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La doble vara de medir de nuestros dirigentes, y el silencio cómplice de tanta gente, es lo que realmente viene alimentando la hoguera en la que se está convirtiendo el mundo

Asquerosa doble moral

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El 19 de octubre del año pasado, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, escribió (con toda la razón) el siguiente mensaje en la red X (antes Twitter): «Los ataques de Rusia contra infraestructura civil, especialmente eléctrica, son crímenes de guerra. Los cortes de agua, electricidad y calefacción cuando llega el invierno a hombres, mujeres y niños son actos de terror».

Sin embargo, cuando ahora Israel hace lo mismo, von de Leyen no responde de la misma forma ni con semejante contundencia. Y no porque esté distinguiendo entre víctima y atacante. Cuando Israel ha estado invadiendo durante años a Palestina con actos de claro terrorismo, o cometiendo crímenes de guerra (tan deleznables como el último de Hamás), ni ella ni los demás dirigentes europeos reaccionaron como lo hicieron (con toda razón) cuando Rusia invadió a Ucrania.

Tal y como actúan, parece claro que a los dirigentes europeos sólo les preocupan y merecen su radical condena los crímenes de guerra que vengan de Rusia o Hamás (como los de la semana pasada) o de quienes no sean sus aliados militares o socios comerciales, como Israel. Y exactamente lo mismo puede decirse de los de Estados Unidos.


Es esa una doble vara de medir vergonzosa. Asquerosamente inmoral y rechazable por injusta, cruel e inhumana y porque de ella sólo puede brotar, sin remedio, cada vez más terror y violencia.


No sé expresar mi opinión mejor que como lo ha hecho Santiago Alba en un artículo reciente (aquí), así que simplemente me permito tomar sus palabras y hacerlas mías:

«Lo siento, pero no se puede ser demócrata en Tel Aviv y supremacista colonial en Gaza y Cisjordania. Respecto de la UE y los EEUU cabe un razonamiento similar: lo siento, pero no se puede defender a la víctima en Ucrania y al ocupante en Palestina. No se puede defender el derecho de los ucranianos a combatir la invasión rusa y pasar por alto desde hace décadas la Ocupación israelí, la extensión de las colonias en territorio ocupado, los ataques deliberados a civiles, el asedio inhumano de Gaza. Mientras los israelíes no se vuelvan realmente demócratas y los europeos y estadounidenses no defiendan de verdad los derechos humanos que pomposamente enuncian y las resoluciones de la ONU que ellos mismos firman, mucha gente en el sur global acabará refugiándose en regímenes monstruosos, organizaciones terroristas y alegrías violentas y reaccionarias.»


La doble moral de nuestros dirigentes, y el silencio cómplice de tanta gente, es lo que realmente viene alimentando la hoguera en la que se está convirtiendo nuestro mundo.


Y, por cierto, no puedo olvidar, cuando acuso de inmorales a los dirigentes occidentales, que esa misma doble vara de medir la utilizan también bastantes dirigentes de izquierdas. A quienes se debe aplicar lo mismo que he dicho de quienes sólo condenan a Rusia y Hamás.


Cuando nos acostumbramos a que la violencia sea el lenguaje y la imposición unilateral el modo de resolver los problemas que se dan entre desiguales, no estaremos sembrando sino más violencia y conflictos permanentes, odio y afán de venganza. Un mundo en llamas.


Decía Martin Luther King que nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda. Y llevaba razón. Nada de todo esto que está pasando se consentiría que ocurriera si no se mintiera tanto y si no se manipulara constantemente la información que difunden los medios. Unos medios cuyos propietarios son, precisamente, quienes se benefician con la violencia y la guerra, vendiendo armas y reconstruyendo lo que a cada paso destruyen. Sólo la educación, la información veraz y la comunicación en auténtica libertad nos podrán sacar del pozo ciego en el que estamos cayendo. Otra cosa es que sepamos cómo conseguirlo y que se tenga capacidad para hacerlo posible.

