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Reseña literaria

​Reseña de «Poesía de la Conciencia Crítica (1987-2011», de Alberto García-Teresa

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Reseñé hace poco el libro "Convocando al fantasma. Novela Crítica en la España actual" (Tierradenadie ediciones 2015), un ensayo escrito por varios expertos en literatura y coordinado por David Becerra Mayor. Convocando al fantasma es, como si dijéramos, hijo del ensayo canónico sobre la literatura de la conciencia crítica que ahora voy a reseñar, la obra que fue publicada anteriormente a la de Becerra Mayor y que de alguna manera 'llamó' a la otra como hijo, como continuación de ésta pero en la novela, continuación de "Poesía de la conciencia crítica", ensayo referencial e importantísimo que ahora abordo, fue la que estudió la novela crítica.


Sobre "Poesía de la conciencia crítica (1987-2011)" (Tierradenadie Ediciones) nos dice Raúl Molina Gil (Universitat Autònoma de Barcelona), que: [el ensayo] viene a llenar un hueco necesario dentro de la crítica y de la historia de la poesía contemporánea en España."


La poesía de la conciencia crítica sería, a la corriente de la que proviene subterránea o aéreamente (la poesía social de la posguerra española, que trajo la nueva canción, donde el fenómeno de la canción protesta con letras de poeta -género sui generis en este país- marcó un antes y un después en la poesía española), una continuación, pero más cosmopolita, menos provinciana mentalmente hablando, una poesía con mayor determinación de cambio en amplio. La anterior traía urgencia y, como tal, fue traída. Ésta viene con parecida urgencia (este punto sería debatible; yo creo que eran más urgentes los poemas de Celaya y Hernández, aunque más 'provincianos', que los de los autores de la conciencia crítica, pero este punto lo trataremos después) pero en un mundo roto como una única nación, en una humanidad rota como un único grupo humano. Los nacionalismos se han disuelto para el poeta crítico actual, se canta a lo humano, a la libertad, contra la represión pero no de territorio sino en mucho más amplio.


En palabras del autor del volumen, el filólogo, ensayista y poeta Alberto García-Teresa (en entrevista realizada por Mª Ángeles Maeso, en Artes Hoy): "La diferencia principal coincide con la característica vertebral de la “poesía de la conciencia crítica”: Dichos conflictos, por un lado, son enunciados por el “yo poético” desde dentro. Es decir, el “yo” forma parte y se encuentra atravesado por ellos; no se acerca a ellos desde una posición ni superior ni externa. Además, como bien señalas, los ubican como eje en el centro de su expresión poética, por lo que condicionan toda su trayectoria, toda su obra. Estos conflictos, asimismo, son manifestados de forma crítica (no como reportaje, sino con un planteamiento de denuncia o de oposición), con un alcance radical (no limitándose a causas y consecuencias) y de manera explícita o implícita: se abordan multitud de temas pero siempre se ponen de relieve esas tensiones, incluso cuando se emplea la expresión lírica. A su vez, esa posición impide cualquier tipo de paternalismo, dado que habla como individuo que vive los mencionados conflictos económicos, políticos, de género y ecológicos o bien lo hace en términos de identificación cuando se refiere a otros referentes. Además, se interpela al lector para que él sea quien extraiga conclusiones y resuelva la distorsión ideológica que estos poetas ponen de relieve. De esta forma, el cuestionamiento del sistema se deja en manos del lector, que asiste a las contradicciones y a las consecuencias del desarrollo último y de la aplicación de la lógica de la ideología imperante que muestran los poemas. Desde ese punto de partida, que no consiste en un presupuesto estético sino ideológico, los diferentes autores de esta tendencia (donde conviven diferentes generaciones, desde nacidos en los años treinta hasta nacidos en los ochenta) desarrollan una gran diversidad de estéticas, que abarcan desde el registro figurativo hasta la dicción descompuesta o la experimentación fonética. Esa heterogeneidad constituye, de hecho, una de sus principales fortalezas. Sintéticamente, esas serían las claves de la “poesía de la conciencia crítica”.


Enrique Falcón, poeta de la corriente, sobre este punto explica: "nosotros no apuntamos, todavía, a una transformación radical de las cosas sino a una resistencia (...que es como una transformación radical de las cosas)".


Araceli Saavedra, por su parte, dice que en el conjunto de los escritores de la poesía de la conciencia crítica, por lo general, "a lo sumo, el poema se cumple en la denuncia como elemento perturbador, y de ahí que escaseen en estos discursos los imperativos o consignas movilizadoras y las proyecciones ante un futuro mítico, tal el esquema de la poesía social."


Riechmann considera: "me conformo con que el intelectual haga todo lo posible por ayudar a los sin voz a superar su afonía".


Más contundente en este punto, Falcón nos dice: "Si los poetas quieren dirigirse a los pobres, deberían bajar a la calle, trabajar en las organizaciones, conversar con ellos y ser dignos de poder ser invitados a entrar en sus casas."


Pero veamos quiénes son los poetas estudiados en esta corriente, en este ensayo, y después proseguimos y finalizamos:


POETAS DE LA CONCIENCIA CRÍTICA


1.- Antonio Martínez i Ferrer (Alzira, Valencia, 1939)

2.- Salustiano Martín (Parada de Rubiales, Salamanca, 1950)

3.- Antonio Crespo Massieu (Madrid, 1951)

4.- María José Pastor (Valencia, 1954)

5.- María Ángeles Maeso (Valdanzo, Soria, 1955)

6.- Matías Escalera Cordero (Madrid, 1956)

7.- Eladio Orta (Isla Canela, Huelva, 1957)

8.- Patricio Rascón (Linares, Jaén, 1961)

9.- Jorge Riechmann (Madrid, 1962)

10.- Belén Reyes (Madrid, 1964)

11.- David González (San Andrés de los Tacones, Asturias, 1964)

12.- Isabel Pérez Montalbán ( Córdoba, 1964)

13.- Antonio Orihuela (Moguer, Huelva, 1965)

14.- Cristina Morano (Madrid, 1967)

15.- Antonio Méndez Rubio ( Fuente del Arco, Badajoz, 1967)

16.- Enrique Falcón (Valencia, 1968)

17.- Ángel Calle (Madrid, 1969)

18.- Miguel Ángel García Arguez (Cádiz, 1969)

