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La pecina es inevitable que se encuentre presente en la naturaleza por razones obvias, que no vienen a cuento. Lo que sucede es que, si antes era habitual contemplar el espectáculo del pecinal, a medida que avanza la civilización en algunos aspectos, las medidas higiénicas han mejorado sensiblemente y los desechos se canalizan debidamente, evitando el espectáculo y el olor de los materiales de desecho, con lo que casi se ignora su existencia.
Se asocia con Michael Hopf, militar y escritor, aquella sentencia de que “los tiempos difíciles forjan hombres fuertes, los hombres fuertes traen buenos tiempos, los buenos tiempos crean hombres débiles, los hombres débiles traen tiempos difíciles”. Se trata de un encadenamiento en círculo, lapidario y determinista, que nos enfrenta a una sucesión de ciclos inevitables, en la línea del eterno retorno.
Cuando nos referimos a tomar buena conciencia de las cosas, no disponemos de un manual explícito sobre cada situación. Cada persona participa con sus múltiples receptores de la realidad, afronta con muchas incógnitas la extensa oferta del mundo en su dinamismo cambiante; por eso es frecuente la perplejidad ante cuanto acontece.
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