Asquerosa doble moral

La doble vara de medir de nuestros dirigentes, y el silencio cómplice de tanta gente, es lo que realmente viene alimentando la hoguera en la que se está convirtiendo el mundo
Juan Torres López
viernes, 13 de octubre de 2023, 12:33 h (CET)

El 19 de octubre del año pasado, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, escribió (con toda la razón) el siguiente mensaje en la red X (antes Twitter): «Los ataques de Rusia contra infraestructura civil, especialmente eléctrica, son crímenes de guerra. Los cortes de agua, electricidad y calefacción cuando llega el invierno a hombres, mujeres y niños son actos de terror».

Sin embargo, cuando ahora Israel hace lo mismo, von de Leyen no responde de la misma forma ni con semejante contundencia. Y no porque esté distinguiendo entre víctima y atacante. Cuando Israel ha estado invadiendo durante años a Palestina con actos de claro terrorismo, o cometiendo crímenes de guerra (tan deleznables como el último de Hamás), ni ella ni los demás dirigentes europeos reaccionaron como lo hicieron (con toda razón) cuando Rusia invadió a Ucrania.

Tal y como actúan, parece claro que a los dirigentes europeos sólo les preocupan y merecen su radical condena los crímenes de guerra que vengan de Rusia o Hamás (como los de la semana pasada) o de quienes no sean sus aliados militares o socios comerciales, como Israel. Y exactamente lo mismo puede decirse de los de Estados Unidos.


Es esa una doble vara de medir vergonzosa. Asquerosamente inmoral y rechazable por injusta, cruel e inhumana y porque de ella sólo puede brotar, sin remedio, cada vez más terror y violencia.


No sé expresar mi opinión mejor que como lo ha hecho Santiago Alba en un artículo reciente (aquí), así que simplemente me permito tomar sus palabras y hacerlas mías:

«Lo siento, pero no se puede ser demócrata en Tel Aviv y supremacista colonial en Gaza y Cisjordania. Respecto de la UE y los EEUU cabe un razonamiento similar: lo siento, pero no se puede defender a la víctima en Ucrania y al ocupante en Palestina. No se puede defender el derecho de los ucranianos a combatir la invasión rusa y pasar por alto desde hace décadas la Ocupación israelí, la extensión de las colonias en territorio ocupado, los ataques deliberados a civiles, el asedio inhumano de Gaza. Mientras los israelíes no se vuelvan realmente demócratas y los europeos y estadounidenses no defiendan de verdad los derechos humanos que pomposamente enuncian y las resoluciones de la ONU que ellos mismos firman, mucha gente en el sur global acabará refugiándose en regímenes monstruosos, organizaciones terroristas y alegrías violentas y reaccionarias.»


La doble moral de nuestros dirigentes, y el silencio cómplice de tanta gente, es lo que realmente viene alimentando la hoguera en la que se está convirtiendo nuestro mundo.


Y, por cierto, no puedo olvidar, cuando acuso de inmorales a los dirigentes occidentales, que esa misma doble vara de medir la utilizan también bastantes dirigentes de izquierdas. A quienes se debe aplicar lo mismo que he dicho de quienes sólo condenan a Rusia y Hamás.


Cuando nos acostumbramos a que la violencia sea el lenguaje y la imposición unilateral el modo de resolver los problemas que se dan entre desiguales, no estaremos sembrando sino más violencia y conflictos permanentes, odio y afán de venganza. Un mundo en llamas.


Decía Martin Luther King que nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda. Y llevaba razón. Nada de todo esto que está pasando se consentiría que ocurriera si no se mintiera tanto y si no se manipulara constantemente la información que difunden los medios. Unos medios cuyos propietarios son, precisamente, quienes se benefician con la violencia y la guerra, vendiendo armas y reconstruyendo lo que a cada paso destruyen. Sólo la educación, la información veraz y la comunicación en auténtica libertad nos podrán sacar del pozo ciego en el que estamos cayendo. Otra cosa es que sepamos cómo conseguirlo y que se tenga capacidad para hacerlo posible.

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