19.- Ángel Padilla (Valencia, 1970)

20.- Carlos Durá (Valencia, 1970)

21.- Juan Antonio Bermúdez (Jerez de los Caballeros, Badajoz, 1970)

22.- Julia López de Briñas (Valencia, 1971)

23.- Pedro del Pozo (Sevilla, 1971)

24.- Gsús Bonilla (Don Benito, Badajoz, 1971)

25.- Mercedes Cebrián (Madrid, 1971)

26.- María Eloy-García (Málaga, 1972)

27.- Pedro L. Verdejo (Valencia, 1975)

28.- José María Gómez Valero (Sevilla, 1976)

29.- David Franco Monthiel (Cádiz, 1976)

30.- David Eloy Rodríguez (Cáceres, 1976)

31.- David Refoyo (Madrid, 1983)


(Si leemos el libro veremos que existen, anexos a este grupo de poetas nombrados: en la "Producción poética de discurso crítico fuera de la corriente": a) Poetas que comienzan a publicar antes del periodo estudiado; y b) B) Poetas contemporáneos de este periodo. En el grupo que se recoge en el apartado "a" se encuentra el épico y ultra rebelde Jesús Lizano, el poeta más anarquista hasta la fecha. Más crítico, por tanto, al sistema; su 'Lizania' es de las obras más importantes, combativas y bellas de la literatura contemporánea. El 'problema' de Lizano, como el de la mayoría de los poetas críticos, es el especismo. Señalan en su poética y postura vital a los amos, pero no ven a los amos que ellos mismos frente a las otras especies, las otras especies animales.)


PROTESTA ECOLÓGICA Y AMBIENTALISTA. PROTESTA ANIMALISTA


Pero vayamos, pues, al punto que más me interesa en esta reseña del ensayo.


Los poetas de la conciencia crítica, en sus temáticas e intenciones, rebasan unas rayas que otros no rebasan. Unos se quedan en la denuncia de la precariedad laboral, otros atacan a la empresa como esclavista toda, otros señalan al sistema económico actual como molde para cadáveres andantes, y así en círculos concéntricos hasta llegar la crítica, cada vez más amplia, pero más pura en su sencillez, de atacar la raíz de todos los problemas: el conflicto ecológico (la letal relación que mantiene el humano con la naturaleza toda) y el problema del holocausto animal, la lucha animalista (el antropocentrismo, padre de todos los males).


En entrevista a Alberto García-Teresa, en EcoPolítica, encontramos estas preguntas y respuestas:


EP: En tus poemas, entrelazas la denuncia social con otra formas de sentir al otro y sentirnos, otras maneras de relaciones personales, y todo ello con un fuerte componente ecológico en muchos de ellos. Esta raíz ecologista y anticapitalista también está presente en otros poetas contemporáneos dentro de esta poesía crítica, como es el caso de Jorge Riechmann, ¿esta visión ecologista y anticapitalista es común en otros poetas dentro de la corriente?


AGT: Sí, ese planteamiento político anticapitalista, entendido en un sentido amplio, es vertebral en la «poesía de la conciencia crítica». La perspectiva ecologista (también en un amplio espectro: desde un enfoque conservacionista al ecologismo social o el antiespecismo) resulta mayoritaria, aunque no podemos hablar de una totalidad y sí de un planteamiento más lateral o incluso puntual. En ese sentido, sin embargo, entre las/os poetas de esta corriente que despliegan en sus versos esta mirada ecologista de manera más constante y central, podemos señalar, además de a Riechmann, a Ángel Padilla, Antonio Orihuela, Eladio Orta o Antonio Crespo Massieu.


EP: "Dentro de los poetas con mirada más ecologista que comentas (Riechmann, Ángel Padilla, Antonio Orihuela, Eladio Orta y Antonio Crespo Massieu o tu mismo), en esa mirada ¿qué tiene más peso?, por ejemplo en el caso de Riechmann es una mirada ecosocialista como luego desarrolla en sus ensayos. Y tu obra creo que tiene más tintes de una ecología más libertaria, cercana más al anarquismo.


AGT: Depende de la especificidad de cada poeta, aunque, en líneas generales, coindicen en la crítica del ecologismo social que une las causas de la degradación ambiental a la economía productivista y a la necesidad intrínseca del capitalismo de crecimiento infinito en este mundo, como sabemos, finito. A su vez, podríamos decir que incorporan la constatación de la belleza de la vida de la naturaleza, ajena a la intervención humana. A nivel lingüístico, los elementos naturales (flora, sobre todo) son empleados como base de alegorías, metáforas e imágenes que sostienen ese discurso crítico y de resistencia.


Sobre esos autores específicos, en Jorge Riechmann, efectivamente, el horizonte ecosocialista marca su poesía, aunque redimensionado desde la perspectiva de sus aportaciones filosóficas, entre las que cabe destacar la autocontención y la proclamación de la empatía (tanto con animales humanos como no humanos).


Antonio Orihuela también comparte esa crítica desde la condena de las estructuras económicas y de sus efectos, pero subrayando las estructuras de dominación existentes y ligándolo a una poética vitalista. Eladio Orta, a su vez, incide en el entorno de las marismas onubenses y en la degradación que provoca el asedio del urbanismo y la especulación que lo mueve.


Por su parte, Padilla y Crespo Massieu inciden en la perspectiva animalista (abiertamente antiespecista y con algunos aspectos de «ecología profunda» en el caso de Padilla), enlazando cantos de fraternidad con condenas ante el sufrimiento animal." [...]


"Sí, ese planteamiento político anticapitalista, entendido en un sentido amplio, es vertebral en la «poesía de la conciencia crítica». La perspectiva ecologista (también en un amplio espectro: desde un enfoque conservacionista al ecologismo social o el antiespecismo) resulta mayoritaria, aunque no podemos hablar de una totalidad y sí de un planteamiento más lateral o incluso puntual. En ese sentido, sin embargo, entre las/os poetas de esta corriente que despliegan en sus versos esta mirada ecologista de manera más constante y central, podemos señalar, además de a Riechmann, a Ángel Padilla, Antonio Orihuela, Eladio Orta o Antonio Crespo Massieu."


