Al salir esta mañana de mi casa en Ferraz -calle señorial también por sus habitantes, aunque no llega a bulevar, casi esquina a Marqués de Urquijo, que fue afectada durante nuestra Guerra Civil, de estilo herreriano porque estando el edificio perfectamente construido y reconstruido, no tiene adornos en el exterior, con una sobriedad un tanto equívoca, como puede serlo ocasionalmente para mis asuntos y cuando se ha anunciado alguna de mis conferencias sobre política exterior de España, quizá más de uno ha ido a Ferraz, sede del PSOE, en lugar de a Ferraz 38, PP, y desde donde a diario entreveo nuestra historia, contemplando en el vecino Rosales, las estatuas ecuestres de San Martín, con bicornio, y de Bolívar, descubierto, sobre lo que he escrito con eco, cierto que no municipal- esta mañana decíamos, he cruzado un grupo de periodistas que esperaban a Sánchez, a quien unos metros antes, en la puerta de la Iglesia de la Concepción, incansables manifestantes le corean a diario, de 8 a 9,de la tarde, tras sentidos rezos a la Virgen, una amplia gama de insultos y críticas.
Casi automáticamente he pensado dirigirme al presidente, increparlo, interpelarlo, como ustedes quieran, que aquí los matices cuentan, pero había que esperar, mezclado con el grupo de periodistas y algunos curiosos, lo que no está en mi estilo. por lo que he desistido y aprovecho la hospitalidad del periódico para reiterarle el mensaje que le hubiera expresado, el touché verbal sobre la marcha: "Presidente, soy Angel Ballesteros, primer espada, como ustedes saben, en nuestros contenciosos y diferendos diplomáticos: Hay que mejorar".
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