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La preocupación es grande en muchos países, pero si malo es quedarse sin calor en los hogares, peor será la preocupación de la guerra

Calorazo y miedo al frío

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Desde Peraleda de la Mata en Cáceres nos llega este vocablo usado allí al igual que en otros lugares de La Mancha y de España, si bien no está recogido en el diccionario de la RAE, aunque sí que lo está caloroso y caluroso.


Calorazo atiende en su definición a “bochorno”, “calor muy fuerte, mucho calor”. Los medios de comunicación se suelen llenar de opiniones sobre el cambio climático, tanto por la expresión algo antigua y vulgar de calorazo como por el vocablo en desuso frior, alusivo al frío.


Tanto si hace alta temperatura como si poca, las estadísticas nos dicen que en el otoño, mal llamado veroño, otra palabra aún no aceptada que todo el mundo usa para expresar el antiguo calorazo, se suele dar en cada temporada. Eso no niega que el cambio climático esté ya en pleno auge entre nosotros.


Con calorazo o sin él, con frior o sin él, van pasando los días y muy cerca están los fríos no ya del suave otoño, sino del terrible invierno que ahora parece jugar a las escondidas, pero que está mucho más cerca de nosotros de lo que quisiéramos. Ese frío hará que este año, si nadie lo remedia, no podamos prescindir de mantas, fundas nórdicas, chimeneas, leñas, y todo tipo de sistemas caros de calefacción, que quién sabe si se quedarán sin poderse utilizar por la monstruosa guerraque nos tienen preparada.


La preocupación es grande en muchos países, pero si malo es quedarse sin calor en los hogares o bajar los grados al mínimo, peor será la preocupación de la guerra y de salvar la vida de uno y otro bando de las tierras del este.


Las hogueras serán populares en los próximos meses, mucho más que en época de actos festivos alrededor de san Antón o a las fiestas de invierno. Se levantará la veda de la lumbre en el campo y en los pueblos, algo habrá que hacer en nuestra chimeneas si no disponemos de esos paneles y placas solares tan modernos que nos traen el sol de estación a estación, como si fuera magia climatológica, esos rayos en conserva que parece que dan rendimiento a los dos o tres años de haber invertido en ellos a lo grande.


El tiempo cambia, no sólo por el cambio climático, y las maneras de calentarse.  El frior nos llegará en breve y las familias, que habitan muchas comunidades, andan preocupadas seriamente por si podrán calentar sus manos y sus cuerpos con los calentadores o andarán metidos en mantas de la noche a la mañana.


Ojalá pudiéramos reservar algunos grados de este calorazo de octubre, aunque su significado sea muy antiguo, para soltarlo como nuevos acumuladores de calefacción en diciembre, en enero y en febrero. Ojalá que esta guerra gigantesca de Europa no se nos haga helada ni por fechas, ni por frío y se deshaga de una vez con este calorazo. 

Calorazo y miedo al frío

La preocupación es grande en muchos países, pero si malo es quedarse sin calor en los hogares, peor será la preocupación de la guerra
Nieves Fernández
miércoles, 19 de octubre de 2022, 08:53 h (CET)

Desde Peraleda de la Mata en Cáceres nos llega este vocablo usado allí al igual que en otros lugares de La Mancha y de España, si bien no está recogido en el diccionario de la RAE, aunque sí que lo está caloroso y caluroso.


Calorazo atiende en su definición a “bochorno”, “calor muy fuerte, mucho calor”. Los medios de comunicación se suelen llenar de opiniones sobre el cambio climático, tanto por la expresión algo antigua y vulgar de calorazo como por el vocablo en desuso frior, alusivo al frío.


Tanto si hace alta temperatura como si poca, las estadísticas nos dicen que en el otoño, mal llamado veroño, otra palabra aún no aceptada que todo el mundo usa para expresar el antiguo calorazo, se suele dar en cada temporada. Eso no niega que el cambio climático esté ya en pleno auge entre nosotros.


Con calorazo o sin él, con frior o sin él, van pasando los días y muy cerca están los fríos no ya del suave otoño, sino del terrible invierno que ahora parece jugar a las escondidas, pero que está mucho más cerca de nosotros de lo que quisiéramos. Ese frío hará que este año, si nadie lo remedia, no podamos prescindir de mantas, fundas nórdicas, chimeneas, leñas, y todo tipo de sistemas caros de calefacción, que quién sabe si se quedarán sin poderse utilizar por la monstruosa guerraque nos tienen preparada.


La preocupación es grande en muchos países, pero si malo es quedarse sin calor en los hogares o bajar los grados al mínimo, peor será la preocupación de la guerra y de salvar la vida de uno y otro bando de las tierras del este.


Las hogueras serán populares en los próximos meses, mucho más que en época de actos festivos alrededor de san Antón o a las fiestas de invierno. Se levantará la veda de la lumbre en el campo y en los pueblos, algo habrá que hacer en nuestra chimeneas si no disponemos de esos paneles y placas solares tan modernos que nos traen el sol de estación a estación, como si fuera magia climatológica, esos rayos en conserva que parece que dan rendimiento a los dos o tres años de haber invertido en ellos a lo grande.


El tiempo cambia, no sólo por el cambio climático, y las maneras de calentarse.  El frior nos llegará en breve y las familias, que habitan muchas comunidades, andan preocupadas seriamente por si podrán calentar sus manos y sus cuerpos con los calentadores o andarán metidos en mantas de la noche a la mañana.


Ojalá pudiéramos reservar algunos grados de este calorazo de octubre, aunque su significado sea muy antiguo, para soltarlo como nuevos acumuladores de calefacción en diciembre, en enero y en febrero. Ojalá que esta guerra gigantesca de Europa no se nos haga helada ni por fechas, ni por frío y se deshaga de una vez con este calorazo. 

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