De las distintas burocracias públicas, ya sean de mayor o menor nivel en la escala de mando sobre la ciudadanía, alguien podría decir que se encuentran en la línea del progreso de moda. Baste añadir que cumplen con este propósito, porque disponen de una página web para atender mejor a la gente. Lo que pudiera resultar cierto, haciendo la observación de que tal apreciación solamente ha cambiado en teoría, mientras que, en la práctica, la desatención tradicional, propia de la burocracia del papeleo, no ha sufrido cambios. De ahí la falacia del título citado con el que se adorna alguna que otra burocracia local.
Por hablar de esas burocracias más cercanas, a las que el administrado se ve obligado a acudir con frecuencia, resulta que han aprovechado las nuevas tecnologías —internet y teléfono—, se dice, al objeto de facilitar a los ciudadanos los trámites habituales. No obstante, la atención ciudadana, por mucho que se empeñen en la tesis contraria, no pasa de ser un eslogan publicitario. Realmente las nuevas tecnologías mayormente sirven para controlar al ciudadano a todos los niveles y alcanzar más efectividad recaudatoria. Del otro lado, mirando por el bienestar de los burócratas, se usan para aliviar la carga de trabajo, a fin de hacerla compatible con un amplio abanico de derechos laborales, que van desde el sueldo fijo, complementos, teletrabajo, conciliación, permisos, licencias, vacaciones, hasta otras particularidades que dan prestigio al empleo público y marcan la diferencia con otros asalariados. Por tanto, es en materia laboral donde se aprecia el progreso, pero no suele suceder así, pese a la propaganda que se realiza en internet, en algunas relaciones que afectan al ciudadano de a pie.
Si, movidos por la curiosidad, se tiene la ocurrencia de visitar una página web, por ejemplo, de alguna burocracia local, todo resulta perfecto, porque observará numerosos teléfonos y correos electrónicos, como muestra de atención hacia el administrado, para que, sea debidamente atendido y pueda dejar constancia de sus demandas ante ellas. Mas no sucede así en todas, cuando se trata de solucionar algún problema de la vida diaria, marcada por la burocratización de la existencia para mayor poder del que ocasionalmente manda, el panorama cambia radicalmente. En este caso, los teléfonos que se mencionan en la web resulta que están ahí como adorno, ya que es posible acudir a ellos durante toda una jornada y escuchar solamente como respuesta a la llamada el ringtone. Excepcionalmente, en el caso de las burocracias más adelantadas, responde una máquina que, tras las investigaciones oportunas, es capaz de trasladar la llamada a otro teléfono; en este caso, con el mismo resultado, ya que, pasada una animada espera, a veces, con acompañamiento musical, la respuesta es el mismo ring, ring. Acudiendo al otro medio de comunicación anunciado, el correo electrónico, el silencio, la desconsideraba falta de respuesta, suele ser lo habitual, salvo que el asunto planteado interese al burócrata de turno, en cuyo caso, se mostrará atento. En cuanto a lo virtual, parece estar dirigido a quitarse de en medio al administrado común, ya que, tras el proceso de identificación, se pone en escena el pin, el documento electrónico, la referencia u otro artilugio al efecto, del que es posible que solo dispongan los habituales del servicio y los aventajados en la materia. El resultado para el ciudadano de a pie, suele ser que, tras marearlo, finalmente no le resuelva nada.
No obstante, nadie puede decir que la burocracia no despliegue medios modernos para atender al ciudadano, porque ahí están, aunque solo sea para darse lustre en internet. El problema es que los use, sean eficientes y realmente operativos para todos en cualquier momento; de manera que la atención al ciudadano deje de ser un eslogan propagandístico usado en internet. Puesto que esto no es así, la falaz Atención ciudadana que publicita alguna burocracia local, sería conveniente que, asumiendo su incapacidad para prestar tal servicio, rectificara y lo reemplazara por el de Desatención ciudadana, si es que aspira a ser realista y no pretende hacer perder el tiempo al ciudadano.
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