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¿Para qué Semana Santa,
preguntan los descreídos?
¿y por qué en esa Semana,
hay un ambiente distinto?
Pues yo voy a responderos
con respeto y con cariño,
basado en la percepción
que tengo desde muy niño
y el testimonio de gentes
sabias que me han precedido.
Semana Santa no es juerga,
ni es caos ni es desvarío;
es fiesta en que los cristianos
conmemoramos el hito
más sublime de la historia,
que fue la Pasión de Cristo.
De un Cristo que, por ser Dios,
pudo habernos redimido,
con su sola voluntad
o con tan solo un latido.
Mas quiso hacerlo en la Cruz
vejado y escarnecido,
para salvarnos a todos
con su enorme sacrificio.
Sacrificio sobrehumano
escrito desde el Principio,
palpado en Semana Santa
y que causa escalofríos.
Igual que las procesiones,
los sagrarios, los oficios
y los pasos imponentes
de Vírgenes y de Cristos,
que pasean por las calles
exaltando los sentidos.
Y señoras con mantilla,
padres juntos con sus hijos
y cofrades extasiados
por ir junto al Buen Amigo.
Y de ancianos dando gracias
por los bienes recibidos.
¿Lo habéis entendido ya
mis incrédulos amigos?
Pues seguid profundizando
en lo que hoy os transmito:
¡abrid vuestro corazón,
poned los cinco sentidos,
mirad a Cristo a la cara
y quedaréis convencidos!
En el mundo de la Cultura de las Artes así actúan muchos, sin sustento de base. Anochecía cuando llegó el tren, empero, el tren pudo haber llegado mucho antes. La verdad era que se había retrasado horas y aún no se sabía por qué. Era una conversación frívola, con intercambio de chismes sobre amistades del vecindario.
En su nuevo libro, el reputado economista Juan Torres López los analiza como expresiones de una crisis del capitalismo neoliberal que, ante la desorientación y la impotencia de la izquierda contemporánea, choca con la democracia y alimenta el auge de la extrema derecha.
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