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Al pasar Cerro Muriano,
dejando atrás el pantano,
aparece,
una sierra muy hermosa
cerca de Villaviciosa,
¡que florece!
Siguiendo el viaje con ley,
a Villanueva del Rey,
con paciencia,
encuentras en lontananza
a Espiel, pueblo de esperanza,
¡y sapiencia!
Tras las curvas espeleñas,
dejando por fin las breñas,
surge ahora,
un valle bien definido
entre sierras escondido
¡que enamora!
De ese valle portentoso,
con perfil esplendoroso,
como el oro,
emerge firme el castillo
de Belmez, pueblo sencillo,
¡un tesoro!
Después el peñón hermano,
con Peñarroya a su mano,
con cariño,
lanza rojas pinceladas
sobre sus casas pintadas,
¡de armiño!
Más allá de la llanura,
recuerda con galanura,
su pasado,
el gran pueblo melariense
sin que en su futuro piense,
¡preocupado!
Durante todo el viaje,
puedes ver entre el follaje,
algo tan grato,
como el agua discurrir
hacia el rio Guadalquivir,
¡el Guadiato!
Y de ese valle soberbio,
puede extraerse un proverbio,
que te enseñe,
a comprender que lo bello
nos es otra que aquello,
¡que se sueñe!
Hace algún tiempo leí un ensayo —que se presentaba como un diálogo entre dos eruditos contertulios— cuyo título, Nadie acabará con los libros, zanjaba, casi pendencieramente, un debate que durante décadas ocupó un lugar central en los ámbitos consagrados a eso que, con proverbial munificencia, hemos dado en llamar cultura.
La intermitencia en la iluminación no se debe a la falta de suministro eléctrico, es a causa del filamento del amarillento foco que está próximo a expirar. El vaivén en los lúmenes remarcan las imperfecciones de la pared que alguna vez fue blanca.
El pasado jueves 13 de junio se presentó en la sala Miguel de Cervantes de Casa de América el libro "Voces de la Diáspora Dominicana en España Volumen III". Esta obra, compilada y editada por Ada Wiscovitch Carlo, embajadora consorte de la República Dominicana en España, reúne los relatos de diecisiete destacadas personalidades dominicanas residentes en diversas partes de España.
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