Así y con el ejemplo anterior en que se aborda a los únicos poetas que introducen como "hermanos" en su temática a los animales no humanos -y de diversas formas, más cercanamente, más lejanamente-, vemos que los poetas de la conciencia crítica siguen quedándose, por postura no rotunda, atrás como se quedó la poesía social. No estamos en un tiempo en el que perder el tiempo (valga la redundancia). La crisis climática con su calentamiento global ya desborda sobre la Tierra los desastres naturales que estamos sufriendo y que van a ir en crescendo.


No podemos confiar en la política, en los gobiernos, porque era ayer cuando debieron tomar medidas drásticas para reducir al mínimo las emisiones contaminantes.


En resumen, "Poesía de la conciencia crítica (1987-2011)" me parece, quizá, el mejor ensayo sobre poesía que he leído, pero sobre poesía de cualquier época, sobre grupos poéticos, movimientos, etc. El trabajazo que se ha pegado el bueno de Alberto García-Teresa para escribir este librazo de más de 500 páginas es digno de artistas hercúleos del renacimiento.


Como se explica en el ensayo, sobre las características del movimiento de la poesía de la conciencia crítica, hay muy buen rollo entre los autores. En mi caso es así, conozco en persona a Enrique Falcón, Antonio Orihuela, Alberto García-Teresa y muchas y muchos más. Conozco la obra de buena parte de ellos, obra que respeto y admiro. No obstante, aquí sigue mi queja: en tanto el poeta siga protestando desde una mente antropocentrista, la obra resultante seguirá aportando una estafa cruzada: es como si escribiéramos un poemario describiendo los horrores de un bombardeo en un pueblo y no nombrásemos a los niños asesinados, sólo, por ejemplo, protestásemos por la sangre caída de los hombres. No nombrásemos a las mujeres, por machistas, o no nombrásemos a los homosexuales, por homófobos. Etc.


El especismo es una fobia, es un error gravísimo. Una ausencia monumental, un ninguneo consciente o inconsciente. Es feo. Horriblemente feo. Opino que todo pensador de altura (y los autores de esta corriente, que es la más avanzada de la literatura actual, sin duda) debe abrazar la mirada animal, la anarquía animal, debe hacerse uno desde su especie con las demás especies.


No me interesa aquel poeta que es aplaudido por insumiso y rebelde, si en un descanso de su lectura poética, se manduca un bocata jamón. ¿Se entiende lo que digo?


Creo que es sencillo. Demoledoramente sencillo y meridianamente descorazonador. Porque si no se es vegano no sólo se da el sí al crimen diario de cientos de miles de vidas que querían vivir, sino que también se coopera al submundo atroz del holocausto animal, que por encima del tráfico rodado, genera más CO2 empeorando la crisis climática que sufrimos. Donde comen 20 veganos, en terreno cultivable, únicamente come 1 carnívoro. De trabajar en el veganismo, desde uno mismo, la pobreza mundial (una de las causas de protesta de estos poetas sensibles con "el prójimo") se acabaría. Por ejemplo.


No sé si el lector de este artículo habrá recaído en que en la lista de los autores de la conciencia crítica, yo aparezco como uno de ellos. También en los fragmentos de entrevista que se le hizo en EcoPolítica al autor, éste entre otros, me cita.


En el libro en sí aparezco estudiado desde la página 301 hasta la página 306. No puedo agradecer más y con más énfasis el esfuerzo realizado por Alberto García-Teresa en analizar, y con tanto acierto, mi obra hasta la fecha en que se cierra y se produce el estudio (2011). Hay transformaciones y cambios, nuevas obras, que darían un mayor material para tal estudio. Por ejemplo, "La guadaña entre las flores" que García-Teresa desgrana brevemente, es la editada por Corona del Sur, un embrión que detesto de "La guadaña entre las flores" definitiva, mucha mejor obra que la primera, editada por el Colectivo Cultural David Fernández Rivera. Asimismo, tampoco tenía a mano, por no haber sido en el momento de escritura del ensayo y ahora sí (en una edición frustrada, que llamo, por motivos que aquí no vienen a cuento), "La Bella Revolución", quizá mi obra más radical y donde se resume mi posición contra el sistema, y digo contra porque no deseo trabajar por mejorar la condición de los trabajadores, por mejorar la vida de los humanos entre los humanos, porque considero que lo denominado sociedad, la metrópoli, los constructos de gobiernos y gobernados, no funcionan hoy pero no van a funcionar jamás. Los gobiernos, la política, hay que tumbarla, no hay que arreglarla. No va la democracia. No va el trabajo asalariado. No van los derechos humanos. Todo eso no va en tanto el hombre y la mujer sigan siendo crueles con los animales (restantes).


Como se afirma explicando la poesía de la conciencia crítica (en concreto, Araceli Saavedra) "a lo sumo, el poema se cumple en la denuncia como elemento perturbador, y de ahí que escaseen en estos discursos los imperativos o consignas movilizadoras y las proyecciones ante un futuro mítico, tal el esquema de la poesía social."


Pues bien, si mi amigo (y muy bienquerido amigo) Falcón, dice que "nosotros no apuntamos, por ahora, a una transformación radical de las cosas"; pregunto a todas y todos, ¿entonces, para cuándo?

Si según Saavedra no buscamos un "futuro mítico" como el de la poesía social, ¿qué buscamos? Si, como indica Alberto García-Teresa, "se interpela al lector para que él sea quien extraiga conclusiones y resuelva la distorsión ideológica que estos poetas ponen de relieve", ¿realmente creemos en el concepto "pueblo", "pueblo unido", por extensión, ¿creemos que además de nuestra poesía crítica, todavía, en amplio, existe la lectura crítica, el pensamiento crítico?


Yo no lo creo. El sistema, el capitalismo, ha logrado lo que deseaba con sus herramientas de propaganda y tam-tameo constante: que la división de las personas sea tal que es imposible cualquier revuelta y no digamos ya revolución, unificada, constante y rompedora cambiante de la historia. Mi vecino duerme con nuestro enemigo común, le ordena qué ha de desayunar y en qué colchón ha de dormir. Ese no es mi amigo, mi vecino, es un extraño, un potencial delator.


Frente a esta historia que sufrimos sin oxígeno y llena de paredes y de soldados y cárceles, que nos matarán y encerrarán si no nos portamos como niños buenos, pero eso sí, publicamos libros presuntamente molestos: ¿para qué nuestro paso por el mundo?


