Muchos se interesan por mi opinión sobre el nuevo papa. Y yo que sé. Un montón de personas, alguno de mi familia, hablan de Robert Frances Prevost como si le conocieran de toda la vida. Ciertamente, estuvo en Málaga durante unos días en mi querido Colegio de los Olivos, lo hizo en función de su cargo dentro de la Orden agustiniana. Anecdóticamente, tengo un ahijado que comió con él en una ocasión. Pues muy bien.
Soy de la opinión de que necesitamos un espacio de tiempo suficiente para atrevernos a emitir una opinión sobre su persona y su actual servicio a la Iglesia. A mí me parece que toda su vida ha sido lo que yo denomino como un “cura de escopeta y perro”; un agustino que ejercita su vocación de servir de ayuda a los demás allí donde más se le necesite. Por eso estuvo tantos años en el Perú como misionero, labor que posiblemente añora cada día. Las fotos antiguas nos muestran la figura de un cura cercano al pueblo, oliendo a campo e implicándose en toda suerte de problemas.
Desgraciadamente para él, le sacaron de su hábitat natural y le incorporaron a la jerarquía; primero como prior general de su orden y después a la vaticana, hasta culminar en su nombramiento como papa tras la muerte del papa Francisco. Me da la impresión de que no se siente demasiado feliz entre la pompa y el boato vaticanos. Pero esto entra en el cargo.
Reconozco que todas las ceremonias de coronación papal son muy vistosas, diría que cinematográficas. Pero en mi opinión son propias de la iglesia medieval de los papas-reyes. Gracias a Dios estas creencias han evolucionado (en parte) a una Iglesia menos casada con el poder, transmisora de la paz de Cristo y el amor entre los pueblos. Aunque no todo el mundo piensa así (pueden ver en Internet la definición que da del papa León XIV: “Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano”. No se puede ser más retorcido).
Las noticias funcionan de esta manera. En varios días el papa ha sido eclipsado primero por las procesiones andaluzas-vaticanas y, posteriormente, por la actuación de Melody en ¡¡Eurovisión!! Nuestro papa León XIV volverá a salir en primer plano cuando le pillen en un renuncio o se lo inventen.
Cada vez que se nombra un nuevo papa recuerdo el personaje principal de una novela (y película) que me impacto; aquel Kiril I, de “Las sandalias del Pescador” de Morris West. Un papa que quiere volver a las raíces cristianas y todo se le pone en contra. Algo así le ha pasado a los últimos papas. Ciertamente han hecho lo que han podido… o le han dejado hacer. Veremos hasta donde pueden llegar León XIV. Rezo por ello. En conclusión: Me sigue sobrando parafernalia y espero con ilusión pasos de nuestro buen papa hacia un cristianismo evangélico; de todos y para todos.
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