Trump, después de bombardear a Irán, ha advertido: “Cualquier represalia de Irán contra EEUU será respondida con una fuerza mucho mayor de la que se ha visto esta noche”. ¿Había atacado Irán a EEUU? No. ¿Fue Irán el primero en atacar a Israel? Tampoco. ¿Tiene armas nucleares o proyectos sobre ellas? La OIEA asegura que no (y calla con Israel). ¿Es esto Derecho internacional? No lo sabemos. Quizás reglas. ¿Alguna particularidad? Posiblemente Trump será menos querido por sus electores aislacionistas y más por los portavoces oficiales de la UE.
Respecto a las advertencias, habla de ataques a EEUU, no a Israel. ¿Habrá una cadena consecuente? ¿Ha sido un acto aislado? Hay que tener en cuenta que las BBB (bombas antibunker, con un coste de 2.300 millones de dólares por unidad) son las más potentes de EEUU, después de las nucleares. Por lo visto, de las 21 que posee, ha utilizado 6.
Lo que decían los antiguos…
Los occidentales que realmente creen en la democracia y en la paz deberían intentar convencer a sus colegas de que ciertas teorías geoestratégicas están demostrando no sólo su anacronismo e inoperancia, sino también su peligrosidad.
¿De qué hablamos? De que las doctrinas de dos geoestrategas que durante décadas han sido una especie de brújulas para Occidente deberían comenzar a ser revisadas críticamente.
El primero de esos geoestrategas, padre de una sucesión de pensadores que hablan en clave, es Halford Mackinder. Este geógrafo inglés sostenía en 1904 que “quien controle Europa del Este dominará el Eje del Mundo, quien controle el Eje del Mundo dominará la Isla del Mundo, quien domine la Isla del Mundo dominará el mundo”.
Si se observa bien, siempre la misma historia: por Irán pasan las rutas que van de este a oeste (una de ellas la muy importante Ruta de la Seda) y de norte a sur del mundo. Además es el vientre de Eurasia: abre las rutas del Caspio, del Cáucaso, de Asia central, de Siberia, de China.
Decíamos políticos que hablan en clave. ¿Por qué? Porque donde Mackinder dice claramente dominar al mundo (“quien domine la Isla del Mundo dominará el mundo”) ellos dicen llevar la democracia, la libertad, los derechos humanos, etc. Por el contrario el término paz no es habitual.
Un alumno aventajado
Un alumno aventajado del anterior fue el polaco-estadounidense Zbigniew Brzezinski, quien escribió un libro memorable que guió la política exterior de muchos países occidentales, Nos referimos a “El gran tablero mundial”. Nada más comenzar, dice: “Desde … hace alrededor de quinientos años, Eurasia ha sido el centro del poder mundial. De diferentes maneras y en épocas diferentes, los pueblos que vivían en Eurasia —principalmente los de su periferia europeo-occidental— penetraron y dominaron a las demás regiones del planeta…”.
El autor oculta los árboles (Gran Bretaña y doscientos años) en un bosque (Eurasia y quinientos años).
Pero Brzezinski (1928 – 2017) no era un historiador, sino un político de hechos. El proyecto de Brzezinski era ideal para el dominio (no lo olvidemos, lenguaje mackinderiano) de EEUU sobre aliados y no aliados. Dos párrafos lo demuestran sintéticamente:
A: Propone una Rusia dividida en tres “laxas confederaciones”: la Europea, la Siberiana y la del Extremo Oriente. Todos sabemos qué es una confederación. Qué es “laxa” hemos de imaginarlo. ¿Lazos muy débiles entre ellas? La UE no pretende ser una confederación, sino una federación; por algo será.
B: Una Europa occidental fuerte pero dependiente. Brzezinski advierte: “EEUU no puede crear… una Europa más unida… pero los EEUU sí pueden obstruir el surgimiento de una Europa más unida”.
Es decir, que el derecho de soberanía de las naciones, excluyendo la suya propia, no es su preocupación principal. No habla de países coexistiendo en pie de igualdad, sino de una pirámide de poderes: EE.UU en la cúspide; después sus aliados (en jerarquía degradada, entre los que se encuentra el inventor de la operación); y finalmente unos entrañables socios que deben ser multiplicados por tres para mayor sensación de afecto.
