Los periodistas, ya solo por el simple hecho de estar ejerciendo nuestra profesión, tenemos una enorme responsabilidad social con nuestros receptores de la información: el lector, el oyente o el telespectador.
No tenemos que irnos muy lejos para recordarnos que es un derecho fundamental, el artículo 20 de la Constitución Española recoge el derecho a la libertad de información y el derecho a recibir información veraz:
“a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción. (…) d) A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas libertades”
Al igual que lo recoge nuestro código deontológico: “13. El compromiso con la búsqueda de la verdad llevará siempre al periodista a informar sólo sobre hechos de los cuales conozca su origen, sin falsificar documentos ni omitir informaciones esenciales, así como a no publicar material informativo falso, engañoso o deformado.”
Al final los periodistas tenemos el poder del cambio, de la influencia, por eso debemos tener una responsabilidad social con lo que publicamos. Lo marca la teoría de la agenda setting, creada en 1972 por McCombs y Shaw. En ella se establece la relación de que los medios de comunicación influyen en los temas en los que va a hablar la sociedad.
Por ello, los periodistas debemos tener muy presenta la palabra veracidad. La veracidad es la búsqueda de la verdad en la información transmitida. Por esto es muy importante la verificación de nuestras fuentes y la investigación sobre ellas. A más información veraz que aportemos, será de mayor calidad la opinión pública.
Un aspecto que está marcando a la sociedad actual es la inmediatez y que perjudica a la palabra veracidad. Además, de la necesidad de tener la exclusiva. Todos los medios de comunicación luchan por publicar ellos primero la información. Pero considero que, para lanzar una buena exclusiva, es necesario un trabajo fuerte de verificación de las fuentes y de investigación. No da la mejor exclusiva el que más corre, sino es aquel que aporte información y que ese contenido sea de calidad.
También hay que tener un tratamiento especial hacia los protagonistas o víctimas de nuestra información. No todo vale a la hora de publicar, hay unos límites que no se pueden traspasar. Un eje claro son los derechos fundamentales. No se pueden vulnerar el derecho a la intimidad, el derecho al honor y a la propia imagen. Lo recoge el artículo 18 de nuestra Constitución Española y la Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, de protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen.
Hay que prestar cierta atención a que la información y/o imagen que publiquemos no traspase esos límites. A esto se le suma los casos judiciales en lo que hay que tener en cuenta la presunción de inocencia y el secreto de sumario. Muchos de los casos judiciales se narran en los medios de comunicación como si fuesen novela negra o una serie de Netflix, sin tener en cuenta que estamos sujetos a la presunción de inocencia y que no se deben difundir datos del sumario. Un ejemplo claro fue el caso Alcásser.
Durante mi formación universitaria, la lectura que me levantó el ánimo para seguir queriendo ser periodista fue sin duda Ryszard Kapuściński su ensayo Los cínicos no sirven para este oficio. Es una lectura que levanta pasiones periodísticas, que pone los puntos sobre las íes sobre lo que hay que hacer y lo que no para realizar un buen periodismo. Es una lectura que debería ser obligatoria en todas las aulas de Periodismo, porque es un libro que no puede dejarte indiferente. Es una lección ya no solo para nuestro oficio, sino de vida.
En dicho ensayo, el periodista dice la famosa frase de “para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos.” Porque, sobre todo, encaja al periodista como una persona que necesita empatía porque nuestro sujeto en nuestro trabajo es el ser humano. Y no solo eso, sino que explica que el verdadero periodismo es intencional, es aquel que provoca un cambio.
Los medios de comunicación y los periodistas no debemos vernos como unos trabajadores más, sino como personas que están prestando un servicio público a la sociedad. Por ello, cada día, tenemos que esforzarnos para dar una información de calidad, en concordancia con los derechos humanos. Ya que marcamos la opinión pública, deberíamos ser un altavoz para promover los derechos que todo hombre y mujer deberían respetar. Porque, además, nosotros somos una de las principales vías para la difusión de la cultura de paz, establecido en el artículo 2 de Declaración sobre los Principios Fundamentales Relativos a la Contribución de los Medios de Comunicación de Masas al Fortalecimiento de la Paz proclamada en la Vigésima Conferencia General de la UNESCO en 1978. Tenemos el deber de garantizar la libertad de opinión, de expresión y de información, ya que esto es un indicador de fortalecimiento de la construcción de esta cultura de paz.
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