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Opinión
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Jueces

A lo largo de toda mi vida, tan solo he tenido amistad con un juez. Me causaba tanto respeto, que le escribía en papel de barba
Manuel Montes Cleries
viernes, 28 de junio de 2024, 09:47 h (CET)

Desde que tengo uso de razón he sentido una gran admiración los miembros de la judicatura. Les veía como una serie de venerables señores, que se habían pasado más de media vida preparando unas oposiciones en las que se habían dejado la vista, el pelo y la juventud.

     

Durante gran parte de los ochenta, pudimos presenciar una desternillante serie norteamericana que tenía el título de “juzgado de guardia”. En la misma un juez medio chiflado, con toga y deportivos, realizaba juicios rápidos rodeado de una corte de “frikis” que protagonizaban unas situaciones inverosímiles. Hace  poco he visto un “remake” que parece ser que no ha tenido mucho éxito.

   

Aquello era ficción. En España las cosas han sido diferentes. Pero a lo largo de los últimos años hemos asistido a una situación preocupante, e incluso hilarante a veces, que parece ser que ha llegado a su fin.

      

Según dicen los entendidos en la materia, los partidos políticos se rifan los jueces, los cuales se cotizan como si se tratara de futbolistas de élite. Un equipo ficha a unos, el otro ficha a otros y finalmente, gracias a Dios, parece que ha llegado el entendimiento y se inicia una serie de nombramientos que van a arreglar España en un santiamén.

    

Sigo sin entender la diferencia entre un juez conservador y uno progresista. Un juez se tiene que ceñir a aplicar las leyes, que conoce perfectamente, sin ningún tipo de interpretaciones políticas. No será así. Si no lo fuera, no entiendo la zapatiesta en que el país se ha visto envuelto a lo largo de los últimos años.

    

Espero que esta vez sea para bien y los jueces juzguen, la policía detenga a los malos y estos vayan a la trena. Es decir, la vuelta a la normalidad.

     

Termino afirmando que todo cuanto he dicho anteriormente lo he hecho supuestamente. Vaya que me empapelen a mí por desacato. Bendita sea la justicia. 

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La autoestima es necesaria, claro está, pero, aparte de lo anterior, cuando el ego está puntillosamente exacerbado surgen los conflictos, esos conflictos que nacen del inconsciente personal o colectivo, donde el ego hierve profundamente. Por todo ello, es importante comprender que, en la medida en que los seres humanos seamos algo más tolerantes y dialogantes, y nuestro talante cambie, la convivencia en la sociedad puede y debe mejorar.

El matrimonio, pilar natural de la familia y garantía de estabilidad social, en estos últimos tiempos se ve sustituido por relaciones inestables, rupturas y un creciente individualismo. Estos hechos están produciendo la caída de la natalidad, sin duda ligada a la falta de matrimonios estables, cosa que se está convirtiendo en un drama silencioso que amenaza el futuro de España y de gran parte del mundo occidental.


Una vez más, nos sorprenden alguna persona, tanto en los telediarios de cualquier signo, inclusive en los periódicos, donde personajes, también de cualquier signo, resoplando exabruptos que me dejan paralizado sin saber lo que hacer. O, echarlo a los tiburones y que se pelee con ellos o que, de cualquier manera, tirarlo a la cuneta del tren, eso sí, cuando esté parado en medio del campo.

 
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