Mantengo que sólo una epopeya real en esta época es capaz de derribar la muerte total de todo y relevantar la vida de sus celdas. Con la apertura de puertas de todas las cárceles y jaulas de los animales no humanos. Como indicaba Freud, el trauma -la histeria personal y la colectiva- mental se produce porque mantenemos fantasmas y monstruos heridos en nuestro inconsciente (en sótanos oscuros, como los animales de granja, laboratorios de vivisección, etc.) y sólo examinando bajo la luz del sol, verbalizando sus nombres y conversando con ellos, con los espectros, sanaremos. Sanaría la Tierra si el humano dejara de creerse el rey de la creación y lanzase la sierra eléctrica con la que derriba sin cesar árboles, dejase sin uso el armamento, tanques y misiles y se encaminase hacia la posición de sencillez de la que no debería haber retrocedido (que no avanzado). Naturalmente, un cambio tan drástico, un trabajo de tantas personas a la vez tan complicado, sólo se puede producir en un desorden poscolapso, ya se explica en mi obra, en concreto en "La Bella Revolución", en extenso en otras como "Camino/The Path" o "Funerales del caballo", y otras tantas inéditas. Una cirugía mayor, incluso lo que muchos, la mayoría, considerarían un crimen: hablo de la defensa propia que los animales no humanos no pueden ejercer contra los martirios del humano. Una Batalla por el amor verdadero, por una ética cierta, la más amplia, luchas por el mar, por los cielos, los valles y todas las especies (y sus intereses) animales. ¿Es esa una utopía? ¿Y qué es el levantarse cada día, aquí, hoy, y escribir cosas de protesta pretendiendo que los durmientes que nos rodean a millones extraigan conclusiones... y de motu propio ¿actúen?


La traca vendrá de minorías, y como he dicho en terreno propicio para el avance de esas minorías. En un tiempo en que nuestros propios vecinos son enemigos, puesto que están del lado del opresor, y del mantener el privilegio que genera todos los males: el del fascismo (con parangón exacto al fascismo nazi) contra el resto de los animales.


Dice Alberto García-Teresa, en el análisis de mi Obra en el ensayo aquí estudiado, que [Ángel Padilla ejecuta una denuncia] radical y profunda de nuestra mentalidad y forma de vida".


Hago un alto para justificar que empleo un pequeño análisis de mi obra y de mí mismo como autor, no por interés particular, sino porque me parece el mejor ejemplo de contrapunto de lo que considero le falta a esta corriente de autores, para avanzar hacia una denuncia total, a ser radicalmente contundentes y coherentes. Y me uso a mí como contrapunto no por ser el único autor en la actualidad que escribe literatura animalista, antisistema y anarquista, sino porque (lo reconozco) no conozco en extensión la obra de Jorge Rietchmann, quien de los poetas de la conciencia crítica se acerca más al animalismo (junto con algunos libros últimos de Alberto García-Teresa -"Callejero de manglar" es un canto ecologista de primer orden"-; ambos son veganos, además), pero lo que he leído de Rietcmann me resulta más técnico y filosófico que activista, así el mismo reconoce escribir, si no me equivoco, no como un activista, sino como una voz humilde y sabia en extremo para que el caminante tope con ella y reflexione con y de ella. Otros autores hay que fronterizan con el animalismo, pero muy pocos, en la totalidad de los autores críticos. Me parece, ésta, una falla grave, a reparar. Entre mis pares, entre mis amigos, hermanas y hermanos, llamo a una profunda y honesta reflexión.


Si bien es cierto -y esto es de obligación anotarlo- que de los autores con simpatías o inmersos en una crítica pro animalista o animalista, siempre he hallado arropo y amistad a la hora de pedirles participación en acciones literarias animalistas, en concreto como componentes de Jurados literarios de concursos de poesía y narrativa animalista, Falcón, Orihuela y García-Teresa siempre se han mostrado remando a favor, dando fuste e importancia con sus nombres a una literatura que recién comienza a romper la dura barrera del antropocentrismo literario: o sea todo nuestro pasado y acervo literario. Sólo nunca pude "pillar" a Riechmann, quien se excusaba con que tenía mucha faena (y la tiene, lo sé). Pero lo anoto porque es importante cómo la poesía de la conciencia crítica, lo que es el activismo, y el activista animalista, no lo ven; no lo comprenden ni estiman, en su mayoría, como frente de acción de cambio de mundo, y es el mayor, la mayor fuente desde donde se destilan todos los horrores.


Como mucho, por otro lado, si se les pide compromiso "animalista literario" escriben poemas antitaurinos o de cariño a los perros o gatos. No hay una mirada amplia de la esclavitud animal en ellos, ni como algo aborrecible y a abolir entre todos, ni como lo que es e insistiré siempre: el manantial de donde brota toda la violencia que camina por estas calles.


(En tanto a lo dicho anteriormente, anoto que pronto tendré entre mis manos "El empeño del manantial", una antología de poemas creo ecologistas y animalistas de Jorge Rietchmann, que deseo leer con prontitud y reseñarlo. Desconozco, asimismo, si otros poetas de la corriente de la conciencia crítica tienen entre manos ahora mismo algún libro que contenga y sea atravesada por un pensamiento no ya animalista, sino al menos no marcadamente especista; con especista también me refiero a invisibilizar las desdichas de los animales no humanos, no enunciándolas entre las otras injusticias, las nuestras -de los humanos-, por ejemplo. No epatarlas. Separarlas, no nombrándolas, es como decir sí a esos infiernos.)


En La Bella Revolución, que ahora espera editorial para publicarla en una versión algo más ampliada que la que salió a la luz en "la edición frustrada", aparece el poema con el que deseo acabar esta humilde reseña crítica reflexiva sobre el hermoso, admirable, riquísimo y ultra necesario ensayo "Poesía de la conciencia crítica (1987-2011)" de Alberto García-Teresa (Tierradenadie Ediciones):


YO LLAMO A UN MUNDO


Yo llamo a un mundo en que las mujeres

no tengan que tener miedo de los hombres,

los animales, de los humanos,

los humanos, de llamarse animales,

los países, de disolverse en pueblos,

los pueblos, en individuos,

el individuo en tierra

y la tierra en libertad.