Un plan para gente inteligente
El proyecto era hábil, pero parece que sus sucesores lo desbarataron. En vez de separar a Rusia de China, enfrentándolas, han logrado el efecto contrario. Ese error hay que adjudicárselo a Clinton y después a Obama, cuyo proyecto demócrata es confuso. Pero no se dan por aludidos. Es mejor seguir en el cargo que cedérselo a quienes advirtieron sobre el error que se estaba cometiendo. (los Kennan, por ejemplo) o por quienes preferían para el mundo una relación de coexistencia, tal como había prometido Baker. En Europa tuvimos a los Bahr, a los Palme, a los Brandt, a los Kreiski, a los De Gaulle, etc., que intentaron poner las bases para el entendimiento, no para la confrontación.
Con Irán, curiosamente, están haciendo todo lo contrario de lo que propugnaba Brzezinski; alguien en Israel y fuera de él está empeñado en reforzar el eje China -Rusia -Irán.
¿Fue razonable enlazar lo que proponían Mackinder y Brzezisnki? Creemos que no, en cuanto hubo un cambio fundamental que Mackinder no podía prever: la aparición del arma nuclear. Por lo tanto, ¿es razonable que se continúe con tales pretensiones? Si no se es un suicida, no.
E3
En este mundo democrático surgido a partir del nuevo siglo, parece que contar con los demás no es un presupuesto imprescindible.
Desde hace lustros, la UE va derivando en algo cuya más precisa definición es la de “no se sabe qué”. Cada día que pasa, la Comisión es más fuerte y las naciones más débiles. A ello se suma que el Parlamento europeo es un invitado de piedra al que no le molesta serlo. ¿Avala a esta absorción de poderes una gestión eficacísima que cierre la boca a las objeciones democráticas? No. Desde principios del nuevo siglo la UE comenzó a recular hasta perder puestos que se suponían asegurados y no es previsible recuperar (del casi billón en inversión militar, el 70 por ciento irá a EEUU).
Todo esto no estaba proyectado; al menos así. Las reformas que siguieron al Tratado de Maastricht han fracasado, sobre todo en su fondo. La Europa toda está desdibujada en beneficio de una institución que ve a las naciones que la integran (naciones, no gobiernos) como elementos a controlar (recordemos la inoportuna regañina de v. d. Leyen a España por el caso Koldo).
La realidad es que la intención fundacional de Europa (seis países) era principalmente económica y en evitación de nuevos conflictos, y esto no precisamente en segundo lugar. Los antecedentes de dos guerras mundiales y los problemas con el Ruhr pesaron decisivamente en su constitución. La cuestión es que no conocemos ningún foro que recoja realmente las aspiraciones (que podrían ser cambiantes según las circunstancias, como un horizonte de guerra) de los pueblos y ciudadanos que la integran.
Por el contrario, leemos con sorpresa que ha surgido un nuevo poder, el E3 (Europa 3). ¿Quiénes lo integran? Reino Unido, Alemania, Francia. ¿Es el Reino Unido mimbro de la UE? No, pero es el nexo entre la UE, la City, la OTAN y EEUU. Los países del Benelux e Italia, cofundadores, ignorados.
Se podría argüir que prima la confianza moral entre países coinstitucionales. Pero no es verdad. La UE es una subpirámide donde el sacrificio de unos redunda en beneficio de otros. Recuérdese el maltrato de Alemania a Grecia. Nuestro 135 constitucional, que tuvo que ser transformado urgentemente a instancias de la UE financierista y bancaria, donde pesaron más los bancos que los ciudadanos. Pero no le pregunten a la IA. Toma partido.
Después de ver la actitud de casi todos (aquí España se ha mantenido mejor que muchos otros) con los sucesos de Gaza o Irán es difícil aceptar delegaciones a ciegas. Más si un miembro del trío entra y sale a conveniencia, critica en otros lo que él hace en Gibraltar o Malvinas, aborta acuerdos de paz, etc. etc. Que no haya salido aún de la órbita del pensamiento mackinderiano, desfasado este, no es para cederle la codirección de nada.
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