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Hace apenas un par de días desayunábamos con la noticia de que «más de 50 menores entran a nado a Ceuta en una noche y la ciudad pide “auxilio” al Gobierno». Este Gobierno no se atreve a cortar la inmigración con la misma valentía que lo han hecho Portugal e Italia. Estos dos países no tienen deudas pendientes con Mohamed VI mientras Sánchez está asustado por si suelta las verdades comprometidas del PEGASUS sobre él y su falsa catedrática de la insensatez.
Tenemos un presidente que miente hasta al médico; es de una condición y no hay quién le cambie. «No miento, es un cambio de opinión», ha llegado a decir. Ni siquiera se da cuenta de que miente en todo y a todos, como lleva años haciendo con Carles Puigdemont. Mintió al juez cuando acudió como testigo y miente a los españoles cada vez que improvisa una rueda de prensa.
Existen 10 Mandamientos que están reconocidos en el mundo como una base moral en las principales religiones: el cristianismo, el judaísmo y el islam. El “sanchismo” resume en su ley los dos grandes mandamientos que nos enseñan “el deber de amar a Pedro y a su socio de coalición gubernamental”, y hay cuatro mandamientos que demandan el “respeto hacia la figura de Sánchez y el nombre de Pedro”.
En las tabernas es normal escuchar “la próxima ronda corre de mi cuenta” cuando un grupo de amigos (hombres todos), se reúnen para tomar unas cañas o copas de vino y entre todos arreglar el mundo o poner a caer de un burro al que falta por no haberse unido a tal reunión. También suelen farolear de haber tenido conocimientos, flirteos o bien oportunidad para llevarlo a cabo, con alguna mujer de personalidad distraída o simplemente compañeras de trabajo.
El desprecio de la política es algo que, en estos tiempos que corren, está muy en boga. Es habitual oír comentarios negativos sobre la política y los políticos. Esta práctica no es nueva, yo ya llevo años escuchando generalizaciones, que siempre me habían parecido injustas, en las que se acusaba a los políticos de ser todos iguales y de hacer todos lo mismo cuando llegaran al poder: robar, enchufar o malversar.
Estamos sobre un volcán en erupción y seguimos bailando. La escena puede parecer exagerada, incluso alarmista, pero es tan real como que existe el día y la noche: mientras las estructuras democráticas se están resquebrajando, la sociedad parece anestesiada, envuelta en una inercia que impide su reacción. No se trata de indiferencia, sino de orfandad cívica: hay una percepción generalizada del derrumbe, pero también un sentimiento de impotencia ante el mismo.
Previsto el fin de año, como corresponde, para proseguir con los balances sobre nuestros contenciosos y diferendos diplomáticos, una incidencia sobre el diferendo de Perejil, una serie televisiva española, y otra sobre el contencioso del Sáhara, la contabilidad en incremento favorable a las tesis marroquíes, acaecidas ambas en este verano del 25, parecen aconsejar algunas puntualizaciones al respecto.
Separar la política de la moral y la ética, es corrupción. Y separarla de los ciudadanos, es nazismo. Según el Papa Pío XI, “la política es la más alta forma de caridad”; excepto cuando se hace de ella la más alta forma de maltrato social, por endiosamiento del político. Ese endiosamiento es nazi.
El Consejo de Ministros ha aprobado este martes la concesión de subvenciones por un importe de 72.314.249,30 millones de euros a 14 entidades y corporaciones locales de la Comunidad Valenciana afectadas por la dana, en aplicación de las ayudas recogidas en el Anexo del Real Decreto-ley 6/2024, de 5 de noviembre, por el que se adoptan medidas urgentes de respuesta ante los daños causados por la dana entre el 28 de octubre y el 4 de noviembre de 2024.
Tras los cristales blindados de La Moncloa —un palacio cuyas ventanas iluminadas solo fingen transparencia, mientras turbias sombras se deslizan por sus despachos—, hoy los prestamistas exigen la libra de carne que Pedro Sánchez —movido por su ambición— hipotecó en su propio beneficio.
No sé cómo andarán de conocimientos históricos Pedro Sánchez y sus conmilitones, pero posiblemente se haga necesario ponerlos al día, pues como dice nuestro refranero “Nunca está de más un deshollino aunque sea a un santo”. Por ello hoy queremos tratar de un asunto que parece que el Gobierno que preside el copiador oficial de tesis, o sea, Pedro Sánchez, se lo está tomando a la ligera.
El actual presidente de Gobierno debe tener en cuenta algunas cuestiones olvidándose de sí mismo, pensando en el cargo que ostenta. En el caso de Pedro Sánchez, el foco no está en si ha cometido un delito o no, sino en si debe asumir su responsabilidad política por la actuación de personas de su círculo más cercano.
Que nadie se espante. Un ministro que forme parte del gabinete socialista, o del que pudiera crear el líder del Partido Popular, y que fuera gitano o gitana, sería en estos momentos una muestra de normalidad. Tal vez no lo fuera hace 47 años cuando algunos periodistas bien intencionados, y un tanto ilusos, escribieron artículos instando al presidente del Gobierno a que me nombrara a mí ministro de lo que sea.
En un país como España, donde la política se ha convertido en un espectáculo de desgaste constante, donde los grandes partidos se anulan mutuamente en una guerra de trincheras, los trabajadores, quienes sostienen día a día el funcionamiento real de la nación, enfrentan una encrucijada cuando lleguen las nuevas elecciones, votar no para elegir a los mejores, sino para evitar a los peores.
La sociedad española respira hoy un aire denso, cargado de indignación y desencanto. La sucesión de escándalos de corrupción que salpican al partido en el Gobierno, el PSOE, y a su propia estructura ejecutiva, investigados por la Guardia Civil, no son solo casos aislados como nos dicen los voceros autorizados. Son síntomas de una patología profunda que corroe la confianza ciudadana.
Todos los medios de comunicación coinciden prácticamente con un mismo titular: el gobierno de Pedro Sánchez ha decidido «no tirar la toalla». Me parece bien que exista esa voluntad, por lo que tiene de no sentirse derrotado y como expresión del deseo de seguir dando la batalla hasta el final
Desde que se conocieron el informe de la UCO sobre Cerdán y los audios que probaban la existencia de una organización criminal entre miembros del Gobierno y del PSOE, la izquierda política y mediática se esfuerza por inocularnos un marco mental propio e interesado sobre los corruptos y los corruptores.
Dando por cierto que en este país la envidia es el deporte nacional, los españoles somos muy dados a la cerrazón, pero la obstinación y la porfía no le quedan a la zaga. Aquí, como decía Antonio Machado, “de diez cabezas, nueve embisten y una piensa”.
Hace un tiempo Aznar dijo “el que pueda hablar, que hable, el que pueda hacer, que haga, el que pueda aportar, que aporte. El que pueda moverse, que se mueva”, añadiendo que “la inhibición no tiene cabida” en una llamada a la movilización ciudadana contra el Gobierno de Pedro Sánchez. Es lo que desde la derecha extrema, el Partido Popular, y desde la extrema derecha, los franquistas de VOX, están intentando desde el momento en que Sánchez ocupó el banco azul del Gobierno.
El Consejo de Ministros ha aprobado, a propuesta del Ministerio del Interior, declarar zonas afectada por una emergencia de protección civil diferentes comarcas de las comunidades autónomas de Illes Balears, Castilla y León, Canarias, Cataluña, La Rioja, Comunidad Valenciana, Galicia, Andalucía, Aragón y Castilla-La Mancha que sufrieron 26 emergencias de distinta naturaleza entre el 25 de marzo y el 22 de junio de 2025 pasados.
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