​Reseña de «Poesía de la Conciencia Crítica (1987-2011», de Alberto García-Teresa

Reseña literaria
Ángel Padilla
viernes, 16 de diciembre de 2022, 10:06 h (CET)

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Reseñé hace poco el libro "Convocando al fantasma. Novela Crítica en la España actual" (Tierradenadie ediciones 2015), un ensayo escrito por varios expertos en literatura y coordinado por David Becerra Mayor. Convocando al fantasma es, como si dijéramos, hijo del ensayo canónico sobre la literatura de la conciencia crítica que ahora voy a reseñar, la obra que fue publicada anteriormente a la de Becerra Mayor y que de alguna manera 'llamó' a la otra como hijo, como continuación de ésta pero en la novela, continuación de "Poesía de la conciencia crítica", ensayo referencial e importantísimo que ahora abordo, fue la que estudió la novela crítica.


Sobre "Poesía de la conciencia crítica (1987-2011)" (Tierradenadie Ediciones) nos dice Raúl Molina Gil (Universitat Autònoma de Barcelona), que: [el ensayo] viene a llenar un hueco necesario dentro de la crítica y de la historia de la poesía contemporánea en España."


La poesía de la conciencia crítica sería, a la corriente de la que proviene subterránea o aéreamente (la poesía social de la posguerra española, que trajo la nueva canción, donde el fenómeno de la canción protesta con letras de poeta -género sui generis en este país- marcó un antes y un después en la poesía española), una continuación, pero más cosmopolita, menos provinciana mentalmente hablando, una poesía con mayor determinación de cambio en amplio. La anterior traía urgencia y, como tal, fue traída. Ésta viene con parecida urgencia (este punto sería debatible; yo creo que eran más urgentes los poemas de Celaya y Hernández, aunque más 'provincianos', que los de los autores de la conciencia crítica, pero este punto lo trataremos después) pero en un mundo roto como una única nación, en una humanidad rota como un único grupo humano. Los nacionalismos se han disuelto para el poeta crítico actual, se canta a lo humano, a la libertad, contra la represión pero no de territorio sino en mucho más amplio.


En palabras del autor del volumen, el filólogo, ensayista y poeta Alberto García-Teresa (en entrevista realizada por Mª Ángeles Maeso, en Artes Hoy): "La diferencia principal coincide con la característica vertebral de la “poesía de la conciencia crítica”: Dichos conflictos, por un lado, son enunciados por el “yo poético” desde dentro. Es decir, el “yo” forma parte y se encuentra atravesado por ellos; no se acerca a ellos desde una posición ni superior ni externa. Además, como bien señalas, los ubican como eje en el centro de su expresión poética, por lo que condicionan toda su trayectoria, toda su obra. Estos conflictos, asimismo, son manifestados de forma crítica (no como reportaje, sino con un planteamiento de denuncia o de oposición), con un alcance radical (no limitándose a causas y consecuencias) y de manera explícita o implícita: se abordan multitud de temas pero siempre se ponen de relieve esas tensiones, incluso cuando se emplea la expresión lírica. A su vez, esa posición impide cualquier tipo de paternalismo, dado que habla como individuo que vive los mencionados conflictos económicos, políticos, de género y ecológicos o bien lo hace en términos de identificación cuando se refiere a otros referentes. Además, se interpela al lector para que él sea quien extraiga conclusiones y resuelva la distorsión ideológica que estos poetas ponen de relieve. De esta forma, el cuestionamiento del sistema se deja en manos del lector, que asiste a las contradicciones y a las consecuencias del desarrollo último y de la aplicación de la lógica de la ideología imperante que muestran los poemas. Desde ese punto de partida, que no consiste en un presupuesto estético sino ideológico, los diferentes autores de esta tendencia (donde conviven diferentes generaciones, desde nacidos en los años treinta hasta nacidos en los ochenta) desarrollan una gran diversidad de estéticas, que abarcan desde el registro figurativo hasta la dicción descompuesta o la experimentación fonética. Esa heterogeneidad constituye, de hecho, una de sus principales fortalezas. Sintéticamente, esas serían las claves de la “poesía de la conciencia crítica”.


Enrique Falcón, poeta de la corriente, sobre este punto explica: "nosotros no apuntamos, todavía, a una transformación radical de las cosas sino a una resistencia (...que es como una transformación radical de las cosas)".


Araceli Saavedra, por su parte, dice que en el conjunto de los escritores de la poesía de la conciencia crítica, por lo general, "a lo sumo, el poema se cumple en la denuncia como elemento perturbador, y de ahí que escaseen en estos discursos los imperativos o consignas movilizadoras y las proyecciones ante un futuro mítico, tal el esquema de la poesía social."


Riechmann considera: "me conformo con que el intelectual haga todo lo posible por ayudar a los sin voz a superar su afonía".


Más contundente en este punto, Falcón nos dice: "Si los poetas quieren dirigirse a los pobres, deberían bajar a la calle, trabajar en las organizaciones, conversar con ellos y ser dignos de poder ser invitados a entrar en sus casas."


Pero veamos quiénes son los poetas estudiados en esta corriente, en este ensayo, y después proseguimos y finalizamos:


POETAS DE LA CONCIENCIA CRÍTICA


1.- Antonio Martínez i Ferrer (Alzira, Valencia, 1939)

2.- Salustiano Martín (Parada de Rubiales, Salamanca, 1950)

3.- Antonio Crespo Massieu (Madrid, 1951)

4.- María José Pastor (Valencia, 1954)

5.- María Ángeles Maeso (Valdanzo, Soria, 1955)

6.- Matías Escalera Cordero (Madrid, 1956)

7.- Eladio Orta (Isla Canela, Huelva, 1957)

8.- Patricio Rascón (Linares, Jaén, 1961)

9.- Jorge Riechmann (Madrid, 1962)

10.- Belén Reyes (Madrid, 1964)

11.- David González (San Andrés de los Tacones, Asturias, 1964)

12.- Isabel Pérez Montalbán ( Córdoba, 1964)

13.- Antonio Orihuela (Moguer, Huelva, 1965)

14.- Cristina Morano (Madrid, 1967)

15.- Antonio Méndez Rubio ( Fuente del Arco, Badajoz, 1967)

16.- Enrique Falcón (Valencia, 1968)

17.- Ángel Calle (Madrid, 1969)

