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Dicen que cuando se habla de la imposibilidad jurídica de tal o cual intención, a los juristas se les despacha rápido: “tú no lo entiendes, es que no es un problema jurídico, es político, ya que nadie incumple la ley, se tiene legitimidad y la legitimidad es más fuerte que la ley”.
En los últimos tiempos, asistimos a una ofensiva política, orquestada principalmente, desde los sectores independentistas catalanes, que persiguen un objetivo muy concreto: lograr que el catalán sea reconocido como lengua oficial de la Unión Europea.
Quien haya leído mis opiniones desde hace tiempo sabrá que estoy muy alejado de cualquier tipo de nacionalismo. Aunque, curiosamente, no lo estoy en contra de ninguna de las dos acepciones que la Real Academia de la Lengua da a ese término: a) Sentimiento fervoroso de pertenencia a una nación y de identificación con su realidad y con su historia y b) Ideología de un pueblo que, afirmando su naturaleza de nación, aspira a constituirse como Estado.
La baja tasa de natalidad en España es una preocupación que afecta a la sostenibilidad demográfica y económica del país. Según datos del INE, en 2021 la tasa de natalidad fue de 7,6 nacimientos por cada 1.000 habitantes, una de las más bajas de la UE. Esta tendencia descendente ha llevado a una disminución de la población activa y a un envejecimiento progresivo de la sociedad, lo que pone en peligro el sistema de pensiones y otros servicios sociales esenciales.
Cataluña formaba parte del Reino de Aragón en la Edad Media. El condado de Barcelona se unió al Reino de Aragón en 1137 mediante el matrimonio de Ramón Berenguer, conde de Barcelona y Petronila de Aragón. Con el tiempo, Cataluña fue desarrollando una identidad cultural y política propia dentro de la Corona de Aragón, pero siempre estuvo vinculada a la monarquía aragonesa y posteriormente a la monarquía española, tras la unión de los Reyes Católicos en 1469.
Carlos Puigdemont amenaza a Pedro Sánchez, alias «cum fraude» y le pide que aproveche el momento porque de lo contrario peligra «su Moncloa». ¿Qué se puede esperar de felones, mentirosos, delincuentes y mafiosos? ¿Acaso ambos no son todo eso? No había más que ver el miércoles a Carlos Puigdemont en la Eurocámara con una suficiencia inaudita y mirando por encima del hombre a todos, montado en su inmunidad que la cada vez más cutre Corte belga le otorgó.
Durante las dos últimas legislaturas la ignorancia en materia lingüística de una parte de las autoridades e instituciones valencianas parecía haber desaparecido, pero, pasados ocho años en los que en esta materia parecía reinar la paz, han resurgido los batallones de filólogos aficionados, amparados por los nuevos inquilinos de la Generalitat y algunos ayuntamientos valencianos para constituirse en vigilantes de la ortodoxia secesionista idiomática.
Iluso y corto de entenderás es quien cree que, cuando un facineroso pide algún bien para devolver algo de lo que criminalmente se ha apoderado, una vez otorgado lo que exige, entregará lo que tiene en su poder, y tranquilamente dejará de extorsionar al chantajeado, y la situación volverá al 'statu quo' en el que se encontraba antes de la presión del extorsionador.
La mentira forma parte del ADN del presidente del Gobierno español. Paulatinamente se ha ido extendiendo por todos los miembros de su gabinete, que mienten ya tanto como hablan. Ejemplo de ello han sido la propia ‘portacoz’ (Isabel Rodríguez), el falseador ministro Grande Marlasca, el ridículo Félix Bolaños, alias «Okupa del Dos de Mayo» y ahora, ayer para ser más exacto, el ministro de exteriores, José Manuel Albares.
La fecha del 19 de septiembre del 2023 quedará marcada en rojo en muchos calendarios. En unos en rojo vivo, alegre, señal de contento y del deber bien hecho, por fin después de más de cuarenta años se puede hablar en el Congreso en catalán, vasco y gallego. Otros calendarios se marcaran con un rojo sanguinolento, preñado de odio y rabia precisamente porque estas otras lenguas de España tendrán un lugar en el hemiciclo.
Hoy hemos empezado el primer acto del teatro circense al que nos tiene sometido este gobierno, el poner pinganillos en el Congreso de los Diputados para agrandar las separaciones entre los españoles, traduciendo las tres lenguas cooficiales al español, lengua que hablamos todos.
04-04-2023. Su programa de humor presentado, por Toni Soler y Jair Domínguez, puede haber dado de comer a “cuatro sin nombre”, por no decir a “cuatro H.P.”, pero como todo ente cobarde, rastrero y chupóptero del dinero público, una vez más ha demostrado su bajeza moral, humana y social.
Hace unos días las redes sociales ardían a raíz de la aparición de una grabación en TIKTOK en la que tres enfermeras de la Vall d’Hebron en Barcelona parecían estar muy contentas en horas de trabajo olvidando sus tareas mientras una de ellas arremetía contra la obligación de demostrar sus conocimientos del idioma catalán mediante la obtención del certificado C1 para poder acceder por oposición a una plaza de enfermería en la sanidad pública catalana.
Las últimas palabras que en su alegato final en el juicio contra el independentismo catalán pronunció Jordi Cuixart, presidente de Òmmium Cultural, antes de que Marchena pronunciara el “visto para sentencia” fueron “Ho tornarem a fer” (lo volveremos a hacer).
Pedro Sánchez siempre juega al límite, sabe que ya perdió una vez cuando sus propios compañeros le descabalgaron de la Secretaria General del partido y tuvo que comenzar de nuevo, como el Cid, con cuarenta de los suyos y desde el destierro político, para volver a ganar y ocupar la presidencia del Consejo de Ministros.
Es posible que haya alguien que tenga una explicación razonable, medianamente creíble y lógicamente aceptable del comportamiento de este gobierno, en pleno estado de desconcierto, que dirige, si se puede entender así, el destino de esta nación.
Hay que defender, en contra de lo que pretenden, que el Condado catalán nunca fue un reino ni una identidad independiente. En la época de Carlo Magno constituyó, junto con parte de Francia, la Marca Hispánica, que abarcaba tierras de allende y aquende los pirineos, es decir, un territorio que servía de contención a la expansión de los musulmanes que no pudieron extenderse por lo que hoy conocemos como Francia, pues fueron derrotados por Carlos Martel en Poitiers.
Cuando hablamos de políticos despreciables, incluimos ahí varios infravalores entre los que se encuentra la resistencia a marcharse del cargo, renunciar al sueldo, prescindir de numerosos privilegios, prebendas y un largo etcétera. El último caso con el que hemos tropezado es el de Laura Borràs quien, hasta ayer, era presidenta del Parlamento catalán.
¡Pobres catalanes, qué bien tienen colocadas las anteojeras! ¡Qué miopes y qué cortos son de entendederas! Perdón por si alguien cree que generalizo, me refiero a estos ¿podríamos llamarlos paletos? me parece que sí, que se oponen a que sus hijos aprendan a expresarse en Español.
Uno podría pensar que estamos en un país en el que rigiera aquella famosa y arcaica lengua estrafalaria e incomprensible conocida como de Babel, de la que nos habla la Biblia. En efecto, cada una de las tendencias políticas, tan numerosas en nuestra nación, parece empeñada en no entender lo que dicen las otras y que todos, al unísono, se expresan en un idioma incomprensible para el resto.
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