
Nunca vi un amor tan grande ni en hombres ni otros habitantes. Pompona y Simón se amaron y uno sin el otro no vivió. Juntos deben estar siempre porque no hubo mayor amor que el suyo, aunque desearía que hubiese muchos más.
Y que Dios perdone nuestros pecados y arrogancias para permitirnos, al menos, volver a verlos. Los volvería a contemplar millones de veces, sin cansarme, sorprendida y aprendiendo siempre.
Nadie ha podido enseñarme nunca tanto de amor. Ni Dios, ni Jesús ni los Santos.
|