18.- Miguel Ángel García Arguez (Cádiz, 1969)

19.- Ángel Padilla (Valencia, 1970)

20.- Carlos Durá (Valencia, 1970)

21.- Juan Antonio Bermúdez (Jerez de los Caballeros, Badajoz, 1970)

22.- Julia López de Briñas (Valencia, 1971)

23.- Pedro del Pozo (Sevilla, 1971)

24.- Gsús Bonilla (Don Benito, Badajoz, 1971)

25.- Mercedes Cebrián (Madrid, 1971)

26.- María Eloy-García (Málaga, 1972)

27.- Pedro L. Verdejo (Valencia, 1975)

28.- José María Gómez Valero (Sevilla, 1976)

29.- David Franco Monthiel (Cádiz, 1976)

30.- David Eloy Rodríguez (Cáceres, 1976)

31.- David Refoyo (Madrid, 1983)


(Si leemos el libro veremos que existen, anexos a este grupo de poetas nombrados: en la "Producción poética de discurso crítico fuera de la corriente": a) Poetas que comienzan a publicar antes del periodo estudiado; y b) B) Poetas contemporáneos de este periodo. En el grupo que se recoge en el apartado "a" se encuentra el épico y ultra rebelde Jesús Lizano, el poeta más anarquista hasta la fecha. Más crítico, por tanto, al sistema; su 'Lizania' es de las obras más importantes, combativas y bellas de la literatura contemporánea. El 'problema' de Lizano, como el de la mayoría de los poetas críticos, es el especismo. Señalan en su poética y postura vital a los amos, pero no ven a los amos que ellos mismos frente a las otras especies, las otras especies animales.)


PROTESTA ECOLÓGICA Y AMBIENTALISTA. PROTESTA ANIMALISTA


Pero vayamos, pues, al punto que más me interesa en esta reseña del ensayo.


Los poetas de la conciencia crítica, en sus temáticas e intenciones, rebasan unas rayas que otros no rebasan. Unos se quedan en la denuncia de la precariedad laboral, otros atacan a la empresa como esclavista toda, otros señalan al sistema económico actual como molde para cadáveres andantes, y así en círculos concéntricos hasta llegar la crítica, cada vez más amplia, pero más pura en su sencillez, de atacar la raíz de todos los problemas: el conflicto ecológico (la letal relación que mantiene el humano con la naturaleza toda) y el problema del holocausto animal, la lucha animalista (el antropocentrismo, padre de todos los males).


En entrevista a Alberto García-Teresa, en EcoPolítica, encontramos estas preguntas y respuestas:


EP: En tus poemas, entrelazas la denuncia social con otra formas de sentir al otro y sentirnos, otras maneras de relaciones personales, y todo ello con un fuerte componente ecológico en muchos de ellos. Esta raíz ecologista y anticapitalista también está presente en otros poetas contemporáneos dentro de esta poesía crítica, como es el caso de Jorge Riechmann, ¿esta visión ecologista y anticapitalista es común en otros poetas dentro de la corriente?


AGT: Sí, ese planteamiento político anticapitalista, entendido en un sentido amplio, es vertebral en la «poesía de la conciencia crítica». La perspectiva ecologista (también en un amplio espectro: desde un enfoque conservacionista al ecologismo social o el antiespecismo) resulta mayoritaria, aunque no podemos hablar de una totalidad y sí de un planteamiento más lateral o incluso puntual. En ese sentido, sin embargo, entre las/os poetas de esta corriente que despliegan en sus versos esta mirada ecologista de manera más constante y central, podemos señalar, además de a Riechmann, a Ángel Padilla, Antonio Orihuela, Eladio Orta o Antonio Crespo Massieu.


EP: "Dentro de los poetas con mirada más ecologista que comentas (Riechmann, Ángel Padilla, Antonio Orihuela, Eladio Orta y Antonio Crespo Massieu o tu mismo), en esa mirada ¿qué tiene más peso?, por ejemplo en el caso de Riechmann es una mirada ecosocialista como luego desarrolla en sus ensayos. Y tu obra creo que tiene más tintes de una ecología más libertaria, cercana más al anarquismo.


AGT: Depende de la especificidad de cada poeta, aunque, en líneas generales, coindicen en la crítica del ecologismo social que une las causas de la degradación ambiental a la economía productivista y a la necesidad intrínseca del capitalismo de crecimiento infinito en este mundo, como sabemos, finito. A su vez, podríamos decir que incorporan la constatación de la belleza de la vida de la naturaleza, ajena a la intervención humana. A nivel lingüístico, los elementos naturales (flora, sobre todo) son empleados como base de alegorías, metáforas e imágenes que sostienen ese discurso crítico y de resistencia.


Sobre esos autores específicos, en Jorge Riechmann, efectivamente, el horizonte ecosocialista marca su poesía, aunque redimensionado desde la perspectiva de sus aportaciones filosóficas, entre las que cabe destacar la autocontención y la proclamación de la empatía (tanto con animales humanos como no humanos).


Antonio Orihuela también comparte esa crítica desde la condena de las estructuras económicas y de sus efectos, pero subrayando las estructuras de dominación existentes y ligándolo a una poética vitalista. Eladio Orta, a su vez, incide en el entorno de las marismas onubenses y en la degradación que provoca el asedio del urbanismo y la especulación que lo mueve.


Por su parte, Padilla y Crespo Massieu inciden en la perspectiva animalista (abiertamente antiespecista y con algunos aspectos de «ecología profunda» en el caso de Padilla), enlazando cantos de fraternidad con condenas ante el sufrimiento animal." [...]


"Sí, ese planteamiento político anticapitalista, entendido en un sentido amplio, es vertebral en la «poesía de la conciencia crítica». La perspectiva ecologista (también en un amplio espectro: desde un enfoque conservacionista al ecologismo social o el antiespecismo) resulta mayoritaria, aunque no podemos hablar de una totalidad y sí de un planteamiento más lateral o incluso puntual. En ese sentido, sin embargo, entre las/os poetas de esta corriente que despliegan en sus versos esta mirada ecologista de manera más constante y central, podemos señalar, además de a Riechmann, a Ángel Padilla, Antonio Orihuela, Eladio Orta o Antonio Crespo Massieu."


