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Concienzudos

El crujido existencial nos hace dudar de las afirmaciones contundentes
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 6 de junio de 2025, 09:06 h (CET)

Cuando nos referimos a tomar buena conciencia de las cosas, no disponemos de un manual explícito sobre cada situación. Cada persona participa con sus múltiples receptores de la realidad, afronta con muchas incógnitas la extensa oferta del mundo en su dinamismo cambiante; por eso es frecuente la perplejidad ante cuanto acontece. Al tratar de asimilar ese universo de variables estímulos, nos vemos obligados a ejercer de TRADUCTORES, para entenderlo con el raciocinio propio. Como consecuencia, surgen las respuestas individuales, con muchas cargas añadidas. Y de eso se trata, la concienciación, su relación con las traducciones de los demás y los ajustes o desajustes sobrevenidos. El ser conscientes no representa una solución en sí, hace falta algo más.


En definitiva, hemos de traducir las vivencias desarrolladas en los entornos y enlazarlas con las sensaciones propias; no podemos renunciar a esas presencias. Al prestarles la debida atención, creemos con firmeza que disponemos de los mejores conceptos y valoraciones, los nuestros, dada la ausencia de un único criterio general; y no es así, abundan las obsesiones, neurosis, sectarismos, enfoques falseados y perversiones. Casi parece lógico el ensimismamiento en torno a los propios juicios, aunque suele abocar en una peligrosa COMPLACENCIA, debido a su progresivo alejamiento respecto a las circunstancias de otras realidades y la sensibilidad de otras personas. Dicha ofuscación presagia futuras desviaciones improcedentes.


En el comentario de hoy, la referencia se centra en la gente esforzada hacia el mejor conocimiento, con la erudición, documentación y análisis pertinentes; imprescindibles para acercarse a la mencionada traducción de la realidad. Pero eso es sólo una primera condición necesaria para entendernos. Quedarnos en eso nunca será suficiente, se abre toda la irremediable segunda parte de las RESPUESTAS generadas. La personalidad del protagonista entra en escena. Aunque abunda el conocimiento, pueden reaccionar con indiferencia, mero pragmatismo rutinario, presuntuosos o maliciosos. La idiosincrasia cobra una prestancia inevitable, hasta el punto de ser determinante pese a la acumulación de saberes, para evitar actuaciones indeseables.


Los vericuetos de las acciones no discurren acordes con el rango intelectual de sus autores; en cuanto a sus cualidades pueden derivar en potenciaciones magníficas o indeseables, incluso con mayor agudeza. Discurren por circuitos diferentes y en gran parte desconocidos, concienzudos o no, que sean geniales o no tanto, beneficiosos o perjudiciales. Aunque estén concienciados, es frecuente la tendencia a perder su espontaneidad reflexiva en aras de ciertas ideas o servidumbres.

Entraríamos en la IDEO-SINCRASIA, y ya no estaríamos con individuos autónomos en sus aseveraciones. Con ello se enturbia el proceso dialéctico por intereses u ocultamientos ajenos a los razonamientos solicitados, acumulando riesgos y malentendidos.


Estamos metidos en un buen lio, donde domina la incertidumbre; no sorprende a nadie que proliferen las actitudes discordantes, las apreciaciones de cada protagonista son singulares. Recordemos a Pio Baroja, con los que quieren saber y los que no quieren, quienes creen saber y no saben, los triunfadores sin saber, quienes viven a costa de los que saben; y no terminaríamos de citar variaciones entre apariencias, intenciones y mentiras. Se avizoran estrategias más razonables para convivir, para progresar lo mejor posible. Quedan patentes las insuficiencias de saberes y de recursos, con la notable derivación del riesgo de adoptar rumbos equivocados. Avanzamos como podemos, la existencia nos mantiene poéticamente:


MEDITABUNDOS


Concienzudos,

Reflexivos,

Que filtráis con tiento las palabras;

Comedidos

Y serios.

Los que enlazáis densas propuestas,

Ilustradas

Y razonadas.

Pensáis en las suficiencias sólidas,

De buena raíz

E inamovible presencia.

Comprobaréis la evasiva de encontraros un día

Alejados de la realidad,

Enajenados,

Chamuscados,

Por el crujido existencial

De su presencia radical.


Efectivamente, no podemos partir de las elucubraciones por muy sofisticadas que fueran. Ya caen varios siglos sobre las reflexiones en este sentido del genial Kant. El punto de partida no es imaginativo, está disponible en este mundo donde nos desenvolvemos, desde esas vivencias hemos de plantearnos las disquisiciones. Dicha puntualización es fundamental para evitar las disgresiones enajenadas. El estudio tenaz y las reflexiones son cruciales partiendo de lo conocido, de la realidad accesible; la INICIACIÓN de los razonamientos no puede partir de la entelequia. Profundizar en torno a las realidades mundanas es fascinante, para buscar el mejor conocimiento de nuestras características esenciales, creencias y pendencias, que de todo hay.


En esta progresión accedemos a eslabones notables que nos mantienen en vilo por su contundencia, de tal forma que no acabamos de resolver los obstáculos, siempre con aciertos incompletos y errores a mansalva. En cualquiera de las miradas por los entornos y también por los adentros íntimos, la rabiosa diversidad ocupa las mentes y los ambientes, sobre todo de la sensibilidad humana. Afrontamos sin remedio las tan mentadas desigualdades y sus consecuencias. Nos enredamos con abusos y uniformismos injustificados, un tanto desorientados. No acabamos de lanzarnos a los trabajos por la ARMONÍA, contando con las diferencias radicales, para actuar en consecuencia para el bien de todos.


Dejando aparte los nudos que nos aprietan con tan variables apuros y buscando un enfoque entusiasta para encontrar los mejores trayectos vitales, nos surgen las ideas para enlazar los sentimientos humanos. Se trata de estimular las suficientes VIBRACIONES para mantenernos despiertos.


Entre un sinfín de acuciantes necesidades, el primer lazo sería el de las apetencias, esa mínima energía que nos alienta. Después vendría la entrañable colaboración con quienes estén dispuestos a superar la simple estancia, con el apego y la benevolencia. Con el tercer impulso de trabajar por el embrujo, la belleza, la excelencia y las ensoñaciones bien proyectadas, para mantener intacta la ilusión desde lo más íntimo, a través de las actuaciones personales. Son esquemas de gran utilidad para seguir faenando con esmero, en el camino orientado hacia los más limpios HORIZONTES y luminarias, sin interferencias turbias.

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