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Un 3 de junio de 1938, en Buenos Aires, el delegado norteamericano en la Conferencia para la Paz del Chaco, Spruille Braden, informaba desde Buenos Aires al secretario de Estado norteamericano, que una interna política había estallado en el seno de la Delegación paraguaya.
Nunca nos fiemos de los que nutren guerras ajenas. Son más violentos y culpables que los propios contendientes, que tienen el valor de arrostrar su propia destrucción. Aún menos de quienes se nutren de esas guerras. Su violencia no tiene el límite natural de la autoprotección, en cuanto no experimentan sufrimiento.
Hay que superar la lógica de la pugna, del odio y de la venganza para redescubrirse miembros de un mismo tronco viviente, todos necesarios e imprescindibles, al menos para no sentirnos desamparados y poder injertar latidos de concordia. Por desgracia, cada día son más los niños que soportan guerras o que son víctima de los enfrentamientos entre sus progenitores dentro del propio hogar, retándose a horrores indescriptibles.
El 27 de mayo de 1935, el embajador de EE.UU. en Buenos Aires informaba que en una reunión del grupo de mediación, a la que asistió el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, los ministros de Exteriores de Bolivia y Paraguay “comparecieron” por separado y fueron informados de que, tras sugerencia del Canciller brasileño, la comisión para pacificar el Chaco opinaba que las negociaciones de paz solo podrían continuar si se suspendían las hostilidades.
¿Qué es cultura, qué es civilización, cómo definirlas en estos momentos adversos en que los extremos se confunden? Al desesperado que rebusca en la basura, ¿cómo hablarle de ellas, cuando a él la sociedad lo trata como a un desecho, y en lugares le llaman “basura blanca”?
La ascensión de León XIV al trono de Pedro acontece en un momento histórico marcado por la persistente sombra de la guerra. Los conflictos en Ucrania, con su estela de destrucción y desplazamiento, y la desgarradora situación en Gaza, crisol de tensiones ancestrales y reciente devastación, claman por una intervención que trascienda la mera condena en un mensaje misal.
El 20 de mayo de 1935, en las últimas semanas de la Guerra del Chaco, el secretario de estado norteamericano Cordell Hull se anticipaba al cese del fuego entre Paraguay y Bolivia que vislumbraba muy cercano, y escribía a su embajador en Buenos Aires.
El 13 de mayo de 1937, el representante diplomático de Estados Unidos Henry Norweb, escribía al Secretario de Estado norteamericano informando que la Standard Oil había iniciado conversaciones con el gobierno boliviano, a través de su representante Carlos Calvo.
El Primero de Mayo es desde hace mucho tiempo una jornada de protesta en Estados Unidos, y este año no ha sido la excepción. En todo el país se han celebrado manifestaciones para protestar contra el presidente Donald Trump y sus ataques hacia el sistema de seguridad social, los inmigrantes, las personas de color y la comunidad LGBTQ, entre otros.
El 29 de abril de 1938, el secretario de estado norteamericano Cordell Hull envió un telegrama urgente a sus hombres en Buenos Aires. El mensaje diplomático tenía como remitente al embajador de Estados Unidos en Buenos Aires, pero especificaba que iba dirigido al delegado norteamericano en la Conferencia para la Paz del Chaco, Spruille Braden.
Inmediatamente, si el beneficio es matar gente, desgraciadamente en las naciones que defienden la vida, aniquilar a cientos de civiles es una acción oscura. La mayoría de las veces, la guerra es el resultado de una amplia gama de situaciones que implican el deterioro de las relaciones políticas y diplomáticas.
En el escenario enmarañado del conflicto entre Rusia y Ucrania, un nuevo ángulo comienza a emerger entre los pliegues de la narrativa dominante: la posibilidad de que servicios de inteligencia occidentales estén filtrando información sobre sus propios ciudadanos que combaten como mercenarios en territorio ucraniano.
Más de 300 personas fueron masacradas en dos campamentos de desplazados en la provincia de Darfur, en el oeste de Sudán, alcanzados el 11 de abril por la ofensiva de las rebeldes Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) contra las gubernamentales Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS).
Un 15 de abril de 1938, las tropas del sublevado bando nacional coronaron una de las más trascendentes ofensivas de la Guerra Civil española, alcanzando las costas del Mediterráneo en Vinaroz. El territorio de la España republicana había quedado dividido en dos, luego de perder quince mil kilómetros cuadrados en poco más de un mes.
En los genes de Inglaterra anida la pulsión de dividir y enfrentar. Si se va de un lugar (como la India), lo deja troceado. Ya regresará para apoyar a una de las partes y debilitar a la otra. Esto opera también en lo ideológico. España, con relación a Hispanoamérica, lo ha olvidado. ¿Volverá la diplomacia inglesa a enredar en Europa? Si mentir es malo, mentir fomentando odio es criminal.
El 7 de abril de 1935, nueve décadas atrás, el futuro Premio Nobel de la Paz Carlos Saavedra Lamas, señaló al representante diplomático de Estados Unidos en Argentina - Raymond Edwin Cox- la conveniencia de apresurar la formación de un grupo mediador para poner fin a la guerra del Chaco. Advertía el canciller argentino que era necesario evitar las complicaciones que podrían surgir si Paraguay se apoderara de Villamontes y de los pozos petrolíferos del país vecino.
El 1 de abril de 1937, el representante diplomático de Estados Unidos en Bolivia Henry Raymond Norweb, informaba que el presidente boliviano David Toro estaba dispuesto a considerar un acuerdo más moderado con la empresa petrolera Standard Oil Company, siempre que ésta reconociera acusaciones en su contra.
Parece ser que se cierne sobre nuestras cabezas una seria amenaza bélica.Para contrarrestar la misma, los distintos gobiernos están poniendo en marcha una serie de medidas defensivas y ofensivas. No lo tengo muy claro. Ni ellos tampoco. Cada país esgrime sus argumentos que, según ellos, son los mejores. “Totalmente irrebatibles”… hasta dentro de un rato, que diremos otra cosa.
El nuevo panorama que se dibuja en Siria desde que fuese derrocado el gobierno de Al-Assad (como si de una coincidencia jocosa se tratase, su apellido significa “el león” en árabe) tras 13 años en el poder mezcla las realidades de un presente difícil, un pasado tortuoso y un futuro, para muchos, halagüeño.
Obviedad inadvertida entre la hojarasca que se oculta en el fragor político de la rabiosa actualidad: aquellas personas que claman por el rearme jamás irán al frente de batalla. Los cuerpos que caerán en el lodo serán los de siempre, la clase que trabaja, la clase que cuida, los y las que nada tienen que perder salvo la vida misma.
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