Así y con el ejemplo anterior en que se aborda a los únicos poetas que introducen como "hermanos" en su temática a los animales no humanos -y de diversas formas, más cercanamente, más lejanamente-, vemos que los poetas de la conciencia crítica siguen quedándose, por postura no rotunda, atrás como se quedó la poesía social. No estamos en un tiempo en el que perder el tiempo (valga la redundancia). La crisis climática con su calentamiento global ya desborda sobre la Tierra los desastres naturales que estamos sufriendo y que van a ir en crescendo.


No podemos confiar en la política, en los gobiernos, porque era ayer cuando debieron tomar medidas drásticas para reducir al mínimo las emisiones contaminantes.


En resumen, "Poesía de la conciencia crítica (1987-2011)" me parece, quizá, el mejor ensayo sobre poesía que he leído, pero sobre poesía de cualquier época, sobre grupos poéticos, movimientos, etc. El trabajazo que se ha pegado el bueno de Alberto García-Teresa para escribir este librazo de más de 500 páginas es digno de artistas hercúleos del renacimiento.


Como se explica en el ensayo, sobre las características del movimiento de la poesía de la conciencia crítica, hay muy buen rollo entre los autores. En mi caso es así, conozco en persona a Enrique Falcón, Antonio Orihuela, Alberto García-Teresa y muchas y muchos más. Conozco la obra de buena parte de ellos, obra que respeto y admiro. No obstante, aquí sigue mi queja: en tanto el poeta siga protestando desde una mente antropocentrista, la obra resultante seguirá aportando una estafa cruzada: es como si escribiéramos un poemario describiendo los horrores de un bombardeo en un pueblo y no nombrásemos a los niños asesinados, sólo, por ejemplo, protestásemos por la sangre caída de los hombres. No nombrásemos a las mujeres, por machistas, o no nombrásemos a los homosexuales, por homófobos. Etc.


El especismo es una fobia, es un error gravísimo. Una ausencia monumental, un ninguneo consciente o inconsciente. Es feo. Horriblemente feo. Opino que todo pensador de altura (y los autores de esta corriente, que es la más avanzada de la literatura actual, sin duda) debe abrazar la mirada animal, la anarquía animal, debe hacerse uno desde su especie con las demás especies.


No me interesa aquel poeta que es aplaudido por insumiso y rebelde, si en un descanso de su lectura poética, se manduca un bocata jamón. ¿Se entiende lo que digo?


Creo que es sencillo. Demoledoramente sencillo y meridianamente descorazonador. Porque si no se es vegano no sólo se da el sí al crimen diario de cientos de miles de vidas que querían vivir, sino que también se coopera al submundo atroz del holocausto animal, que por encima del tráfico rodado, genera más CO2 empeorando la crisis climática que sufrimos. Donde comen 20 veganos, en terreno cultivable, únicamente come 1 carnívoro. De trabajar en el veganismo, desde uno mismo, la pobreza mundial (una de las causas de protesta de estos poetas sensibles con "el prójimo") se acabaría. Por ejemplo.


No sé si el lector de este artículo habrá recaído en que en la lista de los autores de la conciencia crítica, yo aparezco como uno de ellos. También en los fragmentos de entrevista que se le hizo en EcoPolítica al autor, éste entre otros, me cita.


En el libro en sí aparezco estudiado desde la página 301 hasta la página 306. No puedo agradecer más y con más énfasis el esfuerzo realizado por Alberto García-Teresa en analizar, y con tanto acierto, mi obra hasta la fecha en que se cierra y se produce el estudio (2011). Hay transformaciones y cambios, nuevas obras, que darían un mayor material para tal estudio. Por ejemplo, "La guadaña entre las flores" que García-Teresa desgrana brevemente, es la editada por Corona del Sur, un embrión que detesto de "La guadaña entre las flores" definitiva, mucha mejor obra que la primera, editada por el Colectivo Cultural David Fernández Rivera. Asimismo, tampoco tenía a mano, por no haber sido en el momento de escritura del ensayo y ahora sí (en una edición frustrada, que llamo, por motivos que aquí no vienen a cuento), "La Bella Revolución", quizá mi obra más radical y donde se resume mi posición contra el sistema, y digo contra porque no deseo trabajar por mejorar la condición de los trabajadores, por mejorar la vida de los humanos entre los humanos, porque considero que lo denominado sociedad, la metrópoli, los constructos de gobiernos y gobernados, no funcionan hoy pero no van a funcionar jamás. Los gobiernos, la política, hay que tumbarla, no hay que arreglarla. No va la democracia. No va el trabajo asalariado. No van los derechos humanos. Todo eso no va en tanto el hombre y la mujer sigan siendo crueles con los animales (restantes).


Como se afirma explicando la poesía de la conciencia crítica (en concreto, Araceli Saavedra) "a lo sumo, el poema se cumple en la denuncia como elemento perturbador, y de ahí que escaseen en estos discursos los imperativos o consignas movilizadoras y las proyecciones ante un futuro mítico, tal el esquema de la poesía social."


Pues bien, si mi amigo (y muy bienquerido amigo) Falcón, dice que "nosotros no apuntamos, por ahora, a una transformación radical de las cosas"; pregunto a todas y todos, ¿entonces, para cuándo?

Si según Saavedra no buscamos un "futuro mítico" como el de la poesía social, ¿qué buscamos? Si, como indica Alberto García-Teresa, "se interpela al lector para que él sea quien extraiga conclusiones y resuelva la distorsión ideológica que estos poetas ponen de relieve", ¿realmente creemos en el concepto "pueblo", "pueblo unido", por extensión, ¿creemos que además de nuestra poesía crítica, todavía, en amplio, existe la lectura crítica, el pensamiento crítico?


Yo no lo creo. El sistema, el capitalismo, ha logrado lo que deseaba con sus herramientas de propaganda y tam-tameo constante: que la división de las personas sea tal que es imposible cualquier revuelta y no digamos ya revolución, unificada, constante y rompedora cambiante de la historia. Mi vecino duerme con nuestro enemigo común, le ordena qué ha de desayunar y en qué colchón ha de dormir. Ese no es mi amigo, mi vecino, es un extraño, un potencial delator.


Frente a esta historia que sufrimos sin oxígeno y llena de paredes y de soldados y cárceles, que nos matarán y encerrarán si no nos portamos como niños buenos, pero eso sí, publicamos libros presuntamente molestos: ¿para qué nuestro paso por el mundo?


