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La primera impresión, ¿es la que cuenta?

¿Cuántas veces ocurre que no damos segundas oportunidades por la mala opinión que nos hemos generado de alguien?
Violeta Torrejón
miércoles, 18 de junio de 2025, 08:43 h (CET)

A lo largo de nuestra vida conoceremos a muchas personas sobre las que, según la idea que nos hagamos, decidiremos profundizar más o menos, es decir, según la concepción que tengamos, haremos el esfuerzo o tendremos la necesidad de indagar más en entablar algún tipo de relación.

Cuando en un primer momento, nos formamos una buena imagen de alguien querrá decir que, nos ha caído bien y que nos sentimos cómodos y seguros ante su presencia pero si no se da ese caso, lo que sentiremos será cierto rechazo y esquivo ante la existencia de dicha persona.


¿Cuántas veces sucede que nos equivocamos con nuestras impresiones? ¿Cuántas veces ocurre que no damos segundas oportunidades por la mala opinión que nos hemos generado de alguien? O lo que es más sencillo ¿cuánto tiempo necesitamos para juzgar a alguien? ¿De qué manera influyen las vivencias previas?


Basta sólo con unos escasos segundos, pueden ser siete, diez, treinta o incluso, algunos más pero en cuestión de un tiempo mínimo somos capaces de formar en nuestra cabeza una imagen de cómo es esa persona en función de las cualidades que nos muestran, de su apariencia, de sus formas, del tono de su voz, de su simpatía, su sonrisa, su altura… es decir, una serie de conceptos físicos y presenciales que nos sirven para crear “algo” que puede asemejarse con la realidad o no, pero que será determinante para querer conocer más al otro.


Damos por sentado que alguien bien vestido siempre será mejor persona que otro que va con ropa desaliñada. Pensamos que una mujer maquillada será más impactante que aquella que se muestra más natural. Estamos hablando de características físicas que sirven, por desgracia, muchas veces para juzgar y etiquetar a las personas. Sentimos mayor atracción por esos hombres y mujeres que cuentan con mayor presencia y solemos rechazar a aquellos que emanan cierta apatía en cuidarse.

Nos ceñimos a las modas y en resaltar la belleza por encima de todo, llegando a olvidar que el interior es algo que también cuenta y que es igual de importante a la hora de valorar a alguien.


Todos habremos vivido situaciones en las cuales, hemos empezado con mal pie con alguien pero a medida que hemos ido conociéndole, eso ha cambiado. Pequeños detalles o la cercanía del día a día podrán hacer que se desmonte por completo la idea que teníamos preconcebida de alguien porque la imagen que hayamos creado en un principio siempre estará influenciada por nuestras ideas internas con respecto a los valores aprendidos e incluso, por experiencias vividas.


Y es que, no hay que olvidar que la primera impresión, en algunos círculos es primordial para conseguir determinados objetivos. Para conseguir un trabajo existirán ciertas normas sociales de vestimenta y comportamiento, de la misma manera, que la primera cita con una persona que te gusta. Si queremos dar una buena imagen sabemos perfectamente lo que tenemos que hacer. Lo mismo ocurre si queremos causar una mala idea porque sabremos qué tenemos que hacer para generarla.


Por lo tanto, la primera impresión es realmente importante para todo porque después, será bastante complicado poder cambiarla ya que nos dejaremos llevar, siempre, por ese primer momento.


La concepción que tengamos sobre alguien es básica para saber si será digno de nuestra confianza, por eso, es necesario pararse a pensar y tener en cuenta que también, como humanos que somos, pueden existir días malos en los que no todo el mundo estará para mostrar su mejor cara y que a veces, a pesar de pensar mal de alguien en ese primer instante, podremos darle y merecer de una segunda oportunidad o incluso, que nos la den a nosotros. Y es que no es justo que en tan sólo unos instantes se pueda crear un juicio permanente acerca de una persona.

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A lo largo de nuestra vida conoceremos a muchas personas sobre las que, según la idea que nos hagamos, decidiremos profundizar más o menos, es decir, según la concepción que tengamos, haremos el esfuerzo o tendremos la necesidad de indagar más en entablar algún tipo de relación.

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