Desde que somos pequeños utilizamos las mentiras con algún tipo de fin. En la infancia, por el hecho de encubrir algo o para evitar el castigo. En la adolescencia para ocultar todas aquellas actividades que se hacen con los amigos y que de esta manera, los padres no tengan conciencia de lo que están haciendo sus hijos y en la etapa adulta o más madura, para aparentar algo que no somos o para tapar alguna acción que a ojos de los demás, estaría calificada como inmoral.

Pero en el día a día, queramos o no, mentimos, pueden ser pequeñas mentiras que no tendrán apenas consecuencias, otras serán piadosas con el fin de no hacer daño a alguien querido y en otras ocasiones, serán mentiras que se convertirán en grandes secretos y que no serán desveladas, cuyo contenido real sólo sabrán algunos. Y es que las mentiras forman parte del entramado social en el cual nos desenvolvemos. La mayoría de las veces se emplean con el fin de evitar un conflicto que sabemos que puede ocasionar decir la verdad y es más fácil, a veces, moldear u ocultar información.
Mentir a alguien a quien no conocemos no tendrá apenas repercusión en la vida de ninguna de las dos personas pero si lo hacemos a alguien de nuestro entorno más cercano, según el tipo de engaño puede generar en ambas partes sentimientos encontrados según la situación. Y es que para el mentiroso, mantener la mentira en el tiempo puede ser angustioso porque cuando se cuenta otra realidad según avanzan los días puede haber ciertas distorsiones en el discurso. Y para el que le están mintiendo, en el caso de enterarse generará una traición según el grado de ocultación y de invención de la otra parte. No es lo mismo mentir a un compañero de trabajo que a tu pareja porque el impacto emocional será mucho más complejo.
Pero lo cierto de todo esto, es que la mentira siempre estropea las relaciones personales porque el pilar de éstas es la comunicación basada en la confianza y cuando una de las partes no dice la verdad, algo se está rompiendo poco a poco para cuando en el caso de desvelar la realidad de la situación, generar una brecha emocional que rompe con todo lo establecido. A partir de ahí, será difícil volver a confiar porque se ha creado una herida que ha manchado la honestidad que previamente estaba presente o que parecía existir. Se trata de que alguien ha fallado y esa es la persona que utiliza la mentira en base a su propio beneficio, manipulando las emociones y aparentando algo que no era cierto. Y eso para la parte dañada puede ser traumático porque la confianza lleva tiempo crearla y no a cualquiera se le ofrece.
Sabemos perfectamente que mentir es inmoral, es poco ético y que se rompen algunos de los valores que hemos ido aprendiendo a lo largo de la vida. Cuando somos capaces de recurrir a la mentira sea del grado que sea, tenemos que ser conscientes de las repercusiones que tendrá, del daño que podemos hacer y sobre todo, de entender que nada volverá a ser como antes porque la mentira crea la desconfianza de manera inmediata. Puede ser que la mentira sea desvelada porque al mentiroso le han pillado o porque él mismo, haya sido incapaz de sostener la angustia y el estrés que le supone seguir con la historia inventada. Sea como sea, también existirán señales que puedan delatar que algo no va bien en la comunicación como la confusión, el nerviosismo, la evitación de ciertos temas, cambios en el comportamiento, demasiadas explicaciones, insomnio, enfados, la distancia o frialdad… es decir, señales de que a la persona que miente le está ocurriendo algo que son producto de la angustia del momento que ha generado.
Por lo tanto, cuando una mentira entra a formar parte de cualquier relación cercana como pueda ser amistosa o amorosa, causará una lesión que tendrá graves consecuencias para el desarrollo posterior de dicha relación. Y es que perdonar es algo que a veces, puede no darse, porque detrás de toda mentira está la falta de responsabilidad y la huida de las consecuencias negativas. Pero lo cierto es que, será mucho más complejo mirar a alguien cercano, mantener la mirada y sostener esa mentira que hacerlo con personas a las que no queremos ya que, evidentemente, el dolor en la mentira aparece entre aquellos que existe un afecto porque existen sentimientos y emociones de cariño y apego.
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