Mantengo que sólo una epopeya real en esta época es capaz de derribar la muerte total de todo y relevantar la vida de sus celdas. Con la apertura de puertas de todas las cárceles y jaulas de los animales no humanos. Como indicaba Freud, el trauma -la histeria personal y la colectiva- mental se produce porque mantenemos fantasmas y monstruos heridos en nuestro inconsciente (en sótanos oscuros, como los animales de granja, laboratorios de vivisección, etc.) y sólo examinando bajo la luz del sol, verbalizando sus nombres y conversando con ellos, con los espectros, sanaremos. Sanaría la Tierra si el humano dejara de creerse el rey de la creación y lanzase la sierra eléctrica con la que derriba sin cesar árboles, dejase sin uso el armamento, tanques y misiles y se encaminase hacia la posición de sencillez de la que no debería haber retrocedido (que no avanzado). Naturalmente, un cambio tan drástico, un trabajo de tantas personas a la vez tan complicado, sólo se puede producir en un desorden poscolapso, ya se explica en mi obra, en concreto en "La Bella Revolución", en extenso en otras como "Camino/The Path" o "Funerales del caballo", y otras tantas inéditas. Una cirugía mayor, incluso lo que muchos, la mayoría, considerarían un crimen: hablo de la defensa propia que los animales no humanos no pueden ejercer contra los martirios del humano. Una Batalla por el amor verdadero, por una ética cierta, la más amplia, luchas por el mar, por los cielos, los valles y todas las especies (y sus intereses) animales. ¿Es esa una utopía? ¿Y qué es el levantarse cada día, aquí, hoy, y escribir cosas de protesta pretendiendo que los durmientes que nos rodean a millones extraigan conclusiones... y de motu propio ¿actúen?


La traca vendrá de minorías, y como he dicho en terreno propicio para el avance de esas minorías. En un tiempo en que nuestros propios vecinos son enemigos, puesto que están del lado del opresor, y del mantener el privilegio que genera todos los males: el del fascismo (con parangón exacto al fascismo nazi) contra el resto de los animales.


Dice Alberto García-Teresa, en el análisis de mi Obra en el ensayo aquí estudiado, que [Ángel Padilla ejecuta una denuncia] radical y profunda de nuestra mentalidad y forma de vida".


Hago un alto para justificar que empleo un pequeño análisis de mi obra y de mí mismo como autor, no por interés particular, sino porque me parece el mejor ejemplo de contrapunto de lo que considero le falta a esta corriente de autores, para avanzar hacia una denuncia total, a ser radicalmente contundentes y coherentes. Y me uso a mí como contrapunto no por ser el único autor en la actualidad que escribe literatura animalista, antisistema y anarquista, sino porque (lo reconozco) no conozco en extensión la obra de Jorge Rietchmann, quien de los poetas de la conciencia crítica se acerca más al animalismo (junto con algunos libros últimos de Alberto García-Teresa -"Callejero de manglar" es un canto ecologista de primer orden"-; ambos son veganos, además), pero lo que he leído de Rietcmann me resulta más técnico y filosófico que activista, así el mismo reconoce escribir, si no me equivoco, no como un activista, sino como una voz humilde y sabia en extremo para que el caminante tope con ella y reflexione con y de ella. Otros autores hay que fronterizan con el animalismo, pero muy pocos, en la totalidad de los autores críticos. Me parece, ésta, una falla grave, a reparar. Entre mis pares, entre mis amigos, hermanas y hermanos, llamo a una profunda y honesta reflexión.


Si bien es cierto -y esto es de obligación anotarlo- que de los autores con simpatías o inmersos en una crítica pro animalista o animalista, siempre he hallado arropo y amistad a la hora de pedirles participación en acciones literarias animalistas, en concreto como componentes de Jurados literarios de concursos de poesía y narrativa animalista, Falcón, Orihuela y García-Teresa siempre se han mostrado remando a favor, dando fuste e importancia con sus nombres a una literatura que recién comienza a romper la dura barrera del antropocentrismo literario: o sea todo nuestro pasado y acervo literario. Sólo nunca pude "pillar" a Riechmann, quien se excusaba con que tenía mucha faena (y la tiene, lo sé). Pero lo anoto porque es importante cómo la poesía de la conciencia crítica, lo que es el activismo, y el activista animalista, no lo ven; no lo comprenden ni estiman, en su mayoría, como frente de acción de cambio de mundo, y es el mayor, la mayor fuente desde donde se destilan todos los horrores.


Como mucho, por otro lado, si se les pide compromiso "animalista literario" escriben poemas antitaurinos o de cariño a los perros o gatos. No hay una mirada amplia de la esclavitud animal en ellos, ni como algo aborrecible y a abolir entre todos, ni como lo que es e insistiré siempre: el manantial de donde brota toda la violencia que camina por estas calles.


(En tanto a lo dicho anteriormente, anoto que pronto tendré entre mis manos "El empeño del manantial", una antología de poemas creo ecologistas y animalistas de Jorge Rietchmann, que deseo leer con prontitud y reseñarlo. Desconozco, asimismo, si otros poetas de la corriente de la conciencia crítica tienen entre manos ahora mismo algún libro que contenga y sea atravesada por un pensamiento no ya animalista, sino al menos no marcadamente especista; con especista también me refiero a invisibilizar las desdichas de los animales no humanos, no enunciándolas entre las otras injusticias, las nuestras -de los humanos-, por ejemplo. No epatarlas. Separarlas, no nombrándolas, es como decir sí a esos infiernos.)


En La Bella Revolución, que ahora espera editorial para publicarla en una versión algo más ampliada que la que salió a la luz en "la edición frustrada", aparece el poema con el que deseo acabar esta humilde reseña crítica reflexiva sobre el hermoso, admirable, riquísimo y ultra necesario ensayo "Poesía de la conciencia crítica (1987-2011)" de Alberto García-Teresa (Tierradenadie Ediciones):


YO LLAMO A UN MUNDO


Yo llamo a un mundo en que las mujeres

no tengan que tener miedo de los hombres,

los animales, de los humanos,

los humanos, de llamarse animales,

los países, de disolverse en pueblos,

los pueblos, en individuos,

el individuo en tierra

y la tierra en libertad.

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