés, le gravaría un 20%, menudo es él. Ahí está, como si no tuviera suficiente con las reacciones en medio mundo a sus caprichosos desvaríos, calentando el ambiente en su propio país, apropiándose de leyes obsoletas para justificar lo injustificable. Aunque ya no nos debería sorprender, dado el historial de estruendo que atesora. Y no es el único.
Esconderse detrás de la mirilla por miedo a sentir, mucho más fuerte, el miedo a la realidad es, simplemente, una actitud de cobardía. Me encantaría poder contar con grandes historiadores, españoles o no, que nos anotaran, con cuatro simples datos, la forma de actuar de hombres, políticos de verdad.
Una vez alguien dijo que aprender a ser cortés es algo necesario en la vida social y familiar. Y añadía: «al igual que la gracia y la virtud, engendra mutua simpatía». A través de los años uno aprende a saborear la certeza de esas palabras y aún añadiría que también es muy gratificante aprender a ser cortés con uno mismo.
Lidiar con una persona pasivo-agresiva puede ser como caminar por un campo minado cubierto de flores. No gritan, no insultan abiertamente, pero cada palabra que dicen lleva veneno disfrazado de cortesía. A primera vista parecen inofensivos, incluso agradables, pero su forma de actuar deja una sensación de incomodidad que va calando poco a poco, como aquella gota de la que hablaba el sabio Salomón. “Decía el Sabio Salomón que una gota constante, ablanda un duro peñón”.
Vemos a muchas personas que permanecen en silencio ante las malas acciones de los demás. Generalmente, temerosos de imponer límites, hay personas que adoptan una postura verdaderamente sumisa o pasiva ante sus diversas relaciones. Por eso, hay quienes incluso prefieren escuchar un no antes que decir que no. Finalmente, ¿cuál es el origen de todo este conflicto?
La educación formal en España se enfrenta a un problema creciente de falta de disciplina en los institutos. Cada vez es más frecuente que los docentes se vean desbordados por la conducta disruptiva de ciertos alumnos, mientras que algunos equipos directivos, a menudo, se muestran reticentes a imponer sanciones de manera inmediata y efectiva.
El mundo es inhumano. Y efectista, muy efectista. Los mismos que ahora se muestran compungidos por las terribles escenas de acoso sufridas por Antonio, el quinceañero santanderino con parálisis cerebral del IES Torres Quevedo, que piden a gritos dimisiones, que aportan los datos personales de los agresores, incluidos los domicilios, que se juntan para apalizarlos y darles una lección, son los que lo han permitido.
El odio a Trump tiene elementos de despecho y rabieta adolescentes. Como si tuviéramos enfrente de nuevo a ese abusón de clase, a aquel amor que nos daba portazo de repente o al severo padre que nos castigaba sin paga. Trump es un tipo difícil de querer y fácil de odiar. Empiecen preguntando a su madre, mujer y amantes.
Como todo el mundo conoce, en nuestro precioso idioma español, el apellido del presidente de los EE.UU. de América, se pronuncia “tramp”. En esencia, la “u” se convierte en “a”, y todos tan contentos: o tan disgustados ¡qué más da! Esta circunstancia lingüística me viene como anillo al dedo para lo que a continuación voy a explicar, con todas sus letras.
En un mundo donde las reacciones impulsivas dominan el día a día, la historia del sabio y el escorpión nos deja una enseñanza atemporal. Este relato nos invita a reflexionar sobre nuestra propia identidad y valores. En la vorágine de la vida moderna, enfrentamos a diario situaciones en las que los demás pueden actuar con ingratitud, egoísmo o incluso agresividad.
La experiencia emocional que viven muchos padres cuando sus hijos se van del hogar, caracterizada por un sentimiento de duelo o dependencia emocional, se denomina nido vacío. A partir de ahí, podemos presenciar muchos intentos de impedir que estos niños abandonen su hogar.
En respuesta a recientes incidentes y la creciente preocupación pública, expertos en biología marina y comportamiento animal han aclarado que es físicamente imposible que una ballena jorobada se trague a un ser humano. Si bien ha habido incidentes en los que personas han sido tragadas accidentalmente por ballenas, estos casos son extremadamente raros y no representan un peligro real para los humanos.
Las personas cambian a las personas, es decir, las personas cambian los patrones de comportamiento de los demás. ¿Qué motiva estos cambios? Las actitudes positivas o negativas que adoptan. En este caso, ser negativo a raíz del acoso y abuso sexual puede tener graves consecuencias en la vida de sus víctimas. Nuestros niños y adolescentes son seres humanos todavía en proceso de formación y maduración de su personalidad.
Quizá haya sido siempre así, aunque ahora se note mayormente; de cualquier manera, si nos ponemos a observar cómo nos relacionamos, el desapego, la crispación e incluso el enfrentamiento, cobran un rango predominante e inquietante.
Seguramente ya no lo recordarás, el tiempo es lo que tiene, que filtra a su antojo lo que hicimos y lo viste de sensatez para poder permanecer tranquilo mientras criticas cómo los jóvenes hacen lo que hacen y afirmas que, en tu época, todo eso era impensable. Y sabes que mientes o, que al menos, no dices toda la verdad.
Tras su carita angelical, se escondería agazapada una mantis religiosa que devora a todo macho pepero que se interpone en su camino, sin necesidad de apareamiento ni cita previa. Además, Isabel Díaz Ayuso atesora un rico repertorio gestual con el que desarbola a la oposición y apasiona a sus incondicionales.
Los conflictos no solo son el resultado de desacuerdos o intereses opuestos, sino que también están profundamente influenciados por factores emocionales, cognitivos y comportamentales. Entre estos, las emociones juegan un papel central, moldeando cómo percibimos, interpretamos y respondemos a las situaciones de tensión. Comprender este núcleo emocional es crucial para manejar conflictos de manera efectiva y promover su transformación.
Una noche de fiesta y alcohol, después de pelear a puñetazos con otros intelectuales como él, concretamente con Jason Epstein y George Plimpton, volvió a casa con un ojo amoratado, un labio hinchado y la camisa ensangrentada. Su segunda esposa, Adele Morales, le regañó. Él sacó una navaja con una hoja de seis centímetros y la apuñaló en el abdomen y en la espalda. Tuvo suerte de no morir.
Las personas acosadoras suelen sorprenderte con halagos gratuitos y si no tienes un control firme son personas que entran en tu vida y te cuesta mantenerlas alejadas. Adoptan posturas cuestionables e indeseadas, cuando se trata de elogios, adoptan posturas disimuladas, hablan en susurros e indirectamente, y eventualmente pueden llegar al nivel de discursos públicos.
Asistimos con estupor al desaforado cruce de insultos entre los señores políticos. Esta actitud no solo demuestra la escasa educación de los contendientes, sino que manifiesta la deficiencia oratoria que se le debe de exigir a aquellos que intentan convencer de sus ideas, con sus palabras, o intentan refrendarlas con los hechos.
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