En los debates parlamentarios del año 1994 se escuchaba a menudo esta frase: ¡Váyase, señor González! Esta última semana he podido asistir -con admiración- a una entrevista televisiva dentro de “El hormiguero”, en la que ha sido protagonista Don Felipe González Márquez.
Soy un fanático admirador de la inteligencia y la capacidad de transmisión de aquellos seres privilegiados, a los que me gustaría parecerme. Aunque fuera un poco. Por eso cuando me enfrento a mentes tan claras, tan ordenadas y con una memoria impagable, como manifiesta el Sr. González, no me queda más remedio que añorar su presencia activa en la política actual.
En mi modesta opinión, el nivel profesional de los dirigentes españoles ha descendido de una forma vertiginosa. No se trata de añoranzas de viejo. Es una realidad sostenida por todos los analistas políticos que se atreven a reconocer la realidad de los hechos.
Estoy de acuerdo con casi todos los postulados que defiende D. Felipe. Asimismo respeto aquellos con lo que no coincido. Observo que mantiene una línea coherente desde siempre, trazada desde el estudio y la motivación. Manifiesta sin pudor su reconocimiento de los errores cometidos, sin intentar justificarlos. Hace gala de una visión analítica del espacio mundial, europeo y español, cimentada en una observación certera de la realidad y una experiencia vivida y compartida.
El análisis sobre el conflicto en la franja de Gaza, el desbarajuste yanqui de Trump, -el tramposo-, el gobierno –incoherente- y la oposición española -sin contenido-, ha sido, en mi opinión impecable. Ha estudiado a fondo los problemas nacionales e internacionales. Sabe de los problemas diarios, de la red eléctrica y de la red ferroviaria. Todo ello desde un discurso que se entiende, huyendo de remoquetes y de lugares comunes.
Termino pensando. ¿Los antiguos presidentes de la nación española son miembros del Consejo de Estado? ¿Por qué no les escuchan? Creo que su experiencia es desaprovechada. Que sigamos contando con personajes de la talla de Felipe González es para mí una buena noticia. Muchas gracias, maestro.
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