Millones de personas, cada año somos más, marcamos la casilla de la Iglesia en la declaración de la renta, conocedores de primera mano de la ingente y fecunda misión que desarrolla, a pesar de que lo que se refleja en algunos medios no es precisamente eso.
Ese gesto de libertad no supone en ningún caso que haya que pagar más impuestos ni que la devolución, en su caso, sea menor. Es un gesto consciente de ciudadanía de más de 8 millones y medio de personas que reconocemos y apoyamos la aportación al bien común que realiza la Iglesia en tantos campos, incluso si algunos de esos ciudadanos no se identifican completamente con sus propuestas.
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