Es una verdad de la literatura que lo trágico deviene en comedia, y la comedia en lo grotesco. El afer catalán ha pasado de ser una cosa trágica a un sainete de época, con múltiples puertas por donde los protagonistas salen, entran y se entrecruzan.
Como en todo sainete, la situación cómica nace de un malentendido, mantenido por unos e ignorado por otros, y donde los espectadores observan cómo la gracia está en la mentira. Así lo hemos visto muchos desde las periferias de la opinión, y para mí este sainete muestra lo poco serio de muchos de nuestros políticos: el PSOE no tiene claro un proyecto de España, y la izquierda más a la izquierda sigue estando ausente del relato, careciendo de un proyecto a la altura de los tiempos, y con este panorama muchos sentimientos de los que amamos España como nuestra gran patria, están siendo derrotados.
En Cataluña, la mayoría de sus gentes se siente española, y eso, ni la izquierda española ni los partidos independentistas, pueden cambiarlo. Lo que está claro, lo que es obvio, es que con los actores del independentismo de hoy es difícil que la tragicomedia guste al público, porque lo trágico se convierte en cómico, y siguen riéndose de nosotros, los españoles de bien.
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