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Violeta Torrejón
Violeta Torrejón es sociologa, especialista en necesidades específicas del entorno de la salud y del trabajo en mujeres y hombres, también en coaching e inteligencia emocional. Ha trabajado realizando análisis de prensa y como documentalista. También en residencia de ancianos realizando talleres y seguimiento de la adaptación al centro. Cuenta con experiencia en el ámbito educativo en el que ha puesto en práctica todos sus conocimientos. |
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Cuando formamos parte de una sociedad también lo hacemos con los grupos que más afines son a nosotros porque compartimos aficiones o gustos. Nos sentimos plenos con ellos y nos aportan algo que otros no pueden darnos. Pero sin querer nos empezamos a comparar con aquellos que tenemos más cercanos, ¿Por qué esa tendencia a querer aquello que no tenemos? ¿Por qué deseamos lo que otros tienen?
De la misma manera que esperamos bastante de aquellas personas con las que tenemos confianza, también ellos esperarán mucho de nosotros. Porque cuando esperamos algo de alguien es porque sentimos la seguridad suficiente para saber que ese otro estará ahí pase lo que nos pase para escucharnos, para atendernos, para consolarnos y, sobre todo, para no fallarnos.
Desde que somos pequeños utilizamos las mentiras con algún tipo de fin. En la infancia, por el hecho de encubrir algo o para evitar el castigo. En la adolescencia para ocultar todas aquellas actividades que se hacen con los amigos y que de esta manera, los padres no tengan conciencia de lo que están haciendo sus hijos y en la etapa adulta o más madura, para aparentar algo que no somos o para tapar alguna acción que a ojos de los demás, estaría calificada como inmoral.
La sociedad nos enseña a vivir acorde a la gran mayoría, nos introducen valores que debemos manifestar en la edad adulta y nos inculcan la búsqueda de un amor ideal basado en el cuidado y la comprensión. Nos dicen que tenemos que estar acompañados y que la soledad y el individualismo no es bueno.
Vamos cumpliendo años, viviendo y experimentando. A veces, esos años nos pesan, porque observamos a las generaciones más jóvenes y nos damos cuenta de que nosotros ya no los somos. De repente, por alguna razón empezamos a sentirnos mayores, cansados y hasta reflexivos con todo lo que hemos hecho hasta ahora.
Pensamos que las enfermedades deben aparecer cuando somos mayores, creemos que nuestro sistema empezará a fallar o a tener ciertas inestabilidades cuando vamos sumando años en la últimas etapas. No concebimos tener mala salud o empezar a perderla cuando somos jóvenes, porque nos han inculcado que cada fase tiene su cometido y sus vivencias.
Es necesario y sobre todo, imprescindible tener un trabajo que sustente todas nuestras necesidades diarias. Las tareas laborales nos dan utilidad y también prestigio, porque tener la obligación de realizar algo de forma permanente nos da estabilidad y nos va formando como personas.
Es bastante habitual que las personas discutamos entre nosotras, que existan los malentendidos o que, sencillamente, haya veces en que uno esté más predispuesto a acabar con un desacuerdo de opiniones por el estado anímico o las emociones que ha ido sintiendo a lo largo del día.
A medida que vamos cumpliendo años, vamos sumando experiencia a nuestra vida y pasamos por momentos que podrán volverse a repetir o no. Algunos de ellos los elegiremos voluntariamente, mientras que otros los intentaremos evitar a toda costa. La vida, en general, es un camino bastante complicado en el que nadie está libre de sufrimiento.
Si miramos a nuestro alrededor podremos ver miles de parejas que, o se han formado hace poco o que ya lo vienen siendo desde hace tiempo atrás. Y todas estas parejas a medida que van avanzando generarán unos códigos que crearán las bases de lo que están o quieren construir. Siempre los inicios son sencillos, no existe cabida para los malentendidos porque el diálogo no estará viciado de reproches ni de emociones que hayan creado un mal ambiente a causa de alguna discusión.
En esta vida tenemos ciertos valores que se van conformando a medida que vamos evolucionando en los años. Durante la infancia formaremos nuestra personalidad, que será determinante para el carácter que tengamos en el futuro. Cuando somos niños, nos educan y enseñan todo aquello que creen que será necesario para poder desenvolvernos el día de mañana.
Existen épocas en las que la vida no va como uno quisiera, momentos que nos pueden desbordar o, en su defecto, que nos hacen dudar de si las cosas más adelante volverán a su cauce. Y es que a lo largo de nuestra existencia viviremos instantes de gran felicidad y otros en los que parezca que todo se tuerce.
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